Ante la a veces incómoda y siempre recurrente pregunta de “¿qué música hacés?”, Bárbara Pascual, guitarrista y cantautora argentina, encontró la manera adecuada de driblear el problema: “Hago músicas del río a la llanura y de la llanura al río… no fue sencillo llegar a esta síntesis”, sonríe ella, a poco de presentar lo que hace, en Circe. “Mis composiciones encuadran dentro del género folclórico bonaerense, al que conocí cuando me vine a vivir al interior de la provincia de Buenos Aires, y del que me enamoré. En fin, el río representa mi lado cancionista, y la llanura mi lado folclórico”, detalla ella, ahora así, con más precisión.

El show de Pascual en la Fábrica de Arte de Manuel Rodríguez 1559 será este sábado a las 20. Quienes se apersonen, se encontrarán con un puñado de canciones atravesadas por las geografías sonoras antedichas, varias compuestas por ella, y otras no, pero “hasta ahí”. Entre tales, alguna que otra pieza del “Cuchi” Leguizamón, de Atahualpa Yupanqui, o de Jorge Fandermole. “Algunas las toco sola con la guitarra, en otras se va a sumar Santiago de Felipe con su bajo, y también vendrá Juan Martin Medina como invitado para acompañar en otras canciones”, anticipa.

El péndulo entre llanura y río que traza la guitarrista para identificar sus músicas, se vincula directamente a una situación vivencial. Dieciséis años atrás la artista formada en bares porteños “entre bandas de rock y música country” tomó la decisión de irse a vivir a Las Flores, bello pueblo campero distante doscientos kilómetros de Buenos Aires. La mudanza vital la impregnó, además de paz y tranquilidad, de músicas que hasta entonces desconocía. “Vivir en Las Flores me interpeló profundamente. Me hizo descubrir una parte de mí que no conocía, y que tenía que ver con vivir la música desde un lugar mucho más sincero, humilde, sencillo y genuino. Estando acá, empecé a construir un proyecto artístico que va más allá de sólo tocar la guitarra y cantar”.

En Las Flores, además de trabajar una huerta casera y dar clases, Pascual dirige un taller de ensamble, se reúne a musiquear con amigos y, fundamentalmente, compone. “Si estas vivencias cotidianas tienen que ver con cosas que me movilizan en lo emocional o me enfrentan a mis fantasmas, seguramente terminan en la letra de una canción. Yo sólo puedo escribir sobre cosas que siento, cosas que me pasan y que me atraviesan”, asegura.

De esas emociones, en efecto, están hechos sus dos discos a la fecha (el solista Luz de sal y Musicargentina, junto a Ezequiel Rocha) y seguramente el que vendrá… un EP de seis canciones, que aprovechará para mostrar –en parte—durante la noche de Circe. “Me dejo sorprender por las diferentes sonoridades que me rodean, sin importar de donde provengan”, redondea la cantautora atravesada por dos suelos, y sus circunstancias, claro.