La diferencia entre Idología y Política no es una diferencia absoluta, son realidades que se contaminan, se recubren, mantienen entre sí conexiones difíciles de desentrañar.Y, a su vez, siempre es importante distinguir sus respectivos dominios.
La Ideología constituye un sistema estable e imaginario que intenta una representación de la realidad. Decimos " intenta" porque no hay Ideología que por perfecta y esclarecida que sea su trama, siempre se encuentran en ella elementos que la distorsionan.
La Ideología necesita de esa distorsión inconsciente para que sea estable en nuestra explicación del mundo. También le otorga su estabilidad, la inercia que las representaciones ideológicas mantienen a lo largo de una vida .
En cambio, la ideología nunca es una mera traducción de la política. La política posee una relativa autonomía, atravesada por contingencias, coyunturas, relaciones de fuerza, situaciones inesperadas y todo aquello que el genio de Maquiavelo, verdadero fundador del concepto de " autonomía de lo político", designó con el término Fortuna. La Fortuna es azar imprevisible, es desborde, es transformación súbita y aleatoria de la realidad.
En este sentido siempre hay una imposibilidad de recubrir enteramente la estabilidad de la Ideología con la contingencia de la Política.
Además, si bien se puede apreciar a la Ideología por sus consecuencias, esto en la Política se extrema: un proyecto político es siempre dependiente de sus resultados, de la duración del proyecto político y de sus posibles efectos transformadores o la clausura de los mismos.
Por ello, en diversas situaciones históricas podemos sentirnos identificados a una Ideología por sus cualidades de izquierda y sin embargo observar que la instrumentación política de esa Ideología beneficiará objetivamente a la derecha.Y viceversa, las derechas olvidan en su ejercicio del poder que la sociedad se encuentra atravesada por nuevas sensibilidades ideológicas emergentes en el juego de los vínculos sociales.
Los diferentes debates ideológicos - políticos de este dilema le otorgan su carácter dramático a esas encrucijadas donde se tensan fidelidades ideológicas con decisiones políticas drásticas. Es la prueba definitiva de que nunca somos Uno, ni siquiera en la vida social. En más de una ocasión histórica, una ideología "anticapitalista" es lo que le permite a la peor de las derechas instalar un fortalecimiento de su posición.
A su vez, en muchas ocasiones, un proyecto político que poseía en inicio una clara vocación transformadora finaliza enredado en una telaraña política que borra las aristas ideológicas que lo han constituido
El único modo de jugar a la coincidencia entre Ideología y Política es no participar en la política de la representación y ni siquiera en los debates públicos. Este suele ser el destino de muchos filósofos europeos en la comodidad de sus academias.
Una Ideología que se imagina que la Política es mera traducción de sus contenidos olvida que la política tiene su propio arte y sus reglas.
Una Política que se olvida de la ideología que la inspiró tarde o temprano desemboca en una pura relación cínica con el Poder.