“Lo intentaste, fracasaste, no importa. Inténtalo de nuevo. Fracasa mejor”. La frase de Samuel Beckett suele ser interpretada de manera errónea por el emprendedurismo, pero en este caso inspiró el título de la muestra “Hemos fracasado”, que puede visitarse de lunes a viernes, de 10 a 19, en la Sala de Exposiciones Manuel Belgrano de la Legislatura Porteña hasta el 18 de agosto.

El proyecto de las artistas Clara Luz Gils y Claudia Hercman comenzó hace dos años, cuando fueron seleccionadas para exponer en el Palacio Legislativo. El resultado de esa convocatoria fue la muestra titulada “Heridas públicas. Dolencias privadas”, que se inauguró el 25 de noviembre de 2020 pero no de manera presencial sino a través del canal oficial de YouTube. Mucha agua corrió debajo del puente y aquella muestra –como tantas expresiones artísticas– tuvo que ser repensada y reconfigurada.

“Esto empezó en pandemia ante aquel ‘quedate en casa’. Nos preguntábamos qué íbamos a hacer. Yo podía quedarme en mi casa: tengo un lugar ameno, entra el sol, tengo comida, pero pensé en quienes no tienen todo eso. ¿Dónde están? En los ranchos. Entonces empecé a hacer ranchitos. Y cuando ocurrió la toma de Guernica, me dije: ‘es por acá’”, cuenta Gils en diálogo con Página/12, y enumera una serie de temas que le resultan particularmente interesantes como la fragilidad o la memoria.

Gils es artista textil, pero en el proyecto instalado en el subsuelo de la Legislatura las materialidades trabajadas son muy diferentes a las que suele utilizar. “Fue absolutamente nuevo y un cambio así siempre implica un proceso. Empecé a trabajar esta modalidad con la idea de hacer algo más pequeño –los llamo mapas o territorios– pero a medida que avanzaba se fue haciendo cada vez más grande. Aquella obra que presentamos de manera virtual les gustó mucho, nos dieron la posibilidad de hacerla nuevamente, pero no quise ir por el mismo lugar entonces viré por completo”, explica.

“Hemos fracasado” aloja esa semilla que dio origen a todo: los ranchitos se exponen en un rincón de la sala, bañados por una luz tenue que llega desde atrás, con sus paredes, puertas y ventanas diminutas. Pero también están aquellas obras que fueron creciendo en el proceso y hoy se expanden por el espacio: entre ellas una estructura enorme que cuelga del techo y, dependiendo de la perspectiva, puede adoptar la forma de columnas, brazos o alas desplegadas. También están las pinturas de Hercman, con grandes precipicios y pequeñísimos personajes, o las esculturas que representan partes del cuerpo humano despojadas de la piel y la carne: una mano extendida que ruega o sostiene, un pie con clavos, una boca gritando.

En el pasaje de la virtualidad a lo presencial, las materialidades cambiaron radicalmente: lo textil derivó en papel de diario. De algún modo, Gils transforma la supuesta basura en material precioso, y allí reside una de las mayores riquezas de cualquier manifestación artística. Cuando se le consulta por ese viraje, la artista comenta: “Se trata de pensar un poco en esas noticias de ayer que hoy ya no sirven para nada. Hace un tiempo trabajé bastante con personas en situación de calle y mucha gente utiliza el papel de diario para taparse a la noche, porque es un gran transmisor de calor”.

Clara explica que los agujeros “representan los vacíos” y las palabras “tienen que ver con lo que nos pasa”. Esas palabras también la visten el día de la inauguración, porque lleva un collar hecho con recortes. Sus piezas alojan los retazos de noticias ya viejas, pero en esas cartografías las frases descontextualizadas adquieren nuevos sentidos. Gils se declara lectora fiel de Página/12 y militante. “Estoy desde el número cero. Desde entonces pasaron muchas cosas, pero es el único diario que entra en mi casa. Busqué la forma para que los agujeros sean lo que yo quiero que sean. En el suplemento Soy, por ejemplo, hay mucho. Yo apoyo todas estas luchas disidentes”, afirma.

Clara y Claudia participan del mismo taller de escultura. “Trabajando juntas encontramos muchos puntos en común: fundamentalmente esto del quiebre, la rotura, lo no dicho. Al mismo tiempo, la sutura, tratar de componer y salir adelante. Creo que eso es lo que se ve acá: hemos fracasado, sí, pero tenemos esperanza, hay resiliencia y tratamos de coser o enmendar sin callar”, dice Hercman y asegura que –a pesar de que trabajan con materiales y métodos en apariencia disonantes– las dos hablan de lo mismo: el silencio, la curación a través de la palabra, las migraciones, el hambre, la memoria, la identidad. Tal como reza el texto de la exposición, la pregunta es una: “cómo construir una resistencia ante la inminente derrota”.

Cuando se les pregunta por el papel del arte en sus vidas, Gils responde: “A mí me salvó y creo que a todos. Por mi historia personal puedo decir que el arte salva y cura. Enfrenté distintas situaciones personales y creo que es mi motor para seguir en este camino, te motiva a convivir con muchas frustraciones pero también te hace muy feliz”. Hercman, por su parte, sintetiza: “El arte es vivir. Yo vivo a través del arte, y creo que para la sociedad es una forma más de comunicar. Está muy bueno que cada uno vea algo propio en una obra, sin que nadie trate de imponer ninguna idea o preconcepto”.

Florencia Nieto, curadora de la muestra, explica que el proyecto fue mutando, las artistas cambiaron pero también las situaciones a nivel mundial. “Pedimos a la coordinación de la Legislatura modificar el proyecto que se había presentado porque quedaba caduco frente a la pandemia y la guerra”, dice, y cuenta que le gusta mucho hablar con los creadores, seguir de cerca el curso del trabajo: “Los artistas nunca se quedan quietos, siempre se mueven hacia adelante y surgen nuevas ideas”. Así es como las tres llegaron a este nuevo enfoque que rescata lo anterior pero que también propone una visión transformadora.

Para Nieto ese carácter transformador se evidencia “desde la precariedad que es curada a partir de lo textil o el papel en el caso de Clara, y en los cuerpos que se resisten a perecer y se mantienen en pie a pesar de estar en ruinas en el caso de Claudia”. Más allá de su connotación aparentemente negativa, la curadora afirma que el título reformula aquella frase de Beckett y propone la idea de “un derrotero, esa idea de ponernos la camiseta y salir adelante. Nos parece que saber dónde estamos parados nos permite volver a crecer desde las tinieblas”.

* Hemos fracasado se puede visitar de lunes a viernes de 10 a 19 en la Sala de Exposiciones Manuel Belgrano de la Legislatura Porteña (Perú 160) hasta el jueves 18 de agosto.