La convivencia con una inflación cada vez más acelerada genera un creciente malestar social. Frente a esa situación, las principales fuerzas políticas parecen carentes de discurso y de acción, como resignadas a convivir con un permanente aumento de los precios. Desde el oficialismo, el programa económico acordado con el FMI no contiene una política de estabilización de precios más allá de los objetivos de reducción del déficit y la emisión monetaria. 

Se trata de una política que ya demostró su inoperancia cuando la actual oposición de Cambiemos fue gobierno y la ensayó en el marco del acuerdo con el FMI de 2018. En ese entonces, el objetivo de reducción del déficit con emisión cero terminó en las tasas de inflación más elevadas de las últimas décadas. El recuerdo fresco de ese fracaso deslegitima cualquier discurso de Cambiemos en la actualidad, como el de Mauricio Macri hablando de déficit y emisión descontrolada. 

Desde el lado oficial, el fracaso por controlar la suba de los precios deriva en una política de minimización del daño social, moderando su efecto sobre el bolsillo de las mayorías a partir de bonos para los más desprotegidos y reapertura de paritarias frente a quienes empleo formal.

Ese vacío respecto a un discurso y una acción contra la suba de los precios es ocupado por un sector ultraradicalizado de la ortodoxia económica que propone la dolarización. La renuncia a una moneda nacional es presentada como una garantía para frenar los aumentos de precios, aun cuando la inflación actual tiene componentes inerciales que podrían derivar en una inflación en dólares, tal como se señaló en una nota anterior. Tampoco parece importar la necesidad de una hiperdevaluación o confiscación de depósitos que requiere implementar dicha medida ante el bajo nivel de reservas actual. Es que lo importante no es ni la efectividad de la dolarización ni su viabilidad, sino que el sector ultraliberal que la enarbola pueda aparentar ser el único que tiene una respuesta frente a la inflación.

Frente a esa situación, la heterodoxia tiene que salir de la modorra y comenzar el debate de programas de estabilidad de los precios. Un ejemplo de ello es la propuesta de estabilización que viene sosteniendo el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz, consistente en un acuerdo social que genere tres meses de estabilidad artificial, que luego sea proyectada por los mecanismos que inercializan la inflación. 

Se trata de un pacto social que implica un congelamiento total de los precios de todos los sectores, incluidos el dólar y la inflación, seguido de una paritaria en salario real indexada al momento del congelamiento con convergencia de las tasas de interés y el índice de locación de los alquileres. El efecto buscado es que la precaria estabilidad de tres meses lograda mediante el acuerdo social, se inercialice como un piso más bajo de inflación al ser incorporada en la pauta salarial, de alquileres y tasas. De esa manera, se espera generar una brusca baja en un piso de inflación inercial que hoy en día corre el riesgo de trepar un nuevo escalón por bastante por encima del 50 por ciento anual.

@AndresAsiain