El Frente de Todos atraviesa una contradicción que no termina de saldarse. La rueda gira empantanada. Por un lado, las facciones más vinculadas a los sectores populares le reprochan a la conducción la lenta o nula recuperación en su calidad de vida. Por el otro lado, esta conducción, vinculada a la figura del Presidente, recrimina la falta de acompañamiento y de apoyo por parte de los integrantes más combativos de la coalición.

Las dos posiciones se muerden la cola. En definitiva, son las dos caras de la confrontación que encarna el propio frente desde su conformación. No es ninguna novedad: el FdT es altamente contradictorio porque tiene en su seno a los dos más claros perdedores del modelo macrista: parte de los grupos económicos locales y los sectores populares. La síntesis que se observó en 2019 para destronar al macrismo fue fundamentalmente electoral, en tanto que la síntesis política no logró sostenerse más allá de los primeros meses de gobierno.

Si no hay una reorientación de la política económica que permita recomponer los ingresos de los sectores populares de forma verdaderamente tangible, la unidad del frente es en vano y se disolverá, tal cual lo expresa el núcleo duro del kirchnerismo. 

Si no hay algún tipo de acuerdo con el FMI también se parte, y es lo que sostienen los grupos no solamente porque las empresas pierden financiamiento y se incrementa la presión sobre el tipo de cambio, sino fundamentalmente porque el Fondo es también en cierta medida una garantía de los grupos ante las demandas de los sectores populares. A esto se adiciona además la mezquindad y el interés propio de egos de magnitudes significativas y distintivos de estos ámbitos de poder.

Si no hay dispositivos políticos para administrar esa contradicción, el FdT tiene los días contados, especialmente en tanto a sus posibilidades electorales, lo cual implicaría una derrota para todas las partes implicadas en la coalición, pero como es usual, los que más pierden son los más débiles. 

El peligro del retorno de la derecha

Esto es así porque estas dos facciones mencionadas no pueden acceder al poder la una sin la otra. Del lado de enfrente, la alternativa política que se alista para recuperar el Poder Ejecutivo se relame con su programa de devaluación, de ajuste, de privatizaciones, de mayor desempleo y mayor caída del salario real. Es en el centro de este escenario donde radica la mayor victoria de los sectores más encumbrados de la pirámide social, representada por aquel fatídico momento en que el país volvió a endeudarse con el FMI doblegando las posibilidades, principalmente de los sectores populares pero también de los capitales productivos nacionales.

Sobre llovido mojado: primero, una pandemia que debilitó aún más de lo que estaba al entramado productivo y social, y ahora una guerra que dispara el precio de los commodities, sumando más leña al fuego de la inflación. Estos dos acontecimientos de gran trascendencia económica no pueden ser soslayados al momento de analizar la coyuntura económica y política por ninguna de las partes implicadas.

Además, aún en este espinoso escenario, según los últimos datos publicados por el Indec, en febrero pasado la actividad económica registró un crecimiento de 9,06 por ciento interanual y una expansión de 1,8 por ciento respecto a enero en la medición mensual desestacionalizada. De esta forma, en términos de actividad el primer bimestre de 2022 fue el mejor de los últimos cuatro años, marcando un crecimiento de 7,1 por ciento contra 2021, de 4,7 por ciento contra 2020 y de 2,8 por ciento contra 2019. 

En el mismo sentido, la actividad industrial registró en 2022 el mejor primer trimestre en cuatro años, ubicándose 9,8 por ciento por encima del nivel alcanzado en el mismo período de 2019.En este marco de crecimiento, según la última medición publicada también por el Indec, la tasa de desempleo cayó a 7,0 por ciento en el cuarto trimestre de 2021 frente al 11,0 por ciento registrado en el mismo período del año anterior y el 8,2 por ciento del trimestre previo. Así, el desempleo alcanzó el menor registro de los últimos cinco años.

Estos datos no resultan menores y no deben ser ignorados, sino que, por el contrario, resaltan el importante proceso de recuperación que atraviesa la economía. Si bien aún falta mucho, es indispensable defender enfáticamente este sendero de crecimiento del empleo, del entramado productivo y del consumo.

Las opciones

Ante la disputa interna que atraviesa el Frente de Todos tiene dos posibilidades: 

1. Consumirse al calor de esta confrontación y dar vía libre al regreso del neoliberalismo, con sus nefastas implicancias para la mayoría de los argentinos. 

2. Dirimir sus diferencias de la manera menos ruidosa posible, aceptando concesiones de ambas partes y manteniendo la unidad, de forma de llegar a 2023 con chances de defender sus propios intereses, que penosamente se encuentran seriamente amenazados, en particular desde el retorno del FMI en condiciones sin precedentes y violatorias incluso en los propios términos del estatuto del organismo. 

En definitiva, la política se trata también esencialmente de darle estabilidad a lo inestable. Si la amalgama no se fortalece y los dos sectores en disputa no se encolumnan detrás de un discurso sólido que defienda sus intereses comunes, lamentablemente ya se sabe cómo termina la película.

* Economista UBA. @caramelo_pablo