La historia de la República de Corea evoluciona sobre una trayectoria signada por la tenacidad, perseverancia, la tragedia y la restauración. Desde los albores de la larga lucha independentista (donde mujeres como Ryu Gwansun jugaron un papel determinante) el país vivió sumido en periódicas convulsiones internas y bajo el dominio del Imperio del Japón desde 1910 hasta 1945. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, el territorio peninsular fue cruzado por tensiones bipolares que dieron por resultado final la división Norte - Sur por el Paralelo 38 que hasta hoy perdura. De la partición geográfica, con sus consecuentes secuelas humanas, surgiría una Corea del Sur pobre, agrícola y un escaso desarrollo industrial. Para una atrasada Corea bajo los condicionantes de la “estrategia de contención”, la Argentina se presentaba como “un modelo industrial” a imitar, surgido bajo el paradigma de la sustitución de importaciones.

Los sesenta trajeron consigo el resurgimiento de Corea del Sur; sucesivos gobiernos militares implementaron planes quinquenales, alentaron la creación de empresas nacionales (chaebols), impulsaron el desarrollo tecnológico y las inversiones en educación; así, la planificación estratégica estatal fue clave para el despegue socio-económico nacional. En los albores de este proceso, la Argentina y la República de Corea establecieron relaciones diplomáticas. Fue durante el gobierno del ex presidente Arturo Frondizi; corría el año 1962. Una Corea amenazada por desafíos alimentarios y de seguridad requería de la Argentina agroindustrial insumos y productos para satisfacer la oferta alimentaria interna. Asimismo, ante los temores generados por las permanentes tensiones con Corea del Norte, la ex URSS e incluso la China maoísta, la Argentina abrió sus puertas para el arribo de los primeros inmigrantes surcoreanos a partir de 1965. Los llamados “colonos” coreanos encontraron entonces refugio en Lamarque, Provincia de Río Negro. Durante la década del ochenta, una segunda ola inmigratoria consolidó la radicación de la comunidad coreana en el país.

Con el correr de las décadas, desde los setenta hasta fin del siglo XX, ambos países bifurcan su derrotero socio-económico. Argentina ingresa en una fase de inestabilidad política y caída económica; contrariamente, la República de Corea consolida su posición como potencia industrial (electrónica, automotriz, naval), dinámica exportadora, inversora global y, gracias a la internacionalización de sus grandes firmas (LG, Samsung, Daewoo), como potencia tecnológica global.

No obstante, desde fines del siglo XX hasta la actualidad, las relaciones bilaterales se han intensificado mediante diversas visitas de alto nivel, el desarrollo de una agenda cooperativa en múltiples ámbitos (Naciones Unidas, G-20, FMI, BID) y a través de diferentes mecanismos de diálogo, coordinación y cooperación (ejemplo, Comisión Mixta). Estos avances fueron coronados mediante la firma de una Asociación estratégica integral en 2014, durante el gobierno de la ex presidenta Cristina Fernández. Los flujos de comercio, la radicación de inversiones por parte de firmas coreanas en nuestro país, programas conjuntos de cooperación técnica internacional en terceros países, coincidencias sobre Derechos Humanos y cooperación en usos pacíficos de la energía nuclear son algunos de los capítulos que integran una matriz de entendimiento que perdura y acerca gobiernos y pueblos. Una activa comunidad coreana nutre nuestra cultura. Integrada a nuestra sociedad sus hijos se educan en colegios y universidades por cientos. Su aporte a través del arte culinario, el teatro, la danza, la música (K-pop) atraen al público argentino. Hoy, más allá de los intereses económicos, como expresó el embajador de Corea en Argentina Jang Myung-soo en una reciente conferencia dictada en la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), el conocimiento y el acercamiento cultural deben ser los motores principales para impulsar relaciones bilaterales más profundas entre ambas democracias.


*Licenciado en Relaciones Internacionales. Coordinador académico de la maestría sobre Argentina-Corea de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) e investigador del CONICET.