Detenidos: cero. Prófugos: dos (desde 2006 y 2015). Prófugos muertos: uno. Quién proveyó los explosivos: no se sabe. Quién dejó la camioneta con pentrita y TNT en el estacionamiento Dakota de Juncal y Arenales: no se sabe. Quién retiró la Ford F-100 del estacionamiento y produjo la explosión frente a la Embajada de Israel: no se sabe. ¿Hubo un suicida?: no se sabe. Al cumplirse este 17 de marzo 30 años del atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires, el resultado de la investigación está a la vista: un categórico fracaso, no se sabe nada. O casi nada. Lo único dramáticamente certero es la cifra de muertos, de asesinados en el ataque: 22. A ellos se honrará a las 14.50 del jueves, la hora del atentado, en el lugar donde estuvo la delegación diplomática, en la plaza seca de Arroyo y Suipacha. Los oradores de fondo serán el viceprimer ministro de Israel, Gideon Sa’ar, y el ministro de Justicia, Martín Soria.

Culpables

Aunque un atentado debía ser esclarecido por las fuerzas de seguridad y de inteligencia, en aquel entonces al mando del gobierno de Carlos Menem, la inacción fue asombrosa y está claro que hoy en día, 30 años después, los autores no sólo están impunes sino que se desconocen sus identidades y quién pudo haber entrado al país para ejecutar el ataque o colaborar con él.

La Corte Suprema quedó a cargo de la causa judicial porque las embajadas son territorio extranjero y por lo tanto la competencia le corresponde al máximo tribunal. En su fallo de 1999, siete años después del atentado, la Corte sostuvo que “el ataque fue organizado y llevado a cabo por el grupo terrorista denominado Jihad Islámica, brazo armado de la organización pro-iraní Hezbollah”.

Por supuesto, la base de la acusación no fueron pruebas concretas referidas a tal o cual individuo, sino fundamentalmente publicaciones en El Líbano, como por ejemplo un supuesto comunicado entregado a un diario, que luego recibió también un desmentido.

El otro sostén de la imputación contra Hezbollah fueron informaciones que el fallo cita explícitamente y originadas en la CIA norteamericana, la SIDE argentina, la embajada de Estados Unidos, el FBI y la Oficina de Contraterrorismo, también de Estados Unidos. También hubo opiniones generales, no específicas, de teóricos de las universidades norteamericanas y alemanas.

Sobre la base de esas evidencias más que dudosas, la Corte ordenó la indagatoria del jefe militar de Hezbollah, Imad Mughniyah, que ya por entonces era uno de los hombres más buscados por Estados Unidos e Israel. El individuo permaneció prófugo hasta su muerte en Damasco, Siria, en 2008, cuando le colocaron un explosivo en su vehículo. Las miradas apuntaron de forma unánime a Israel.

Los otros dos prófugos, desde hace 15 años, son José Salman El Reda (figura así en una resolución de la Corte, pero no se sabe exactamente su nombre) y, desde 2015, Hussein Mohamad Ibrahim Suleiman, supuestamente un jefe operativo de Hezbollah que habría ingresado los explosivos a la Argentina, según información que aportó Israel. A El Reda se le adjudica haber coordinado el atentado contra la AMIA, en 1994, pero las pruebas contra él en el caso Embajada son más que endebles: parten de que cambió billetes falsos en Rosario.

Se supone que ambos viven en El Líbano.

Mecánica

En su resumen de 1999, la Corte dio por probada la mecánica del atentado, aunque sin evidencias sobre los autores:

*Se utilizó una camioneta Ford F-100 comprada en una agencia de autos usados, en la avenida Juan B. Justo. Entre los escombros aparecieron 141 partes que luego fueron certificadas por Ford como partes del vehículo fabricado por la empresa.

*La camioneta fue comprada con un documento brasileño a nombre Elias Gribeiro da Luz. El vendedor afirma que el sujeto tenía tonada brasileña y pagó 20.500 dólares por un vehículo que en verdad valía 14.000.

*La F-100 fue estacionada el mismo día del atentado en el parking Dakota, en Juncal y Arenales, muy cerca de la embajada. El mecanismo fue idéntico al que se usó dos años después en el atentado contra la AMIA: se supone que una célula armó la camioneta con los explosivos, la dejó en Dakota, le pasó el ticket a otra célula o individuo, éste retiró la F-100 y la manejó hasta la delegación diplomática.

*Como en la AMIA, los dos policías de custodia no estaban en sus puestos.

*La camioneta estalló frente a la embajada a las 14.50. Dejó un cráter de 4.20 metros de largo, 2.80 de ancho y 1.50 de profundidad. Rompió los caños de agua y, según el fallo de la Corte Suprema, 45 testigos -entre ellos personal de Obras Sanitarias, policías y bomberos- dieron fé del enorme boquete que dejó la explosión. Hubo vacilaciones en la propia Corte que llegó a poner por escrito que la explosión se produjo dentro de la embajada, pero eso fue descartado en el fallo de 1999 sobre la base de pericias y testimonios.

*Nunca se pudo determinar si hubo un chofer suicida o no.

Causa

El expediente judicial está virtualmente cerrado. Nunca hubo una clausura oficial, pero los hechos están a la vista: los dos prófugos llevan, en esa condición, 15 años en el caso de El Reda, y siete en el caso de Suleiman.

En total se mandaron 15 exhortos en 30 años, de los cuales cuatro fueron repeticiones: o sea que fueron, reales, 11 exhortos pidiendo información a Estados Unidos y otros países, en tres décadas. El último es de 2017, hace cinco años.

Es cierto que es casi imposible avanzar en el esclarecimiento de lo ocurrido en 1992, pero la catastrófica investigación arrancó el primer día. La política de Carlos Menem fue “dar vuelta la hoja” porque -así está escrito en los expedientes- una hipótesis fue que los ataques fueron venganzas por promesas incumplidas por Menem durante la campaña electoral. En su gira previa a los comicios se habría comprometido a asistir en materia atómica a Irán y en tecnología misilística a Siria. Cuando llegó a la Casa Rosada pactó con Washington, se sumó a la guerra del Golfo Pérsico enviando dos naves y habría desconocido aquellos compromisos. Parte del fracaso de la investigación radica también en que nunca se supo por qué los atentados se perpetraron en Buenos Aires.

El saldo tácito fue que la impunidad en la embajada abrió las puertas a una repetición del atentado, esta vez, de manera más cruenta, en la sede de la AMIA: hubo 85 muertos. La metodología fue exactamente la misma y es posible que los actores también hayan sido los mismos. 

Acto

Al cumplirse este jueves los 30 años, todo hace pensar que el viceministro Gideon Sa’ar -cuyo padre nació en la Argentina- insistirá con la acusación contra Irán y Hezbollah, en especial en tiempos en que Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Alemania y el Reino Unido están negociando un nuevo Memorándum nuclear con Teherán. El perfil de Soria será, por supuesto, muy distinto. Casi seguro pondrá el acento en el fracaso de la investigación y la responsabilidad de la justicia. También serán oradores la embajadora de Israel en la Argentina, Galit Ronen, y una sobreviviente, Miriam Ben Zeev, viuda del agregado Eli Ben Zeev que falleció en el atentado. 

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