El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) analiza el lugar donde funcionó el centro clandestino de detención conocido como Puesto Vasco, la exsubcomisaría de la localidad de Don Bosco, en busca de evidencias de enterramientos clandestinos. Según pudo saber Página/12, los antropólogos hallaron una anomalía en el terreno que abonaría la hipótesis de que algunas de las víctimas del terrorismo de Estado podrían haber sido enterradas allí.

Puesto Vasco fue uno de los centros clandestinos que funcionó en lo que se conoció como el Circuito Camps, la estructura represiva que dependía de la Policía bonaerense. Como tal fue el segundo campo de concentración en magnitud represiva dentro del partido de Quilmes, detrás de la Brigada o Pozo de Quilmes. Por Puesto Vasco pasaron, entre otros, los integrantes del Grupo Graiver y el director de La Opinión Jacobo Timerman. Se estima que, al menos, 70 detenidos-desaparecidos estuvieron cautivos allí.

La subcomisaría de Don Bosco dejó de funcionar en agosto de 1970, pero, para el momento del golpe, se reactivó como centro clandestino. Según el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, Puesto Vasco habría estado operativo entre marzo de 1976 y diciembre de 1979. Una investigación de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos sostiene que se desactivó para finales de 1978.

Por sus dimensiones reducidas, Puesto Vasco no llegó a albergar a grandes cantidades de secuestrados de manera simultánea. Sin embargo, quienes sobrevivieron recuerdan la crueldad con la que se vivía allí. El edificio era de una sola planta, que se dividía entre oficinas y calabozos muy pequeños y oscuros. La cocina era usada como sala de tortura.

Hasta hace unos pocos meses, el lugar funcionó como una comisaría de la mujer. En junio del año pasado, la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, recibió las llaves del lugar y se empezó a trabajar en la conformación de un espacio de memoria. Ese proceso también impulsó las investigaciones, particularmente desde la Secretaría de Derechos Humanos del municipio.

Como parte de ese relevamiento, los funcionarios locales dieron con una declaración que prestó en 1984 un exintegrante de la patota de quien fue director de Investigaciones de la Bonaerense Miguel Osvaldo Etchecolatz. Se trata del expolicía Julio Alberto Emmed, que se presentó ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) y relató que era parte de la custodia oficial de Etchecolatz durante los años de la dictadura. Como tal, Norberto Cozzani –el ladero del entonces director general de Investigaciones– le ofreció “trabajar para combatir la subversión”. A esa tarea se dedicó Emmed en Puesto Vasco, COTI Martínez y Arana. Hacia finales de 1977, Emmed presenció un operativo en el que mataron a un grupo de prisioneros en un descampado y, según él, incineraron sus cuerpos en Puesto Vasco.

Después de su declaración ante la Conadep, Emmed empezó a recibir amenazas. Al año siguiente, en el Juicio a las Juntas recortó mucho su declaración y le anunció a la Cámara Federal que iba a levantar la denuncia que habían hecho sus familiares por estos aprietes. Ante la mirada desorbitada del juez Andrés D’Alessio, Emmed dijo que sus parientes no habían entendido bien sus dichos. Al tiempo, lo mataron de un tiro en la calle en un supuesto asalto.

El trabajo

Con la declaración de Emmed que aportó el Archivo Nacional de la Memoria (ANM), la Subsecretaría de Derechos Humanos bonaerense le pidió al juez federal de La Plata Ernesto Kreplak que convocara al EAAF para analizar el lugar. En agosto del año pasado, Kreplak les dio intervención a los antropólogos y dictó una medida de no innovar para que no se tocasen ni la edificación ni el baldío que está en la parte posterior del terreno y que sería el que marcó Emmed en los años ‘80.

A los pocos días, el EAAF visitó el lugar. Encontraron que gran parte del terreno estaba lleno de automóviles, camiones y containers de la Policía bonaerense. El gobierno provincial y la Municipalidad de Quilmes se ocuparon de sacarlos. También debieron desmalezar el patio para que el EAAF pudiera usar el radar en la zona.

El EAAF comenzó con las excavaciones el 6 de julio pasado. En menos de dos semanas, hubo resultados. En el patio, los expertos encontraron un pozo semicircular de aproximadamente dos metros de diámetro con desechos. Algunos de estos desechos eran de los años de la dictadura. Se hallaron, además, signos de quema –alambres de cubiertas de autos– como decía el testimonio de Emmed. Se espera que el EAAF esté varias semanas más trabajando en la zona y, de esa forma, precise cómo seguirán las tareas que generan grandes expectativas entre sobrevivientes y familiares de las víctimas.

Este miércoles estuvieron recorriendo el lugar el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla Corti, junto con Matías Moreno, subsecretario de Derechos Humanos bonaerense, la intendenta Mendoza y Natalia Federman, directora del EAAF. También fueron parte de la comitiva Lorena Battistiol Colayago, directora de Sitios de la Secretaría de Derechos Humanos, y Mariela Fumagalli, responsable de la Unidad de Búsqueda del EAAF.