Los presbíteros Eduardo López Márquez y Pablo Batallán eran amigos y muy cercanos a la familia de Gustavo Batallan (32), el joven que en diciembre pasado decidió denunciar, luego de 20 años, que abusaron sexualmente de él cuando era sólo un niño y de haber sufrido el silencio y el miedo de enfrentarse a la Iglesia Católica Apostólica Romana catamarqueña. Hoy pide que la Justicia de la provincia no dé por prescripta la causa y que se juzgue al sacerdote.

Gustavo habló con Catamarca/12 y aseguró que quiere que se diga su nombre completo. “Es la única forma que veo para que haya un eco de esto. Lamentablemente así funciona la Justicia y es una pena que sea así”, explicó.

El día de ayer fue movilizarte para él. Tras  callar 20 años  hizo público su caso para visibilizar el pedido de prescripción que pidió la fiscala Jorgelina Sobh, quien debía investigar su causa. Primero fue e su Facebook en donde pidió a la gente que comparta: “necesito ayuda, en el mes de diciembre del año 2.021 realice la denuncia en contra de Eduardo Raúl López Márquez, sacerdote y docente, por abuso sexual (… ) solo les pido ayuda. Mis abogados se negaron a ese pedido y de esa presentación depende si me archivan o no la causa”, escribió.

Visibilizar fue muy difícil. Gustavo cuenta que por la mañana habló con una radio y luego se sintió muy incómodo. “Pensaba en todo el mundo, me conoce mucha gente. Mis familiares me escribieron porque me escucharon. Incluso llamó un amigo y creo que a él le pasó algo similar con López Márquez. Me largué a llorar”, admite.

Gustavo, intenta recordar y contar. Le cuesta, se nota que no verbalizó muchas veces lo sucedido. Explica que los dos sacerdotes eran amigos y se conocían desde adolescentes por haber estudiado en San Nicolàs “tienen una vida e esto”, dice. También cuenta que Batallán era el hermano de su padre adoptivo y que los conoció cuando tenía cinco años. “Eran muy cercanos, yo les decía tíos. Ellos eran como ídolos para mí. Quería ser cura por ellos”, relata.

Cuando pasó la primera vez, él tenía 12 años. Si bien, sus padres ya estaban separados su madre seguía teniendo contacto con los sacerdotes. López Márquez, le pidió permiso a su madre para llevarlo desde la Ciudad Capital en donde vivían hasta la localidad de Recreo, en la iglesia donde él oficiaba. Ahí estaban solos. El cura tomaba vino y le empezó a dar a él.

No recuerdo cuántas veces pasó. Pero también me llevó a otros lugares. Yo le conté a mi hermana mayor y ella me advirtió que mi madre estaba muy enferma y que si se enteraba iba a ser un lío. Yo me callé porque también pensaba que no iban a creerme”, dijo.

Gustavo recuerda que no sabía qué hacer. Quería olvidarse y no sabía cómo. Buscó ayuda con su tío Batallan y le contó. Su tío también tomaba. “Empezó a hablar cualquier cosa estando alcoholizado y me dijo que si me había dejado con López Márquez también tenía que dejarme con él. Yo le dije que se calle, que no sabía lo que decía y me fui a dormir".

“A los 5 minutos entró y me obligó. Yo no podía creer que él quiera hacerlo. Me decía y hacía esas cosas y él lo tomaba como algo normal, como si lo hubiera hecho siempre. Al otro día se levantó como si nada hubiera pasado. Yo me fui y después pude negarme a verlos. Disimule todo. Y asi continúe como si nada pasara”, detalló.

Sin embargo pasó. “Muchas veces me acordaba o veía en la tele abusos. Veía cosas así y me ponía mal. No podía olvidarme. Agarré  mucho el alcohol, drogas, muchas veces pensé en suicidarme, pero qué iba a lograr. La verdad  es que me cagaron la vida. Incluso ahora relaciono que los problemas que tuve con mi primera pareja, la madre de mis dos hijas, era por esto”, resalta.

Gustavo cuenta que fueron muchos los factores que lo ayudaron y motivaron para denunciar. La muerte de Batallan en febrero de 2021, abrió la herida nuevamente. Su negativa a ir a su entierro fue el detonante para  que le cuente a su madre lo que sucedió. Ese fue el primer paso y el primer alivio porque ella le creyó.” Para abrir nuevos caminos hay que cerrar etapas anteriores”, dice.

Su nueva pareja, con quien convive y crían al hijo de ella, es su sostén. “Es la que me acompaña hoy. Si lo denuncie fue por ella. Ella veía secuelas en mi. También me dijo que hiciera terapia. Pero lo que más me movilizó a denunciar y lo cuento porque  quieren que lo haga, es que su hijo a los 13 años se animó a denunciar al padre por algo similar. Fue muy duro, y ella me hizo ver que si él se animaba a decir yo también podía y que así evitaría que él (López Márquez) siga haciendo lo que hizo conmigo”.

“Me sentí mejor cuando pude denunciar y ahora más que nunca quiero que se haga justicia. Buscar justicia da fuerza. Más cuando se comunicaron desde la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos conmigo. Siento que pude cerrar una página y seguí”.

Gustavo explica que el Obispo nunca se comunicó con él por iniciativa propia. Fue su pareja quien pidió una audiencia y le hicieron hacer la denuncia. “Yo creo en Dios y en la virgen, pero no creo en la Iglesia como institución”.

Quiero que vaya preso como cualquier delincuente y que no se permita que la causa prescriba”, resalta.

Pilatos

Luego de que trascendiera públicamente la denuncia, desde el Obispado de Catamarca se emitió un comunicado ayer en donde resaltan que López Márquez “ante las primeras versiones de la denuncia y sin conocer personalmente de qué se trataba, para facilitar cualquier tramitación posterior presentó su renuncia a los oficios que le fueron asignados, la cual le fue aceptada inmediatamente por el Obispo diocesano y por tanto, actualmente no ejerce ningún oficio eclesiástico”.

Esto no significa que haya renunciado a su condición de sacerdote, si no sólo a las funciones que cumplía como párroco de la Iglesia Sagrada Familia que debía ejercer hasta el año 2027. Renunciar al sacerdocio es algo que se le pide formalmente al Vaticano que es quien otorga la dispensa de su obligación al celibato y la reducción al estado laical.

Esta es la cuarta denuncia contra un sacerdote católico que suma la Diócesis de Catamarca en 9 años y la primera vez que emiten un comunicado al respecto.

“La presunta víctima se apersonó en el Obispado de Catamarca a presentar la denuncia en sede canónica. Se lo escuchó a él y a sus familiares y se les ofreció acompañamiento. Inmediatamente recibida la denuncia, el Obispado inició el proceso de indagación preliminar previsto por la Santa Sede, proceso que se encuentra en trámite, y que en nada obstaculiza a la investigación que lleva adelante la justicia en el orden civil. El Obispado prestó su colaboración a las autoridades judiciales cuando le fue requerida y está disponible para colaborar en lo que se le pida. En tanto se desarrollan los procedimientos, el Obispado reitera su disposición para acompañar a la presunta víctima y a sus seres queridos; y, al mismo tiempo, evita prejuzgar en materia”, destaca el escrito poniendo en duda todo el tiempo la veracidad del sobreviviente.

En 2018, cuando aún estaba procesado el sacerdote Juan de Dios Gutiérrez, hoy condenado a 12 años de cárcel por abusar de una adolescente, el entonces abogado del cura, Guillermo Narváez, quiso renunciar a la causa pero admitió públicamente que una llamada del obispo, Luis Urbanc, lo había hecho cambiar de opinión: "Me pidió en nombre de Dios que continúe en la defensa y que agote todas las instancias para evitar el juicio, porque he sido bendecido para lograr justicia con el sacerdote Juan de Dios Gutiérrez ante el ataque artero y malicioso en contra de la Iglesia y de quien represento".

Urbanc nuca habló sobre los abusos de Gutiérrez. Tampoco lo hizo pos los denunciados contra padre Renato de Rasgido, procesado desde 2015 por el abuso sexual agravado a un adolescente y cuya causa ha sido dilatada de mil formas para que no pueda llegar a juicio. Cuando en 2018 fue denunciado monseñor Moisès Pachado, quien fue Vicario de la Iglesia de Nuestra Señora del Valle, tampoco dijo nada. 

Hoy, ni el sobreviviente ni sus abogados conocen el lugar a donde fue llevado López Márquez. 

El cura, además de haber estado a cargo de diferentes parroquias en Catamarca durante casi 40 años de sacerdocio, daba clases en el Colegio del Cármen y San José y también el IES del Fasta y el San Pìo X. Lòpez Màrquez, es licenciado en Ciencias para Familia y Orientador Familiar Sistémico.