Pasado y futuro. La foto publicitaria  con  mar o pileta, sombrilla, trago y atardecer, muestra un escenario que invoca la escena en quien lo mira, invoca un futuro deseable En cambio, la escena de la reconstrucción de un crimen cumple el propósito de conocer el pasado, es decir, la escena que realmente ocurrió en ese escenario o en la simulación de ese escenario. “Usted declaró que vio el momento en que se abría la puerta, sin embargo ahora está de espaldas a la puerta…” La reproducción de la escena original en el presente, revela la escena verdadera ocurrida en el pasado.

Las vivencias se pegan a la escena, sobre todo cuando son muy fuertes. ¿Quién no recuerda exactamente el lugar donde estaba cuando derribaron las torres gemelas?

En el teatro, el actor puede estar “en otra” al subir al escenario (con sueño, desmotivado, etc.) y cuando se  incorpora a la escena que se está produciendo en ese momento se convierte en el personaje y desaparecen todas sus sensaciones recientes, queda absorbido por la escena.

“El teatro me permite (dice Tato Pavlovsky) explorar otros contextos, otros momentos, otras dimensiones”. En el psicodrama el paciente mira la simulación que está haciendo, se mete allí y se convierte en otro, todo a partir de la escena. Es una mutación transformadora. “La simulación deja de serlo al rato y se convierte en el gran receptor de otros mundos”.

En realidad teatro y psicodrama se parecen mucho y Tato es la persona ideal para desentrañarlo porque se sumerge en ambas experiencias, las crea, las representa y las reflexiona.

“La constelación” es una propuesta reciente (año 2016, aunque seguro que hay antecedentes) que propone ocupar posiciones en el espacio sin aclarar demasiado el contenido de las escenas que se van produciendo. Los participantes se integran y obtienen percepciones que les son útiles.

La arquitectura. La función más importante de la arquitectura es la creación de escenarios que permitan y que ayuden al desarrollo de escenas felices, que en la vivienda familiar son ceremonias, como hacer el amor, dormir, bañarse, comer y cocinar, mirar el exterior, creando lugares intermedios, sombras, galerías, luz natural y artificial, “nietódromos”,  “enojódromos”, colores, etc. y no limitarse a ser “el juego de volúmenes bajo la luz” (Le Corbusier), definición que deja de lado  multitud de escenarios en casas sin fachada (al fondo) y sin espacio abierto a su alrededor que pueda permitir ese Juego, como son las viviendas de la mayoría de la gente en las ciudades.

Cocinas de un metro cincuenta de ancho con paredes que impiden la conversación con quienes están en la mesa, dormitorios sin aislación acústica, pasillos largos y angostos y muchos etcéteras más. También el transcurso del tiempo debe considerarse al proyectar una vivienda, o su reforma: ¿podría incorporarse un abuelo en el futuro? ¿o un consultorio? ¿la familia se agrandará o se achicará?

El no pensar en el carácter de  escenario de los ambientes que constituyen una vivienda, aun con pocos metros, cede su lugar a las explicaciones de la obra que dan sus autores y las revistas especializadas, abstracciones tales como “la fachada juega con”, “la escalera se acusa”, etc., etc., todas dirigidas al dibujo con ausencia de los destinatarios de la casa, que no figuran en los relatos ni en las fotos y que no se manifiestan, pese a que debiera considerarse importante su opinión. “¿Quién puede hablar con mayor acierto del timón de una embarcación (dijo Aristóteles) ¿el carpintero que lo construyó o el timonel?

Es hora de que los timoneles y los marineros recuperemos nuestro barco.