Publicada por Ediciones En danza (2021), Mapamundi es una escritura de la perplejidad, donde los significados se escapan al significante literario promoviendo la existencia de infinitos mundos paralelos para decodificar.

La autora de Catamarca Rosario Andrada convoca a su obra a reconocidos poetas contemporáneos como María Mascheroni que prologa la obra y el recientemente fallecido Alfredo Fressia, que hace una salutación de bienvenida tanto a la obra como a la poeta reconociendo su sello nacional en el espectro de poetas argentinos.

La lectura de Mapamundi presenta una escritura compleja, culta, que superpone varias líneas de sentido al mismo tiempo, cada una de sorprendente coherencia en sí misma. Por ejemplo, en la primera parte titulada “Universalis Cosmographia”, se puede leer la Geografía, pero también la Historia y las culturas de los distintos pueblos del globo, y al mismo tiempo, también se pueden leer el amor y la sexualidad. 

A su vez, en la segunda parte, “De la perpetua lágrima”, la autora desgarra al lector con poemas de carácter íntimo y metafísico. De manera que la voluntad de mera comprensión se bifurca hacia mundos paralelos que promueve el propio montaje de la escritura, liberando el pensar y el sentir de sus lectores, que inician su propio viaje sin ataduras, en libertad.

El desmontaje analítico inmanente se puede detener en la construcción de conjuntos figurativos que nos permiten reconstruir al menos dos direcciones del sentido, una estrictamente referencial que tiene que ver con el mundo específico de la cartografía, y otra de profundo lirismo construido de metáforas, animizaciones, encabalgamientos, que hablan de la cartografía no del mundo sino del cuerpo de la mujer amada por otra mujer. En esta dirección, pero, en una dimensión interpretativa de profundidad simbólica de mayor abstracción, rescatamos la línea de sentido que se oculta o que en todo caso aparece fragmentariamente entre líneas, y que inclusive produce un pliegue en la línea del sentido, al decir de José Luis Valenzuela (2022), cuyo retorno nos sorprende, nos saca del eje estabilizado de lectura y por ello mismo nos inmoviliza por instante, el instante efímero del descubrimiento.

De manera que en una lectura de corte inferencial vamos a distinguir un recorrido no sólo geográfico sino que también vamos a poder reconstruir una sucesión histórica a través de los poemas donde las protagonistas son dos mujeres: la cartógrafa y su compañera, rol que juega el Yo lírico de la obra. A su vez, la cartógrafa no puede ser el Yo lírico porque el Yo lírico ama a la cartógrafa: “Tu piel”; desea a la cartógrafa: “tus pechos”; admira a la cartógrafa: “éramos un pedazo de hueso avistando el mar”; idolatra a la cartógrafa como lo deja ver en el poema plegaria “Santa María, llena eres de gracia”, donde resuena en el lector aquel “bendita eres entre todas las mujeres”.

Esta misma línea isotópica de una interpretación simbólica se torna trascendente, y se actualiza en relación con la lectura de un grito libertario que encuentra resonancia en los movimientos de desnaturalización de los sentidos sociales estatizados, convencionalizados, tales como las teorías culturalistas, decoloniales, feministas y de disidencia sexoafectiva, que producen un tembladeral sobre lo estáticamente construido y reproducido, movilizando estructuras y haciéndonos entender que el amor entre congéneres es posible.

Sin embargo, también está el temor en medio del amor: “aullaré entonces/ hasta encontrar la loba/ que me dio la lengua/ el almizcle del sueño// y la muerte acechando en cada párpado”, donde por acepción de diccionario entendemos que el almizcle promueve la atracción amorosa, sexual, erótica, ante lo cual el afuera acecha con amenaza de muerte.

Y allí, en ese juego entre la historia y la geografía, andarán ellas, en una 1era. persona plural, continuando su recorrido por entre los registros cartográficos de los Siglos XVI y XVII de los marinos de aquella época de zozobra, incertidumbre, mares inmensos y revueltos, historias de ultramar, y un imaginario cargado de nereidas, centauros, vírgenes, leones encarnizados y escorpiones. Y juntas irán construyendo el mapa del mundo que es el mapa de su propio mundo, a saltos, con discontinuidades temporales y espaciales. Y así recorrerán La cordillera de los Andes, Tenerife, el Orinoco, la Bahía de Lanzarote, el mar Jónico y Reyjavik, en Islandia. Y van a recorrer también el desierto de Atacama, y la Amazonía, y nos traerán otra vez en el hemisferio sur. En ese camino valorarán las culturas. Y en las tierras del hemisferio sur americano, gritarán una denuncia en relación a los pueblos originarios en el poema “Huellas lejanas”: “el norte acechándonos/sin agua/con el peso del infortunio/y el saqueo”.

Y en medio de toda esta complejidad, el Yo lírico tiene tiempo aun para adentrarse en su propia genealogía y en su propio yo, que observa de cerca y a distancia al mismo tiempo: “sobre la mano de mi madre/recorro su palma/me detengo a deletrear cada surco/(…)/las líneas/las mías las que dibujo/cada vez/estirando el tiempo”.

Finalmente, cartógrafa y Yo lírico llegarán a la Utopía, con un epígrafe de Eduardo Galeano. Utopía, de Tomás Moro, Amberes, Abraham Ortelius en el SXVI. Cartografía de la Utopía, lugar no lugar. Mundo fantástico y basamento histórico fundante; misterios y miedos, en la obra de Andrada vemos cómo se conjuga lo material con lo espiritual, aspecto que se profundizará en la segunda parte de la obra, donde el epígrafe lo dice todo: “No vemos todo lo que existe”. Donde la poesía se impersonaliza y aparecen sentimientos como el dolor en la geografía del mundo que no vemos, que no oímos, que no sentimos, donde el mundo material convive con mundo extrasensorial, nuestros allegados muertos, espíritus, desdoblamientos de la memoria, el misterio del misterio, aquello a lo que no se puede determinar: “Alguien anda santiguándose/ en las alturas/ porque el soplo escapó de las tormentas / (…) II: hay que atar al soplo con tientos/ (…) no vaya a ser que arrastre a los muertos al callejón de la vida” . Donde también se dan las repeticiones de la vida: “ahí está la mujer/sosteniendo/ una niña; al verla supe que era yo repitiendo otra voz”. Con imágenes sinestésicas como cuando dice: “puedo escuchar la hoja/antes de caer”, Y personificaciones como en: “Los remolinos se amotinan/(…) hoy no lavarán las tumbas”. Y la percepción de lo que está y no está: “Los teros perciben lo que no se ve/no hay viento/ por eso multiplican el aleteo”.

Es decir, aparece un espacio intimista en la obra… de extrema sensibilidad y conjunción con la naturaleza animal, que percibe lo que la naturaleza humana no puede: “la eternidad parece haberse ido saltando en las quebradas”. Finísima observación del Yo lírico, que podemos decir que es Rosario Andrada hablándonos de la delicadeza de su elucubraciones solitarias, íntimas que ella transforma en poesía, incluso con la conversación con quienes ya no están: “Crecí en la memoria de mi padre… /(…) trepamos desfiladeros (..) oyendo lo que no se oye hasta que un día oí la piedra llorar”.

En definitiva, Mapamundi, de Rosario Andrada, es una obra realmente compleja en todo su ser, tanto en lo formal como en los contenidos. Y tanto es así que cuando ya creemos encontrar un sentido, la lírica nos sacude y nos pone en otra línea de sentido, y corre a los lectores de la cotidianeidad de las palabras. Porque, en definitiva, ¿qué es un mapamundi, sino el mapa del mundo, el mapa planisferio, la representación geográfica de la superficie terrestre completa? Pero este recorrido que nos propone Andrada goza de una plasticidad tan poética, que a lo largo del viaje estrictamente geográfico, también transitaremos estados anímicos, deseos, intenciones, memoria, que aúnan tanto el costado cognitivo como el emocional de los lectores que se acercan a la obra. Historia, mucha historia, sí. Un paseo por el mapa del mundo, sí. Pero también historia universal de la humanidad, realmente universal por lo diverso y particular, ya que observa y sigue a todos los pueblos de la faz de la tierra, y a la propia individualidad, reconociendo y aceptando, como decíamos, los misterios del mundo y de la humanidad.

*Profesora y Licenciada en Letras (UNCA) y Especialista en Lectura, Escritura y Educación (FLACSO).