Las Abuelas de Plaza de Mayo son mucho más que una institución. Junto a las Madres son el mayor símbolo de la dignidad humana por la lucha que emprendieron en tiempos de dictadura para saber de sus hijos y encontrar a sus nietos que los genocidas arrancaban de sus madres apenas nacían. Y esa vida dedicada a la lucha por la restitución de los nietos apropiados durante la dictadura provoca empatía con estas mujeres que trabajan sin descanso, doblegando el esfuerzo, aprendiendo lo que desconocían, en busca de memoria, verdad y justicia. Si la televisión ya se había ocupado del tema de la apropiación de bebés durante la dictadura militar y de la restitución de los nietos en Montecristo y en Televisión por la Identidad, el cine había ofrecido los notables documentales Nietos (Identidad y Memoria), de Benjamín Avila, y Botín de guerra, del recordado David Blaustein

El tema en la ficción lo inauguró La historia oficial, de Luis Puenzo. Y Verdades verdaderas, de Nicolás Gil Lavedra, trajo la novedad del enfoque en la vida del mayor símbolo de la lucha por el derecho a la identidad: Estela de Carlotto. Ahora, un nuevo documental permite conocer aspectos de las vidas de las Abuelas que nunca se abordaron: se trata de Abuelas, una película sobre (y con) Abuelas de Plaza de Mayo, de Cristian Arriaga, que se estrena este jueves a las 20 en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543).

En la película, cada una de diez Abuelas de Plaza de Mayo cuenta en primera persona su historia, que permite comprender el hecho de que son simples mujeres a las que les ocurrió algo excepcional (excepcionalmente horroroso) y que les cambió la vida para siempre. Hablan Estela de Carlotto, Sonia Torres, Ledda Barreiro, Delia Giovanola, Buscarita Roa, Rosa Roisinblit, Angela Barili, Aída Kancepolski, Emilce Flores y Berta Schubaroff. Las Abuelas relatan sus vidas antes del horror, aunque la parte más dolorosa también está. Cada una sentada en una silla va recordando su infancia, sus padres y abuelas, cómo experimentaron los cambios de la adolescencia con los primeros romances, las profesiones y estudios que tuvieron. Hasta que llega el momento de hablar del golpe y la película provoca un cimbronazo sonoro para dividir lo que venían contando frente al aspecto más doloroso. Narran la ausencia de sus hijos y la lucha que ellas emprendieron, pero el documental alcanza nuevamente intensidad cuando relatan el encuentro con los nietos recuperados, con un final que emociona como muchos momentos del film.

"Tuve una muy linda relación con mi abuela materna, Elvira. Entonces, eso me disparó la pregunta de qué habrá pasado con estas mujeres que no pudieron vivir la abuelitud de esa manera, como el vínculo que tuvimos con mi abuela. Y ese fue el disparador", cuenta Arriaga en la entrevista con Página/12.

-No tenés familiares desaparecidos pero con esta película queda expuesto tu compromiso como ciudadano argentino con conciencia social. ¿Esto también te motivó a visibilizar aún más la lucha de las Abuelas a través de una película?

-Claro, el disparador fue el que mencioné, pero también soy un ciudadano argentino con cierto grado de responsabilidad. Y claramente llevo a la película hacia otros lugares, no sólo al disparador, sino que la idea fue profundizar en otras cuestiones que nunca está de más reforzar y seguir visibilizando porque a las Abuelas les quedan más de 300 nietos por recuperar. No está mal que desde todo lo posible se trate de colaborar con esa búsqueda.

-Dijiste que hay una comunión entre el proyecto y el caminar con amor de las Abuelas. ¿Eso fue un envión?

-Sí, pienso en las Abuelas que tranquilamente sería muy legítimo que encaren su búsqueda con bronca por lo que les pasó; sin embargo, lograron transformar la búsqueda desde el amor para sobrellevar semejante historia. Ahí hubo un punto de encuentro y se puedo trabajar en ese sentido.

-Es la primera vez que una película aborda la historia de las Abuelas pero no sólo desde la institución, sino desde las propias vivencias y recuerdos personales que cada una de ellas atesora. ¿Por qué lo pensaste de este modo?

-Claramente, no se podía escapar a la institución Abuelas de Plaza de Mayo, pero mi intención era tratar de enfocarme en ellas como mujeres. Tocar el tema de la institución, pero principalmente enfocar en ellas como personas porque, en general, se solemniza mucho la cuestión, que no digo que esté mal, pero me interesaba tratar de poner una mirada fresca al respecto desde ese lado, desde ellas como seres humanos, qué les pasó a ellas como mujeres, más allá de que ellas se encontraron porque participan diez abuelas en la película y son historias muy diversas por más que sean compañeras en Abuelas de Plaza de Mayo. Y me parece que ahí había una riqueza muy grande.

-O sea que, de algún modo, la película busca trascender esa imagen de heroínas para mostrarlas como mujeres comunes, ¿no?

-Claro, como me pasa a mí y a mucha gente, son una suerte de heroínas, pero me gusta trazar una línea de soberanía cultural: nos venden todo el tiempo que las heroínas usan capa y tienen algún superpoder. Y a mí me gusta decir que el superpoder que tienen las Abuelas de Plaza de Mayo es el amor con el que buscan a sus nietos y, en vez de capa, usan bastón. Esas son mis heroínas.

-Por eso buscaste retratarlas desde lo humano...

-Claro, traté de sacarles la capa y que queden con bastón porque son señoras grandes (por más que son muy coquetas) e intenté con la película que cualquiera que sea el espectador que la vea, que empatice o no con la búsqueda de las Abuelas, o que tenga el prejuicio que tenga, pueda lograr llevarlo a un lugar de empatía y que pueda decir: "Esta podría haber sido la abuela de cualquiera de esa época". Y que logren empatizar incluso personas que no conocen la historia o gente del exterior y que digan: "Tranquilamente esta podría haber sido mi abuela, así que también podría haber sido mi historia". Y ahí logramos entre todos los que hicimos la película llevar al espectador a un lugar no libre de prejuicios, pero intentando que sean lo más libres de prejuicios posibles para poder entender realmente qué les pasó a estas mujeres.

-Claro, porque estas mujeres no nacieron siendo Abuelas de Plaza de Mayo. Te preguntaste cómo fue su vida antes del horror. ¿Qué te pasó entonces? ¿Te sorprendieron los testimonios?

-Sí, me sorprendieron los testimonios. Por ejemplo, cuando planteé el proyecto en Abuelas de Plaza de Mayo, a través de una carta, ellas respondieron con entusiasmo que les encantaba la idea y la propuesta porque era algo distinto a lo que se hacía. Todo fue sorpresa, en realidad, porque cuando presenté esa carta, hablamos con Estela de Carlotto y Rosa Roisinblit. En Abuelas me dieron muchos libros que han tocado el tema, y algunos videos, programas de televisión o documentales en los que ellas participaron. Y así como me los dieron los puse en un rinconcito y no los vi, no por desagradecido sino porque quería mantenerme lo más "virgen" posible. 

-¿Funcionó?

-Me funcionó porque todo lo que decían era una sorpresa. Incluso los que más interiorizados pueden llegar a estar, hay cosas que no conocen, que no saben. Y no parábamos de asombrarnos con el equipo de trabajo por todo lo que decían. También era una sorpresa para nosotros en nuestro propio planteo de decir: "Ah, mirá cómo fue la vida de esta señora", porque nosotros la teníamos como Abuela de Plaza de Mayo. Y fue interesante la sorpresa porque participaron Abuelas de diferentes partes del país. Por ejemplo, una de Buenos Aires me dijo: "A la de Mar del Plata no la conocía porque charlamos algunas veces pero no sabía toda su historia". Y pasaba con una abuela de Mar del Plata y con la abuela de Córdoba que me dijo lo mismo. Por más que compartan la lucha y tantos años de búsqueda -45 ya este año- entre ellas, alguna no tuvo la oportunidad de charlar con otra tan profundamente. Y a través de esta película conocieron a su propia compañera de búsqueda, lo cual para mí es fuertísimo. Es muy lindo porque ellas mismas pueden conocerse más entre ellas porque hay cosas que no saben.

-Otro aspecto muy destacable del documental es que son las propias Abuelas las que cuentan su historia, no hay un tercero que narre. ¿Por qué lo pensaste de esta manera?

-En principio, porque me interesaba la historia pensando en mis sobrinos que tienen entre 8 y 15 años, porque cuando la vean en su adultez van a poder escuchar la historia sin intermediarios. Ya tiene un valor documental histórico, por ejemplo, en la parte de las abuelas Berta y Aída, que ya fallecieron. Si el año que viene se recupera la identidad de un nieto de una Abuela de Plaza de Mayo que murió hace diez años, por ejemplo, si bien su abuela no está en la película, viendo lo que les pasó a estas abuelas, más o menos va a poder tener el perfil de lo que vivió su abuela a través de la comparación con estas diez. Si bien son todas historias diferentes, va a poder tener más o menos una guía de lo que vivió su abuela buscando a su nieto.

-Es muy interesante que las Abuelas hablen de sus padres y de sus propios abuelos, lo cual es todo un hallazgo porque siempre hablan de sus hijos, por razones obvias.

-No sé cómo decirlo para que no suene feo, pero traté de que no hablen tanto de sus hijos sino que desde el guión lo pensé de sus abuelas; o sea, las abuelas de las Abuelas de Plaza de Mayo y la relación que tuvieron. Se les iluminaba la cara cuando contaban la relación que habían tenido con sus abuelas. Estela de Carlotto le decía a la suya "Mamá abuela". Y todo lo lindo que pudieron vivir con sus abuelas, pero que sus nietos no pudieron vivir con ellas. Nunca pudieron, por ejemplo cocinarles a sus nietos. Sí las que los recuperaron ahora de grandes, pero no es lo mismo que hacerle unos panqueques con dulce de leche a tu nietito de 5 años. Todo eso que vivieron ellas como nietas, no pudieron trasladarlo a sus nietos porque no los tenían.

-¿Qué te pasó cuando hablaban de sus infancias?

-Si bien hay muchas partes de la película que me gustan mucho cómo quedaron, la parte de sus infancias y de sus adolescencias fue la que más me gustó porque también se les iluminaba la cara contando esas cosas. Y me parece que fue una suerte de hallazgo de la película porque son cosas que no se han visto y no se saben de las Abuelas.

-¿Cómo fue el trabajo para que estuvieran tan abiertas a exponer temas más íntimos como el primer beso?

-Creo que fue intuitivo. Con algunas abuelas pude hablar un poco y con otras más antes de la película. Me interesaba mucho que ellas pudieran conocer cómo soy yo, y la sinceridad que tenía esta película, que no era un oportunismo ni nada por el estilo. Y con otras pegamos onda cuando nos vimos nomás, y entendieron cómo venía. Yo no les había dicho nada a ellas de qué se trataba. Entonces, cuando empezaban a escuchar preguntas sobre esos tiempos de la vida de ellas, algunas empezaron a decir "Qué interesante". Y empezaron a abrirse naturalmente. También lo que tiene ese momento es que muchas de las Abuelas -o la mayoría- tenían una gran necesidad de sacarse el casete, digamos, y contar otras cosas de sus vidas. Y también hay algunas Abuelas que no han tenido la posibilidad de hablar al respecto, y se les dio espacio a que se abrieran y contasen cosas que jamás habían contado. De hecho, la misma Estela de Carlotto relata cosas que nunca contó, algo que es interesantísimo.

-Después de hacer la película, ¿cambió en algo tu manera de pensar cómo lograron transformar el dolor en esperanza?

-No, sigo sin entenderlo. Lo comprendo un poco. Lo que me cuesta muchísimo es que si eso me llegara a pasar a mí, no hay receta. Uno puede aprender muchas cosas, pero habría que hacerlo como ellas dicen: "Nosotras íbamos a la Plaza y caminábamos". Hay manuales de cómo aprender a manejar un auto, hay manuales de cómo armar una mesada, pero no hay manuales para una cosa semejante. Y por más que te la cuenten, hay que vivirlo.


Una Selección para la música

En la película suena en un momento que no conviene adelantar la canción "Abuelas", con letra y música del director del documental, Cristian Arriaga, y con dirección musical de Ignacio Montoya Carlotto, el nieto de Estela. Y participan en ella León Gieco, Gustavo Santaolalla, Raúl Porchetto, Ignacio Montoya Carlotto, Oscar Giunta, Nahuel Antuña, Ricardo Mollo y el propio Arriaga. "La canción la compuse antes de encarar el proyecto y sin tener bien definido que iba a encarar el proyecto", cuenta Arriaga. "La compuse en el sillón de la casa de mi abuela, en Guaminí, mi pueblito en la provincia de Buenos Aires. Después, a medida que fue avanzando el proyecto, al primero que convoqué tanto para la música de la película para que la hiciéramos juntos, como para la canción, fue Ignacio Montoya Carlotto", comenta el director. Luego, Arriaga convocó a Raúl Porchetto, León Gieco "y todos los que fueron decantando naturalmente". "Fue todo decantando todo tan naturalmente como va decantando la búsqueda de los nietos que emprenden las Abuelas", concluye Arriaga.