“¿Por qué tanto odio?”, se pregunta Iris Pereyra de Avellaneda. Enumera, uno por uno, los episodios de vandalización que sufrió el memorial en recuerdo de su hijo, el “Negrito” Avellaneda, instalado en la puerta de la guarnición militar de Campo de Mayo. Iris lo colocó junto a otros sobrevivientes. Y fueron cuatro las veces que, a lo largo de los últimos meses, debieron reponer el homenaje. “Les duele que estemos allí --dice ahora--, que pronto haya un espacio de memoria ahí adentro, les duele la memoria, pero no vamos a parar".

En octubre pasado fue el primer ataque que recibió la placa conmemorativa de Floreal Avellaneda, el hijo de Iris que fue secuestrado junto a ella el 15 de abril de 1976 por una patota que buscaba a Floreal padre, delegado de la fábrica metalúrgica Tensa. Ambos fueron trasladados a El Campito, uno de los campos de concentración que la dictadura montó en Campo de Mayo. Ella fue liberada a los tres días; él, asesinado y arrojado al agua del Río de la Plata desde un vuelo de la muerte. Apareció en las costas uruguayas. Tenía 15 años.

El homenaje había sido instalado a fines de septiembre al lado de la señalización oficial de El Campito, colocada en 2019 en las afueras de Campo de Mayo. Era un atril de hierro que sostenía una plancha con la imagen del “Negrito” dibujada y la leyenda “El Negrito vive”. Aquel ataque la arrancó de su pie de hierro. Esa misma agrupación volvió a instalar el recordatorio en noviembre. Y volvieron a sacarla un mes después. “Esa vez también arrasaron con el árbol que habíamos dejado por la campaña ‘Plantemos Memoria’”, indicó Iris Avellaneda, que es presidenta de la agrupación de Familiares, sobrevivientes y compañerxs de Campo de Mayo y desde hace algunos meses también de la Liga Argentina por los Derechos Humanos.

El 22 de marzo pasado volvieron a colocar un homenaje en el mismo lugar: la placa, esta vez, era un grabado del rostro de Floreal en madera. El 8 de abril amaneció cubierto de pintura roja. “Como si fuera sangre, la cara de mi hijo ensangrentada”, describió Iris. La semana pasada, manchada y todo, alguien se la llevó: los hierros de la estructura que la sostenía aparecieron doblados, como si un aparato con mucha fuerza la hubiera querido arrancar de cuajo.

“Son los milicos”, responsabilizó Avellaneda en relación a les miembres del Ejército que siguen con asiento en la guarnición militar de Campo de Mayo: “¿Quiénes van a ser si no? Si ellos mismos custodian este lugar de la mañana a la noche, si no son ellos deben saber quién fue. Les molestamos acá, no quieren el Espacio de Memoria que vamos a construir, si cada vez que nos juntamos por ese tema nos sobrevuelan con helicópteros”. La titular de la Asociación de Familiares, Sobrevivientes y Compañerxs de Campo de Mayo y de la Liga Argentina por los Derechos Humanos indicó que “la cámara de seguridad que había” en la zona donde está la señalización de El Campito y estaba el homenaje al “Negrito” Avellaneda “la sacaron, nos dijeron los mismos milicos”.

La iniciativa de la construcción de un Espacio de la Memoria en Campo de Mayo viene tomando fuerza y forma desde el año pasado. Por el momento, el predio en donde estará instalado –una gran franja del predio que se extiende en paralelo a la ruta 202– ya fue cedido para tal fin y avanzan las proyecciones arquitectónicas. Desde ese lugar “se abrirá una ruta para llegar hasta el lugar donde estuvo El Campito”, el centro clandestino que funcionó entre 1976 y 1982, y luego fue demolido, indicó Avellaneda. Está previsto, además, señalizar el Hospital Militar y el Aeródromo de Campo de Mayo, en consonancia con las dos sentencias que se aproximan en los juicios por los vuelos de la Muerte y la Megacausa, ambos en etapas de alegatos.

Tras la más reciente vandalización al cartel que homenajea al adolescente arrojado desde un avión que partió del predio militar, las agrupaciones denunciaron el hecho ante el Juzgado Federal número 2 de San Martín, a cargo de Alicia Vence, quien investiga los delitos de lesa humanidad sucedidos en Campo de Mayo, y advirtieron a la Secretaría de Derechos Humanos y al Ministerio de Defensa, desde donde se puso en marcha una investigación al respecto, indicaron fuentes oficiales, y prometieron “ordenar una custodia”, informó Avellaneda.

Al día siguiente, en una carta que hizo pública el medio comunitario La Retaguardia, la sobreviviente insistió en que los hechos de vandalismo sobre carteles e iniciativas de memoria “las hacen para que nosotros, los militantes, nos callemos la boca y que el mundo siga andando” y luego se preguntó sobre si el Presidente Alberto Fernández sabía “lo que pasa en Campo de Mayo”. Luego, Avellaneda indicó que habló con el ministro de Defensa, Jorge Taiana, quien le confirmó que el primer mandatario “está al tanto”.

Para la directora de Sitios y Espacios de Memoria, Lorena Battistiol, los agravios al homenaje al “Negrito” Avellaneda se enmarcan dentro de declaraciones negacionistas y ataques a murales que se vieron a lo largo de todo el año pasado y de este, entre los cuales se encuentra el mural ubicado frente al Hospital Militar de Campo de Mayo, que fue vandalizado el año pasado y restaurado por sobrevivientes y familiares.

En tanto que, al igual que Avellaneda, Battistiol consideró que esos episodios negacionistas tienen vínculo con la intención de construir un Espacio de la Memoria dentro de la guarnición. “Estas vandalizaciones a la placa homenaje del Negrito nos demuestra que la decisión de la Secretaría –y de las agrupaciones-- no les es agradable. Tener un Espacio allí es troncal para llevar las política de Memoria, Verdad y Justicia a un territorio hostil”, apuntó la funcionaria, que recalcó que “desde el Estado vamos a seguir acompañando a todas las víctimas y familiares”.

“¿Por qué tanto odio? ¿Por qué odian tanto al Negrito? Un chico que no tenía maldad de nada. ¿Por qué nos odian tanto a nosotros? Yo voy a seguir instalando su homenaje así lo saquen mil veces --apuntó la mamá de Floreal, por último–, porque ésa es la única manera de ganarles esta patriada.”