Alberto Fernández renovó su llamado a la unidad, en medio de la tensa interna en el Frente de Todos. Fue durante un acto con dirigentes sindicales en el que señaló que “los compañeros que plantean disidencias no pueden ser los enemigos”. Siguiendo la línea discursiva trazada en el acto del fin de semana en el Chaco sostuvo que "la marcha peronista tiene razón cuando dice 'todos unidos triunfaremos'". "Recordemos que cuando nos dividieron, ganó (Mauricio) Macri", expresó.

En la sede del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (Smata), en el marco del 77° aniversario de la fundación del gremio, Fernández le bajó el tono a los intercambios internos del último tiempo. “Que un compañero piense una disidencia, piense distinto, ¿cuál es el problema? En el fondo todos creemos lo mismo y queremos una Argentina justa, libre y soberana", enfatizó, y apuntó hacia dónde tiene que mirar realmente el oficialismo: “Entre nosotros no están los enemigos, los enemigos son los que sumieron a la Argentina en la desgracia que vivimos y que nadie se olvida”.

Con la estrategia de cambiar el eje de la discusión política y plantear un escenario de polarización con Juntos por el Cambio, el mandatario pidió que se tome en cuenta "dónde estábamos --cuando comenzó su gestión--y lo que hicieron los que hoy andan dando cátedra de ética, de moral y de gobernabilidad por todos los medios del país”. En ese sentido, recordó que su gobierno tuvo que renegociar la deuda multimillonaria con el Fondo Monetario Internacional “en medio de la pandemia de coronavirus”.

En su intervención, el Presidente también destacó la recuperación económica y de ingresos que experimentaron el país y los argentinos durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. “El salario real en la Argentina creció 19 puntos", indicó y subrayó que en la gestión de Mauricio Macri perdieron “20 puntos”. Asimismo, resaltó que en la gestión de Cambiemos “se perdieron 160 mil puestos de trabajo formales en la actividad industrial, se cerró el 8,4 por ciento de las industrias que existían y cerraron 24.700 PyMEs”.

“De los 48 meses que duró la gestión que nos precedió, en 46 meses consecutivos se observó destrucción del empleo formal”, agregó, dando cuenta del impacto negativo que tuvo en el mercado de trabajo. Y recordó, para hacer énfasis en la gravedad de la situación, que cuando llegó a la Casa Rosada “el salario real era igual al del 2003".

Frente a esto, Fernández realizó un resumen de las acciones encaradas por el Gobierno nacional ante la pandemia y retomó la prédica que pronunció a principios del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), cuando afirmó que “la economía que se cae se puede recuperar, pero la vida que se pierde, no”. En ese sentido, remarcó que sostuvo aquella idea a pesar de los "bocinazos, banderazos y quemas de barbijos" por parte de un sector de la sociedad, y subrayó que fue la misma Organización Mundial de la Salud (OMS) la que reconoció el trabajo sanitario de la Argentina, colocando al país “entre los que mejor la afrontó” la crisis. Irónicamente, “los mismos medios que intoxicaron la cabeza de los argentinos, que todos los días siembran desánimo, no lo difundieron, no lo contaron, lo callan, lo silencian", señaló en el acto en el que se desarrolló la Confederación de Sindicatos Industriales de la República Argentina (CSIRA).

El jefe de Estado estuvo acompañado por el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Julián Domínguez; el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello; los secretarios de Relaciones Parlamentarias, Institucionales y con la Sociedad Civil de Jefatura de Gabinete, Fernando Navarro, y de Industria, Economía del Conocimiento y Gestión Comercial Externa, Ariel Schale; el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, y autoridades de gremios nacionales como el titular de SMATA, Ricardo Pignanelli.

Con un discurso en tono de campaña, el presidente afirmó que “un país sin industria es un país sin trabajo”, y consideró que “Argentina tiene una enorme oportunidad y lo único que queremos es seguir creciendo y aumentando la producción”. En esa línea, pidió una distribución adecuada para que las ganancias de la actividad productiva “no se vayan al bolsillo de unos pocos mientras millones quedan sumidos en la pobreza”. Y volvió a direccionar sus críticas a la oposición: “Para ellos el trabajo es un costo. Pero para nosotros el trabajo, asociado al capital, es progreso”, afirmó, y concluyó: “Esa es la diferencia entre un gobierno que piensa en la gente y otro que piensa en sus amigos”.