El 25 de junio no es una fecha más para la historia del fútbol argentino, debido a que se conmemora el aniversario del primer título mundial. El triunfo ante Países Bajos en el estadio de River Plate, se convirtió en la piedra fundamental para un seleccionado que luego continuaría acumulando más gloria. 

Los nombres de aquel plantel incluyen a Jorge Mario Olguín, quien se desempeñó como lateral derecho en todo el torneo, y terminó siendo uno de los valores más altos del conjunto de César Luis Menotti. 

El sábado se cumplieron 44 años de ese logro, y al mismo tiempo se presentó Olguín, una historia para contar, el libro donde se refleja toda la carrera deportiva del protagonista, en un gran trabajo realizado por Ezequiel Suárez, periodista de Dolores, ciudad nativa de Olguín.

"El libro surgió de la amistad con Jorge, y de una charla donde le prepuse hacerlo, con la idea de dejar algo. El es una persona muy importante para Dolores, y merecía tener su historia en un libro. También a mí me fue atrapando la vida de él", le cuenta Suárez a Líbero.

"El tenía la convicción clara de que iba a ser profesional, y de que iba jugar en la Selección Argentina. Eso fue lo raro, y lo soñó tan fuerte que lo pudo concretar. Debutar en la Primera de Alvarado de Mar del Plata, a los 14 años, es muy fuerte, y por eso también quedó en la historia marplatense. Su vida parecía guionada. Y tuvo la particularidad que salió campeón en todas las divisiones inferiores", agrega el autor.

Olguín debutó en la máxima categoría convirtiendo un gol de penal. En 1972 fue bicampeón con San Lorenzo, cuando lo dirigía Juan Carlos Lorenzo, y además participó en muchos partidos especiales: el debut de Maradona; la inauguración del estadio Chateau Carreras de Córdoba. 

La obra cuenta con la palabra de sus ex compañeros, quienes destacan una particularidad del protagonista. "Ellos remarcaron su convicción clara y su hombría de bien. Como dijo (Leopoldo, ya fallecido) Luque 'la persona superó al futbolista'. El no tuvo ni una mancha, correspondió con hechos lo que dijo con palabras. En su época de inferiores el desarraigo era tremendo, y él no flaqueó nunca", explica Suárez. 

La enseñanza principal que le dejó al autor fue que "logró todo por su convicción. El fue dirigido por Menotti y por Bilardo, pasó por las mejores manos del mundo del fútbol. Fíjate que aparece hasta en el tango que cantó Maradona con la letra cambiada: "El sueño del pibe". Diego pudo haber puesto a cualquiera, sin embargo lo puso a Olguín. Los que siguieron la campaña de Jorge lo comparan con (el alemán, Franz) Beckenbauer", se entusiasma el periodista.

Ezequiel Suárez, Olguín, y Vito Amalfitano en la presentación. Imagen: Alejandro Leiva.

Olguín resalta mucho a Menotti en su carrera, debido a que el equipo que ganó el Mundial jugaba como al ex San Lorenzo y Argentinos Juniors le gustaba. 

"Este libro es como retrotraerme a mi inicio de historia futbolística, porque más allá de que Alvarado me dio el pie, llegar a San Lorenzo fue muy importante, y en ese club empecé la construcción de un jugador profesional", le cuenta Olguín a Líbero.

"Cuando uno llega -continúa Olguín- a cierta edad, a veces se te pasan algunas cosas que hiciste, y el autor las buscó para sumarlas al libro, y son hechos que uno en ciertos momentos no recordaba. Estoy contento de haber realizado el libro, ya que más allá que es lindo tenerlo, a uno le sirve para rememorar varios hechos del pasado". 

El protagonista, a los 70 años, considera que la obra "es un tesoro. Porque uno piensa muchas veces lo que hizo y lo que no". Y va más allá: "El fútbol me dejó un montón de cosas lindas, no sólo el Mundial de 1978. Es difícil enumerar la cantidad de cosas que uno ha logrado en la vida, yo estoy muy conforme con lo que hice, y llegar a tener un libro es algo que no pensaba".

A su edad, Olguín se encuentra en este momento conduciendo una escuela de técnicos, en la que trata de transmitir cosas que aprendió, para trabajar con los chicos y también con los grandes. Además, está armando un proyecto importante para ayudar a los clubes de barrio y a la gente que tiene necesidades.

"Me da mucha felicidad saber que acompañé bien a otros futbolistas tanto de la Selección como de los clubes donde jugué. Eso es lo más importante, saber que uno contribuye en un grupo de personas, y que con el tiempo lo terminan reconociendo los propios compañeros", se despidió el campeón del mundo, cuando recorre los testimonios de los colegas con los que le tocó jugar.