Recientemente una notoria líder política lanzó la consigna "capitalismo para todos", cruel ironía en un país con el 40% de la población empobrecida.

Falaz enunciado claramente incumplible si se procura igualdad.

El capitalismo es un sistema basado en la desigualdad, las inequidades y las injusticias, en la explotación de quienes estamos obligados a vender nuestra fuerza de trabajo para obtener el diario sustento alimentario, sanitario, etcétera.

Por otra parte, luego de propiciar durante años la política de planes sociales, ahora cumpliendo con las directivas del FMI se recortan o anulan a miles de personas cuyas precarias vidas son cada vez más miserables.

Además luego de diversas maniobras de cooptación y captación de lideres piqueteros, en el presente son denostados o enaltecidos según quién emite el discurso.

La represión a las personas pobres es parte esencial del sistema para perpetuar los privilegios de las clases dominantes.

La pobreza sigue creciendo y es muy buen negocio para demagogos y burócratas.

La exclusión social sigue creciendo y es inocultable.

El frío arrecia en este invierno de paradojas.

La protesta social y las acciones de lucha están legitimadas por la insatisfacción de las necesidades básicas de cientos de miles de personas.

Pero la lucha debe ser autónoma de mediadores que aspiran a seguir pactando con los poderosos y son correa de transmisión de un sistema perverso: el capitalismo.

No podrán doblegar el malestar popular y de las clases subalternas con discursos, gases y balas. No podrán

 

Carlos A. Solero