Aguas profundas                        5 puntos

Deep Water; Estados Unidos, 2022

Dirección: Adrian Lyne.

Guion: Zach Helm y Sam Levinson, basado en la novela homónima de Patricia Highsmith. 

Duración: 115 minutos.

Intérpretes: Ben Affleck, Ana de Armas, Tracy Letts, Grace Jenkins,

Dash Mihok.

Estreno en Amazon Prime Video.

El triplete Nueve semanas y media, Atracción fatal y Propuesta indecente convirtió al realizador británico Adrian Lyne en uno de los referentes más encumbrados del thriller erótico mainstream de los años 80 y 90, carrera coronada por dos reversiones de escaso vuelo y lustre: Lolita en 1997 e Infidelidad en 2002, remake de Las infieles, de Claude Chabrol, que parecía haber cerrado definitivamente su filmografía. Dos décadas más tarde, la noticia del nuevo proyecto de un realizador otrora popular, aunque usualmente desdeñado por la crítica, hizo alzar las cejas de los prejuicios. Aguas profundas, adaptación de la novela homónima de Patricia Highsmith que ya había tenido una versión cinematográfica previa, dirigida por el francés Michel Deville en 1981, está a la altura de esos preconceptos, aunque lejos del bochorno absoluto. Ana de Armas y Ben Affleck son los encargados de repetir los roles antes interpretados por Isabelle Huppert y Jean-Louis Trintignant, como la joven esposa que flirtea (y algo más) con medio pueblo y el marido que tolera esas escapadas con porte estoico. O no tanto.

Como ocurre en muchas de las novelas de la autora de Extraños en un tren y El talentoso señor Ripley la procesión va por dentro y los crímenes y pecados se ocultan de la mejor manera posible. Cuando Melinda comienza a mostrar demasiado afecto por un joven de cabellos dorados durante una fiesta de la comunidad, Vic, hombre de dinero que hizo su pequeña fortuna diseñando chips para drones, lo cita para advertirle que la última persona que hizo algo por el estilo terminó con la cabeza destrozada. La referencia es a un hombre desaparecido tiempo atrás y del cual nunca se volvió a tener noticias, pero el rumor que empieza a correr no es tomado demasiado en serio por los amigos y vecinos del matrimonio, miembros de la clase acomodada de una pequeña ciudad de Nueva Orleans. La relación entre Melinda y Vic, madre y padre de una niña, podría definirse como abierta, de no ser por el alto grado de “toxicidad” que emana en cada una de sus conversaciones y discusiones. Pero, ¿es realmente Vic un asesino o la confesión es una simple bravuconada para meterle algo de miedo al amante?

En tiempos en los cuales la desnudez femenina en pantalla es un terreno ríspido y las acusaciones de cosificación sobrevuelan en cada plano y escena puestos en pantalla, Aguas profundas está muy lejos de la explotación de los cuerpos que popularizó el cine de Lyne unas décadas atrás. Pero tampoco termina de funcionar como thriller a secas, esquivando todas y cada una de las complejidades y zonas grises del texto original, tanto en términos psicológicos como sexuales. El trabajo con el fuera de campo no aporta sutileza sino falta de tensión y las actuaciones de Affleck y de Armas –sí, expareja en la vida real, pero qué más da– tilda los casilleros del profesionalismo con un poco de desgano. El ¿último? Lyne no es un papelón, pero los resortes del guion, coescrito por Sam “Euforia” Levinson y Zach Helm, se asemejan a un manual de suspenso de primer grado.