Desde Santa Fe

Aníbal Cattáneo relató ante el Tribunal Oral de Santa Fe los efectos del terrorismo de Estado en un niño. El tenía diez meses cuando un grupo de tareas fusiló a su padre, Carlos Cattáneo, en Santa Fe, y secuestró a su madre, Amalia Antonini, en Paraná. “Hoy estamos en un Estado de derecho. El otro fue el Estado terrorista y así lo voy a llamar yo”, dijo en el juicio a cuatro ex policías federales imputados –entre otros hechos- por el “homicidio agravado” de su papá, el 27 de febrero de 1976. El día que marcó su vida. Aníbal es el primer Cattáneo que llega a la sala de audiencias. “No vengo acá con ánimo de revancha. No es lo que quiero. Vengo por mis hijos. Con ganas de que se haga justicia, que es lenta, pero justicia”, les pidió a los jueces. “Tengo derecho a saber qué pasó y en qué en circunstancias”.

A sus 47 años, Aníbal habla en nombre de sus padres y de una familia diezmada por el terrorismo de Estado. Ya en enero de 1976, su tía Marita Cattáneo había sido detenida en Reconquista. Su tío Mario Cuevas logró escapar de los desaparecedores. En febrero, un grupo de tareas del Ejército y de la Policía Federal ejecutó a su papá y secuestró a su mamá. En marzo, después del golpe de Videla, otro secuestro: el de su abuela Carmen Cattáneo, que estaba a cargo de su crianza. En diciembre, el “Indio” Cuevas es uno de los fusilados en la masacre de Margarita Belén. El amparo de Aníbal, que recién caminaba, y de su primo Andrés de un año –hijo de Marita y Mario- era la casa de su abuelo Carlos Cattáneo, el único que quedó libre.

La abogada querellante de Hijos Lucía Tejera le explicó por qué lo habían convocado a testimoniar en el juicio. “Te queríamos preguntar si podés contarnos qué significó en tu vida el asesinato de tu papá. Cómo pudiste reconstruir lo que pasó. ¿Quién era tu papá?

“Me encantaría completar la información de quién era mi papá, pero lamentablemente no lo conocí”, respondió Aníbal. “Para mí significó justamente esa falta. Una falta enorme, cualquiera que no haya tenido padre lo entiende. Así que en lo afectivo fue un golpazo. Hoy como padre de una nena y un nene me doy cuenta. Realmente me hizo falta toda la vida. Me doy cuenta de eso ahora, 47 años después. En lo emocional, un golpe durísimo”.

“No tener un guía, un padre, es muy difícil”, dijo Aníbal. “Las cosas no son sencillas. Las dificultades económicas, como cualquiera que pierde uno de los soportes de la familia. Convivir con personas que habían sido afectadas en forma directa como mi madre. Muchos problemas, pero sobre todo el vacío”.

En la infancia y en la adolescencia, la falta del padre significó también “la falta de respuestas”. “De no estar seguro en qué circunstancias” lo mataron. “Muchos años, mucha bronca” por la pérdida. “Por no poder ni siquiera poner una cara a esas personas. Me refiero a los matadores”, expresó Aníbal. “No vengo acá con ánimo de revancha. No es lo que quiero. Vengo por mis hijos. Con ganas de que se haga justicia, lenta, pero justicia”.

–¿Qué te pasó para venir a sentarse acá, ante los jueces del tribunal –le planteó Tejera.

–Tenía ganas de dar la cara. Venir a expresarme. Estamos en un Estado de derecho. El otro fue el Estado terrorista y así lo voy a llamar yo. El Estado es algo grande y tengo todo el derecho del mundo a saber qué pasó con mi padre y en qué circunstancias” –contestó Aníbal–. Me hubiese gustado que este juicio fuera antes. Pero voy a tratar de ver el vaso un poco lleno, aunque tenga dos milímetros de agua. Por suerte llegó este día. Me gustaría que la justicia sea más expeditiva, sobre todo para mis hijos. Tener confianza en la justicia es tener confianza en el país que viven mis hijos hoy. Tengo ganas de que tengan una justicia más rápida. Solo eso.

–¿Estás bien? –le preguntó Lucía.

Aníbal sonrió.

–¿Cómo fue tu infancia?

–Me crié en Reconquista, con mis abuelos, porque mi madre estaba presa. Ellos trataron de darme una contención y creo que lo lograron. Mi infancia fue normal.

Aníbal explicó entonces por qué habló del “Estado terrorista. Así lo voy a llamar yo”, había dicho. “Porque durante muchos años escuché que mi padre era un terrorista y con eso no se vive fácil”. En el trato con sus compañeros, algunos comentan lo que escuchaban en sus casas acerca del hijo de… “La verdad es que había un prejuicio muy grande. Y eso fue un choque muy grande” con otros pibes, en una ciudad chica como Reconquista, atravesada por la dictadura.

En el norte, el plan sistemático quedó a cargo de la III Brigada Aérea. Su jefe de Inteligencia, Danilo Sambueli, asumió como interventor de la Municipalidad de Reconquista el mismo día del golpe. En 2013, en el primer juicio a la patota, Sambueli fue condenado a 21 años de prisión por secuestros, tormentos y “violación agravada” a dos hermanas. “Yo soy la víctima”, decía. Falleció en 2015 en prisión domiciliaria, antes de responder en un segundo juicio por la apropiación de otro niño.

Aníbal dijo que conocía la militancia de su papá en el PRT y que pudo reconstruir retazos de su historia. “Tuve la suerte de conocer a María Inés Gutiérrez”, que era la segunda pareja de Cattáneo.

–¿Qué recuerda de su padre? –le preguntó el fiscal Martín Suárez Faisal.

–Tengo entendido que me vio un día antes de su fallecimiento (en un encuentro en Paraná). Lo único que me queda de él no es una imagen. Es la sensación de un abrazo. Para mí, era un tipo amoroso, que quería al hijo que trajo al mundo.