La foto asombra: con el salario perdiendo contra la inflación y problemas serios en la distribución del ingreso, la volatilidad cambiaria y de remarcaciones la hicieron los únicos sectores de la economía que en lo que va del Gobierno de Alberto Fernández ganaron a niveles récord o recompusieron márgenes de ingresos no sólo post pandemia sino luego de los años de Mauricio Macri en el Ejecutivo.
Si bien los errores políticos y de articulación del frente de Gobierno son centrales para explicar la situación de debilidad, los sectores antes mencionados son los mismos —algunos sectores de campo y los formadores de precios, sobre todo— que procedieron de forma similar en el tramo final del gobierno de Juntos por el Cambio. Con una diferencia: exceptuando al sector financiero, allí no hubo ganadores y las ventas se derrumbaron en buena parte del mandato.
Cuando esos mismos actores consiguieron, en plena crisis de los salarios y la inflación que pega a los más necesitados, mejoras importantes en relación a los tiempos de Macri, aún así salieron a dar una pelea política en todos los frentes.
El jueves al mediodía, la muestra de la Rural en Palermo era un hervidero de negocios y loas a la venta récord de maquinaria agrícola y cosechadoras. El sector que pasa sus mejores años de la historia viene de un lock out patronal de ventas y casi que estableció en los restaurantes del predio ferial un comité con dirigentes de Cambiemos para mirar la jugada que viene.
No son todos, pero el los empresarios agrarios pisaron más de 14 mil millones de dólares en ventas de granos a la espera de una devaluación y otro tanto tiene sin liquidar la agroindustria, según el ministerio de Agricultura. Tienen razones lógicas de reserva de valor, pero esa retención se está haciendo con los precios de los granos cayendo en Chicago. Ergo, la apuesta es que la devaluación les recupere incluso lo que pierden por no vender cuando los precios caen.
El segundo lock out que padeció el Gobierno fue el de los dueños de colectivos. El sector, aún recibiendo subsidios récord y convocado a una mesa de negociación, mantuvo el lock out de funcionamiento de unidades del 50 por ciento de la plaza. Y terminó forzando una recomposición en las tarifas que está demasiado conectada a esa medida de fuerza empresaria.
Ante un Gobierno débil por decisión propia, los factores de poder parecen demostrar que de ellos el Ejecutivo no podrá obtener nada distinto a condiciones de guerra constantes.
Pero el síntoma más serio el oficialismo lo padece en las góndolas. Esta semana volvieron a llegar listas de precios con aumentos muy fuertes de precios por parte de los fabricantes de alimentos y bebidas. Y un dato más duro: según fuentes del sector que hablaron con PáginaI12, el abastecimiento en góndolas, que normalmente está entre 95 y 97 por ciento, hoy llega sólo al 72 por ciento. En paralelo, las 10 empresas líderes del sector alimentos subieron los precios, en lo que va del año, por encima de los niveles de inflación.
Esa postal de las empresas que están nucleadas en la Cooordinadora de Productores de Alimentos (Copal), muestra un síntoma muy complejo. Los sectores que especularon con precios y abastecimiento ya trasladaron los aumentos a la evolución de los dólares paralelos. Es decir que forzar al gobierno a una devaluación redundaría en una doble ganancia de esos sectores. Lo curioso aquí es que buena parte de esas firmas, como los casos de Arcor y Molinos, volvieron a recuperar el signo positivo en los balances y en las ventas luego de los cuatro años del Gobierno de Macri, que fueron para esas firmas los peores años de su historia en la Argentina.
En medio de su propia interna, tan radical y despiadada respecto al rumbo a seguir, parece haber dejado de lado que el frente más complejo en las negociaciones era el poder económico. Que lo que disputa es su propio rumbo, más allá de que los contextos los pongan, hoy, en cifras de negocios históricas, aún en tiempos de post pandemia y una guerra en Ucrania que promete prolongar una crisis global.