“Jamás voy a romper Cambiemos porque soy la creadora y la fundadora”, aseguró ayer Elisa Carrió, luego de haber provocado en los últimos días una nueva crisis en la alianza que mantiene con el PRO y la UCR. Pese a que después trató de bajarle el tono de su confrontación, el historial de la diputada la desmiente. Haber sido la creadora y fundadora del partido ARI no le impidió renunciar a su conducción en 2007, así como no tuvo demasiados inconvenientes en romper el Acuerdo Cívico y Social en 2010 o el Frente Amplio-Unen en 2015, a menos de un año de su formación. “Son los líderes y yo acepto”, aseguró Carrió ahora en referencia a Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, a quien le volvió a reclamar por su rechazo a encabezar la lista en la provincia de Buenos Aires.

Cuando faltan menos de cinco meses para las elecciones legislativas, Carrió continúa con su estrategia de diferenciarse del PRO y erigirse como la “fiscal moral” de Cambiemos. A sus denuncias contra el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti y el presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici (íntimo amigo de Macri), le sumó en las últimas semanas un pedido de renuncia explícito contra Silvia Majdalani, número dos de la Agencia Federal de Inteligencia. También acusó al Gobierno nacional de proteger y encubrir al ex ministro de Planificación Julio De Vido. Macri mandó a sus interlocutores para tratar de contener a la chaqueña y finalmente una carpeta de Gustavo Arribas, titular de la AFI terminó haciéndola recular respecto de algunas de sus denuncias.

Después de la pirotecnia, la líder de la Coalición Cívica moderó el discurso: “Nos llevamos muy bien pero hay que decirse las cosas. No hay ninguna crisis”, sostuvo ayer pero rápidamente marcó sus condiciones: “Es irrompible Cambiemos, pero me tienen que defender; me la he pasado defendiendo a los honestos y acusando a los corruptos, y desde la clase política no me ha defendido nadie”.

Lo cierto es que Carrió tiene un extenso historial de rupturas y crisis con distintos aliados políticos, incluso dentro de los partidos que construyó y lideró. Hizo estallar Argentinos por una República de Iguales (ARI), que fundó tras romper con la UCR en plena crisis económica de 2001. Del ARI se fue para crear al Coalición Cívica, que después terminó absorviendo al ARI. “No estoy dispuesta a transitar el fracaso estrepitoso de la Alianza”, afirmó en agosto de 2010 para dar por terminado el Acuerdo Cívico y Social, la sociedad con la UCR y los socialistas con la que había competido en 2009. En muy malos términos terminó su relación con Margarita Stolbizer, así como también terminó abruptamente su sociedad con Proyecto Sur, de Fernando “Pino” Solanas. En la última elección de la Ciudad de Buenos Aires, su principal bastión, Carrió apoyó a Martín Lousteau y colocó a su mano derecha Fernándo Sánchez como candidato a vicejefe de Gobierno. Ahora encabeza la lista de Diputados nacionales junto al PRO y se convirtió en el principal obstáculo, junto a Horacio Rodríguez Larreta, para la integración del radicalismo porteño y la conformación de Cambiemos en Capital Federal.

“Me dijeron ‘vos no vas a la provincia sino a Capital’, y yo aguanté”, se victimizó ayer y remarcó que no comparte “la estrategia del PRO, que determina la estrategia de Cambiemos”. En un autoelogio, se calificó como “la mejor espada que tiene el presidente”.

A pesar de dejar al margen del espionaje ilegal a Arribas, Carrió insiste en sus cuestionamientos a la número 2. “Majdalani se tiene que ir. Ella controla lo que se hace en la AFI, y la usa para hacer espionaje político y operaciones. Y en esas cosas trabaja también con Cristian Ritondo, que es asesorado por (el intendente de Ezeiza, Alejandro) Granados, (el ex jefe de la Policía Bonaerense Hugo) Matzkin y una agencia de inteligencia que se llama C3 y que maneja un señor Leonardo Scaturice”, apuntó en una entrevista al diario Clarín. En ese contexto de operaciones en su contra también involucró al juez federal Ariel Lijo y a Lorenzetti, que ayer se reunió con el Claudio Bonadio, justo cuando el magistrado se quedó con la causa por la denuncia de Alberto Nisman contra CFK.