La espera y las caras de disimulo terminaron. Jorge Sampaoli será presentado esta tarde en el predio de la AFA en Ezeiza. El técnico elegido para clasificar a la Selección Argentina al Mundial de Rusia, y si lo logra, robustecer la esperanza de ganarlo, podrá hablar de todo sin guardarse nada. Su contrato con el Sevilla vigente hasta ayer lo inhibía. Pero la AFA, la misma asociación que presentó el martes un balance con pérdidas por 223 millones de pesos, invertirá en él una fortuna. Pagará 1.250.000 dólares por el despido de Edgardo Bauza en seis cuotas, 1.500.000 euros al club español por su salida y el contrato de unos 4.000.000 de dólares para él y sus colaboradores. Con todos esos datos económicos sobre la mesa es la última y gran apuesta para encarrilar una propuesta de juego seductora y que consiga el título esquivo que demanda la historia. Material no le falta. Con Messi y la generación de los tres subcampeonatos consecutivos: en el Mundial de Brasil y dos Copas América perdidas en definición por penales.

Sampaoli no es un hombre que coseche unanimidades, y en eso no se distingue de otros colegas. Quizá dejó más heridos que convencidos por su presencia en un cargo que ambicionaban otros. Al técnico se le endilga con chauvinismo que no dirigió en la Argentina durante quince años o que no tiene estatura para el puesto. Un reduccionismo. Pero es evidente que sus ideas futbolísticas no se parecen en nada con las de su antecesor. Era el DT señalado desde mucho antes, pero había llegado al fútbol español para quedarse. Ahora acaba de superar ese sueño de Ligas europeas y Champions League. Como él mismo dijo hace unos días: “Como argentino, no puedo rechazar esta posibilidad aunque se rompa una carrera en Europa que empezó muy bien”. Era lógico.

Sampaoli dará una conferencia de prensa que se llevará la atención de todos los medios. Pero su aparición será tan fugaz que, en la madrugada de este viernes, partirá rumbo a Australia, en donde debutará al frente de la Selección. Será el 9 de junio en Melbourne contra Brasil. Un amistoso que no tiene equivalencias con el que seguirá: cuatro días después, el 13, ante Singapur. Irá con un mix de jugadores del medio local y del exterior. Viajarán en tandas. Su cuerpo técnico será como un equipo más. En Sevilla tenía diez personas a su cargo. La cifra no se alejará de la que lo acompañará acá.

Varios de esos nombres son conocidos. El profesor Jorge Desio, un hombre clave en la preparación física de cada plantel que dirigió. Hace veinte años trabajan juntos. Martín Tocalli, el entrenador de arqueros (hijo de Hugo, ex colaborador de Pekerman). Sebastián Beccacece, ex técnico de Defensa y Justicia y su ex ayudante en la selección chilena, entre otros.

Sampaoli tiene tres meses para trabajar camino a las Eliminatorias mundialistas. El primer partido oficial será contra Uruguay en Montevideo el 31 de agosto. Seguirá con Venezuela (5 de septiembre), Perú (5 de octubre) y cerrará con Ecuador el 10 de octubre en la altura de Quito. El mejor elogio se lo brindó Marcelo Bielsa, a quien a menudo relacionan sus ideas con las del nuevo conductor del seleccionado nacional. Dijo el 8 de mayo durante una conferencia en Rio de Janeiro: “Creo que Sampaoli no es mi discípulo. Primero porque esa palabra no la compatibilizo conmigo. Y segundo porque en realidad yo he notado que él es mejor que yo y no lo digo por falsa modestia”.

Este hombre bajito, tatuado y amante del rock nacional nació en Casilda el 13 de marzo de 1960. En su ciudad natal ya era un personaje transformado en el centro de atención. Sus compañeros del Banco Provincia de Santa Fe donde trabajaba lo llamaban Maradona. ¿Por qué? La respuesta todavía la cuentan risueños: “Porque no estaba nunca en el banco”. Casi nunca fue reconocido en el pago chico. Apenas recibió una distinción de la diputada provincial de Santa Fe Claudia Giaccone –casildense como él– en 2014.

Sampaoli es un tipo que se hizo a sí mismo. Consume muy poco lo que producen los medios. Tal vez no le importe si lo elogian o critican. Ponderado por Bielsa, pero además por Claudio Chiqui Tapia –quien lo presentará esta tarde–, sabe que tiene por delante la oportunidad profesional de su vida. El presidente de la AFA lo definió como “el mejor entrenador del mundo”, cuando fue a concretar su salida del Sevilla. Tamaña convicción deberá compadecerse con éxitos deportivos. Lo saben los dirigentes y también el técnico que llega al fútbol argentino cuando parece salir del peor momento institucional de su historia. Fue esa crisis la que le dio esta oportunidad. Ya lo habían ido a buscar antes que a Bauza. Por eso, como lo asumió el propio presidente del Sevilla, José Castro, “somos conscientes de que no podía decirle dos veces que no a la selección argentina”.

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