Suele pasar que un director sea nominado también como guionista. Sin ir más lejos, así ocurre con cuatro de los cinco aspirantes a la estatuilla del rubro de la silla plegable de esta edición de los Premios Oscar: Paul Thomas Anderson (Licorice Pizza), Jane Campion (El poder del perro), Ryusuke Hamaguchi (Drive My Car) y Kenneth Branagh (Belfast). Lo que es inédito es que alguien consiga un lugar en siete ternas distintas a lo largo de su carrera, una cifra que alcanzó Branagh este año. El irlandés ya había estado previamente en las categorías Dirección, Actor principal, Actor de Reparto, Guion adaptado y Cortometraje de Ficción. Gracias a Belfast, a esa lista sumó Mejor Película y Guion Original, superando así el récord de seis que hasta ahora compartían Walt Disney, George Clooney y Alfonso Cuarón.

“Estar en la misma lista que esas personas es muy emocionante. Es difícil de asimilar, pero me recuerda el privilegio único de poder ser narrador, que es como me considero a mí mismo, desde roles diferentes. Pero es un verdadero esfuerzo de equipo, y este esfuerzo ha sido reconocido. Ciertamente no recibiría estas nominaciones sin el trabajo de todos los demás”, dijo este hombre de 61 años al portal especializado Variety apenas se supo que su última película había conseguido candidaturas para siete rubros, entre ellos Mejor Película, Dirección, Guion Original y Actriz de Reparto para Judi Dench y Actor de Reparto para Ciarán Hinds. Una película que lo remonta a su pasado, en tanto la historia sigue a un chico de nueve años que, junto a su familia de clase trabajadora, es testigo de los enfrentamientos entre católicos y protestantes en la capital de Irlanda del Norte durante la década de 1960 y 1970.

Belfast

Los orígenes autobiográficos fueron reconocidos por el propio director, quien para la época que transcurre Belfast tenía la misma edad que su protagonista. La idea de un viaje a su historia surgió al calor de los confinamientos generados por la pandemia durante gran parte de 2020. “Para mí todo volvió a los orígenes. Surgieron grandes preguntas en la vida de las personas, todas provocadas por la situación de la Covid, y eso me llevó de vuelta a Belfast, a ese rincón de mi memoria donde guardo importantes momentos de ternura y alegría mientras alrededor se desmoronaba lo que teníamos”, contó.

Branagh debutó en la dirección de largometrajes en 1989 con Enrique V, una de las tantas adaptaciones de la obra Shakespeare que realizaría en los años posteriores. Su fanatismo por el autor de Romeo y Julieta viene de larguísima data, al punto de que fue al ver Hamlet que, con quince años, decidió que quería ser actor. Tres años después se lanzó hacia su meta ingresando a la Royal Academy of Dramatic Art. Desde entonces estuvo mayormente vinculado a las tablas, pero a lo largo de su carrera –que ya acumula 18 películas como director y otras tantas como actor– hizo de lo camaleónico una norma, pasando sin problemas de adaptar textos del británico a dirigir una versión de Frankenstein (1994), y de allí a tanques de Disney del tamaño de Thor (2011) o La cenicienta (2015).

Una lógica similar a sus trabajos delante de cámara, como demuestra el hecho de que durante el último lustro se haya puesto en la piel de, entre otros, Shakespeare en All Is True (2018), de un comandante de las fuerzas armadas británicas en la bélica Dunkerque (2017) y del legendario detective Hércules Poirot en Asesinato en el Expreso de Oriente (2017) y la reciente Muerte en el Nilo (2021).

Un camino dorado

El récord de Branagh, sin embargo, no se tradujo en estatuillas. Con aquel debut en la dirección con Enrique V consiguió su primera (y hasta este año única) nominación en ese rubro, pero cayó ante Oliver Stone por Nacido el 4 de julio, y también en el apartado Actor protagónico, un doblete que hasta entonces solo habían conseguido Orson Welles por El ciudadano (1942), Laurence Olivier por Hamlet (1949), Woody Allen por Annie Hall (1978) y Warren Beatty por El cielo puede esperar (1979) y Reds (1982). Tuvo la desgracia de tener enfrente a esa aspiradora de premios que es Daniel Day-Lewis, en ese caso por Mi pie izquierdo.

Su siguiente visita al Dolby Theatre –que por entonces se llamaba Kodak Theatre– fue en 1993 por el cortometraje Swan Song, que perdió ante Ómnibus, de Sam Karmann, mientras que su primera vez en el quinteto de guionistas fue en 1997 por su adaptación de Hamlet. Pero el Oscar terminó en manos de Billy Bob Thornton por Resplandor en la noche. Recién quince años después completaría el casillero de Actor reparto de la mano de su labor en Mi semana con Marilyn, aunque pudo hacer poco frente al veterano Christopher Plummer, ganador por Beginners. Parece difícil que este año, si bien aspira a tres premios –repite presencia en Dirección y suma Guion Original y Película, en tanto es uno de los productores de Belfast–, pueda cortar la sequía. Pero con el Oscar nunca se sabe. El crédito permanece abierto.