La ministra de Economía, Silvina Batakis, llegó a su cargo con una serie de desafíos que empezó a acomodar por capítulos a sólo una semana de su asunción. Negociaciones por la deuda con el FMI, la segmentación de tarifas y subsidios y la situación de las reservas del Banco Central. Pero el más importante, a días de que se conozca la inflación de junio vía el INDEC, es la pulseada política que deberá librar para ordenar el escenario de los precios. Una puja que incluye una guerra dura con empresas de alimentos y el campo primario, que desde que operaron los cambios en el Gabinete y la crisis política interna del Gobierno, escalaron en remarcaciones preventivas y sin sustento en los números de mayores costos. Además de fuertes retenciones en las ventas de soja  por parte de los productores, que operan a niveles inferiores a los de los años de la 125. 

Ya ayer sábado a primera hora, y ante la urgencia de la agenda, la ministra convocó a una reunión con todo su gabinete, nombres que terminó de confirmar el viernes por la noche y que muestran una composición variopinta, también, respetando la lógica de representación de Todos. 

La sucesora de Martín Guzmán es la espada del principio de un acuerdo político de todo el Frente de Todos. Apoyada en ese aval -que corrió las tensiones existentes durante la gestión anterior al menos hasta que se empiece a discutir el rumbo- saldrá a combatir una inflación que no se pronostica menor al 70 por ciento anual si continúa esta dinámica. Batakis busca -según contaron a Página I12 diferentes fuentes que fueron parte del proceso de paz política entre el presidente Alberto Fernández, la vice Cristina Kirchner y el titular de Diputados, Sergio Massa- un esquema de trabajo articulado con otros ministerios y organismos del Estado para un abordaje integral y más consistente, pero sobre todo con resultados palpables. Hace unos días se dio la primera muestra. La ministra recibió en Hacienda a las empresas productoras de la canasta básica. La acompañaron el ministro de Desarrollo Productivo, Daniel Scioli, y el presidente del Banco Central (BCRA), Miguel Pesce. 

"Les vamos a pedir tres cosas", conceptualizaron los funcionarios presentes. Esas tres cosas, según supo este diario, fueron que colaboren con el Gobierno, que tengan "sensatez" a la hora de establecer la política de precios y que, dato no menor, "se están viendo remarcaciones que no tienen justificación". En esa mesa participó el flamante secretario de Comercio, Martín Pollera, que ya venía charlando del tema, por teléfono, con varias firmas. Lo propio hizo Scioli. Esa dinámica es nueva porque muestra que Producción salió del rol pasivo en la materia, que se había tomado cuando el ex ministro Matías Kulfas delegó a Comercio Interior en Economía. Hoy Scioli, un histórico con ascendencia en el Círculo Rojo, también está jugando para que los empresarios moderen las subas. No garantiza resultados per se, pero Guzmán no creía que fuera necesario trabajar sobre los sectores formadores de precios para moderar el impacto inflacionario. 

En ese encuentro antes mencionado hubo referentes empresarios de Molinos Río de La Plata, Arcor, Mastellone, Mondelez, Quilmes, P&G, Unilever, Coca Cola. Las empresas presentes se comprometieron a bancar, pero en el Gobierno quieren verlo en los papeles. La semana que se inicia tiene en carpeta más reuniones con firmas y con referentes del sector agropecuario. La idea oficial es que se modere en la segunda parte de julio la suba virulenta en alimentos que se viene plasmando en el inicio del mes. El dato no es menor: el próximo jueves el INDEC dará un IPC de junio algo por encima de los 5 puntos y se espera para julio resultado incierto. Aún saliendo items estacionales, la volatilidad política de la salida de Guzmán pegará en el índice. 

En paralelo, el Gobierno juega cartas con el BCRA en un escenario donde las empresas precisan divisas para producir. En ese mismo encuentro, se les planteó que no puede ser que requieran del Estado y que eso no se vea en precios. Y les adelantaron también que la cesión de dólares para producir se pondrá en orden en pocos días. Según fuentes de Producción, la caída en el uso de divisas para la importación de energía redundarán en una normalización en los primeros días de agosto. Pero el Gobierno quiere, de ahora en más, que ante cada pedido haya una contraparte. 

Domar a los tramposos

Esta semana hubo dos síntomas de que la pelea por los precios será compleja. Por un lado, el sector comercial recibió de parte de los proveedores de canasta básica listas de precios con subas de hasta 30 por ciento, sin ninguna justificación más que la especulación. Al tope de las remarcaciones estuvo la santafecina Vicentin -que hace aceites pero también papel y derivados- y algunas de las que se vieron con Batakis, como Unilever y Molinos. En el sector privado afirman que esas remarcaciones se dieron por temor a un congelamiento de precios más amplio, algo de lo que Batakis no dio ni da señales. Además, esgrimen el famoso eslógan del costo de reposición. Según las propias empresas contaron a este diario, la mercadería que se comercializa hoy se produjo, en general, varios meses atrás, con costos muy inferiores y sin volatilidad. Ergo, los aumentos responde a una presión o para devaluar o para obtener mayores márgenes. 

Por otra parte, algunos acontecimientos dan la pauta de que el lock out patronal que armó la Mesa de Enlace para el 13 de julio, se adelantó varios días. Fuentes del sector contaron a este diario que el ritmo de venta de granos de soja de parte de los productores está 4,8 millones de toneladas abajo que en igual período del 2021. Eso, a valor FOB, representa unos 2832 millones de dólares menos y es en volumen mucho menor de lo que se vendía en los años de la 125, el conflicto con el campo más importante en la historia argentina. 

Hoy, los silobolsas de los sojeros están de fiesta a la espera de una devaluación y esa demora podría afectar no sólo el ingreso de divisas a futuro sino a los precios domésticos. Prefieren no vender aún con un valor internacional muy conveniente. Otro dato impactante que escenifica la complejidad de las negociaciones: entre enero y lo que va de julio, los productores de soja entregaron sólo 11 millones de toneladas. Tienen 33 millones sin vender y sin precio, que suponen venderán recién en diciembre. La situación es llamativa si se pone sobre la mesa, por ejemplo, que Brasil, a esta altura del año, tiene a sus productores con el 70 por ciento de su cosecha ya vendida. 

Además, en el caso de Argentina, si se toma la primera semana de julio, se vendió un cuarto de lo que se vendió en mismo período del 2021. No casualmente, esas fechas coinciden con los cambios en el Gabinete, la renuncia de Guzmán y las corridas cambiarias con disparada del dólar blue. 

Equilibrio a la espera de objetivos

Batakis asumió Economía como parte del acuerdo político de un Frente que se reseteó no sólo en personas sino en ideas. "Se van a rediscutir pautas en todos lados", confió a este diario una fuente cercana al Presidente. Una de ellas es que habrá más profundidad en las discusiones con los sectores del poder económico. Guzmán no era un gran creyente en esas cuestiones y eso, admitido por las propias empresas, facilitaba manejos unilaterales que los ceos consideraban naturales para el mercado. A decir verdad, ni Guzmán ni Kulfas creían en trabajar sobre el poder económico como algo central en el marco de la inflación. Naturalmente, el problema es multicausal y tan importante, que no es ese el único factor, pero a la vez el contexto no permite soslayar ningún aspecto. 

La otra relación que se va a modificar es la de la ministra con los cuadros de Cristina Kirchner en Energía. Hace unas horas, Darío Martínez, el secretario del área, la invitó a participar de la apertura de ofertas para la construcción del Gasoducto Néstor Kirchner. Dos días antes de eso, Batakis se reunió en su despacho con Martínez y Federico Basualdo, el subsecretario de Energía Eléctrica. "Hoy todo cambió", afirman de ambos lados, luego de una relación sin retorno que había con Guzmán y, sobre todo, con Santiago López Osornio, secretario de Planeamiento Energético que respondía a Guzmán y estaba a cargo de la quita de subsidios. Hoy, de hecho, ese cargo está vacante y abierto a la negociación para ocuparlo. 

El tema de las tarifas, que también tiene una fuerte conexión con la cuestión de los precios, está en agenda. ¿Seguirá la segmentación por ingresos que había definido Guzmán? Esa decisión ya se expresó en un decreto del Presidente, que podría ser corregido con alguna salvedad técnica si se decide cambiar el rumbo. Si bien nada aún está definido en la materia, hay una intención de debatir y articular que antes no existía y que enderezó la política y, por supuesto, la salida de Guzmán del cargo.