“Susan Kare es una de esas artistas cuyo trabajo le es familiar a prácticamente todo el mundo, aunque no conozcan su nombre ni su rostro”, reza el Musée de l’imprimerie et de la communication graphique, en Lyon, Francia, que por estos días dedica una retrospectiva a la obra de esta estadounidense de 68 años, considerada precursora del pixel art. Kare es la creadora de muchos de los íconos, tipografías y diseños que se usaron para la interfaz de la primera Macintosh hogareña, lanzada con gran fanfarria en enero de 1984, un momento histórico que -para voces en tema- representa el inicio de la era moderna de la informática (con aviso publicitario a la altura de las revolucionarias circunstancias, dicho sea de paso, inspirado en 1984 de George Orwell y dirigido por Ridley Scott).

Como se recuerda en Icônes -tal el nombre de la muestra en curso en Lyon-, de Susan Kare son: el tachito de basura para destruir un archivo, la bomba que señala un error en el sistema, el reloj que se pone en marcha cuando el ordenar está trabajando, por poner unos pocos ejemplos. Asimismo es autora de fuentes como la letra Chicago, Geneva, Monaco… ¿La lata de pintura que rellena o la mano sosteniendo un pincel del MacPaint original, predecesor de Photoshop?, también son perennes contribuciones de Susan a un lenguaje visual universalmente reconocible, de innegable vigencia.

Algunos íconos de Susan Kare

“Si la Mac resultó ser un objeto tan revolucionario -excediendo por mucho la mera herramienta de trabajo, prendiendo la chispa de la imaginación de sus usuarios/as- fue, en buena medida, gracias a las tipografías e íconos de Susan Kare, que le dieron voz, personalidad, estilo e incluso sentido del humor a la computadora”, arriesgaba hace unos años Paola Antonelli, curadora del MoMA, primera en mostrar físicamente los bocetos de la diseñadora gráfica para Apple. Muchos desarrollados en papel, cabe mentar, en un cuaderno cuadriculado donde cada cuadradito representaba un pixel…

“Mi falta total de experiencia en software resultó ser una ventaja, ya que podía empatizar con el público al que aspiraba la nueva computadora: sin conocimientos técnicos previos”, dice Susan, que entonces se inspiró en los jeroglíficos, en el lenguaje de signos, en los mosaicos; también en la obra del caricaturista Honoré Daumier, en las esculturas pop de Claes Oldenburg, en el trabajo de Paul Rand (uno de los padres del diseño gráfico moderno, hacedor -entre otras cosas- de logotipos inoxidables como los de IBM, UPS, Westinghouse, etcétera). “Tuve suerte de que mi madre fuera aficionada a las manualidades y me enseñara a bordar”, comenta respecto de otra de sus grandes musas: el tejido en punto cruz.

Susan Kare

Con un doctorado en artes de la Universidad de Nueva York, su ciudad natal, donde se especializó en escultura y caricatura francesa del siglo XIX, Susan trabajaba en un museo cuando recibió el llamado de un viejo amigo del secundario, el informático Andy Hertzfeld, a la sazón diseñador de software de la -todavía en pañales- Macintosh. Él le cuenta acerca del proyecto, la invita a una entrevista en Apple, donde ella la rompe y pasa prontamente a formar parte del team de Steve Jobs. Le dan por tarea pergeñar íconos que representen un objeto o una acción en pos de facilitar que la gente navegara en esas aguas mayormente desconocidas: las de la computadora hogareña. Crear, en resumidas cuentas, un conjunto de símbolos que permitiera a la gente comunicarse fácilmente con la máquina; “humanizar la tecnología”…

Íconos

“Me encantaba la naturaleza de rompecabezas de laburar desde la limitación de 16x16 pixeles, combinando metáfora con artesanía, condensando conceptos en imágenes mínimas”, rememora la artista que, a propio decir, valora la claridad y la sencillez por encima de todas las cosas. Cuenta además que, desde el vamos, tuvo muy presente que sus íconos debían ser suficientemente expresivos para lograr un impacto, pero sin destacarse tanto que pudieran distraer. “Algo así como las señales de tránsito. Hay una razón por la que la señal de cruce escolar no muestra niños y niñas con loncheras con lunares y mochilas de superhéroes”, remarca quien aprovechó su formación artística para desarrollar una gramática universal, lúdica y accesible, intuitiva, que ciertamente ha dejado su huella en la historia del diseño. De hecho, hay quienes consideran al entrañable ícono de la Mac sonriente que solía saludar nomás encenderse el ordenador, un antepasado de los emojis de caritas.

Aquella experiencia fue el primer paso de muchos porque, en lo sucesivo, ya sea como directora creativa de NeXT -empresa que funda Jobs tras dejar Apple-, o como líder de su propia firma, S.K. ha continuado diseñando para cientos de clientes; Facebook, IBM, Microsoft y Paypal, entre ellos. Una de sus obras más memorables, por cierto, son los pixelados naipes del Solitario de Windows 3.0, un clásico imborrable que entretuvo a muchísima gente durante añares. “Es muy simpático saber que, antes de que existieran las redes sociales, incontables personas pasaban horas y horas jugando con las cartas que yo había diseñado”, comparte “la mujer que le dio una sonrisa a Macintosh”, como ha sido apodada por el New Yorker.

Solitario

“Es fantástico cuando un ícono se convierte en una abreviatura significativa”, admite quien ayudara a sentar las bases para un lenguaje digital universal; aporte que, entre otros galardones, le valiera ser reconocida con el Premio Nacional de Diseño a la Trayectoria, que entrega el prestigioso Museo Cooper-Hewitt, en Estados Unidos. Al respecto, subrayaba su curadora de diseño contemporáneo, Ellen Lupton: “Cuando Kare ayudó a crear la interfaz de Apple a principios de los 80, fácil de usar, amable con el público principiante, las computadoras recién empezaban a hablar en imágenes en lugar de códigos. Su trabajo logró que los más novatos se sintieran bienvenidos y seguros, ¡aún cuando el sistema colapsaba y aparecía la infame bomba pixelada! Sus obras en mapa de bits fueron reemplazadas más tarde por versiones coloridas, más elaboradas y mejor definidas, pero siempre fieles a la línea de pensamiento de Kare”.

La propia Susan ha explicado que su intención era trasladar “la sensibilidad de artista a un mundo que había sido dominio exclusivo de ingenieros y programadores”, esperando “contrarrestar -en la medida de los posible- la figura estereotipada del ordenador como algo frío e intimidante”.

Macintosh, 1984

Vale decir que, en 2015, mismo año en que el MoMA incorpora sus dibujos preliminares para la Mac a su colección permanente, Pinterest la contrata como líder de diseño de productos. Alto cargo que -como recuerda la exposición en Lyon- abandonó el año pasado “para unirse a Niantic Labs, empresa especializada en realidad aumentada, donde actualmente trabaja; un movimiento que sorprendió a unos cuantos, pero que hace sentido repasando la hoja de ruta de Susan Kare: siempre a la vanguardia de la investigación y el desarrollo de la tecnología de punta”.

“Si algo he aprendido en todos estos años, de colegas y diseñadores que respeto y admiro, es cuán importante resulta pensar en lo que significan las imágenes, no solo en cómo lucen. Además, claro, de desarrollar propuestas coherentes y comprensibles. Fue Paul Rand el que una vez me dijo: ‘No trates de ser original, solo tratá de hacer un buen laburo’, consejo que siempre intento tener presente. Cuando estudias historia del arte, te das cuenta de que prácticamente todo está hecho, pero sí podés esforzarte para establecer nuevas conexiones entre las ideas y las imágenes”, las palabras de quien, en sus ratos libres, gusta surfear en el mar con sus hijos, escuchar audiolibros, jugar al frisbee con su perro Pepper y hacer -cómo no- manualidades…  

Bocetos en papel para Apple