A 70 años del fallecimiento de Eva Perón (7 de mayo de 1919- 26 de julio de 1952), el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón–Museo Evita y el Centro Cultural Kirchner (CCK), dependientes del Ministerio de Cultura de la Nación, presentan una serie de homenajes para recordar el legado de una de las mujeres más importantes de la historia social, cultural y política del país. En este marco, el CCK (Sarmiento 151) inauguró la muestra de pinturas Nadie sino el pueblo me llama Evita, del artista plástico Daniel Santoro, que puede visitarse de miércoles a domingos, de 14 a 20, con entrada gratuita (no se requiere reserva previa). “Es muy lindo tener siempre la oportunidad de mostrar obra. No es nada excepcional, son obras ya vistas. Pero es un orgullo participar de estos homenajes”, resalta Santoro a Página/12. “Acá te ve muchísima gente, es muy variado el público y creo que es un gran logro del Centro Cultura Kirchner”, apunta sobre la diversidad de personas que circulan por el espacio.

La muestra consta de cuatro obras de Santoro que ponen el acento, justamente, en la ausencia física de Eva Perón. No se trata de obras realizadas para la ocasión, sino una selección de pinturas que fueron creadas entre 1998 y 2005. “Las obras están referidas a la muerte de Eva Perón, a las manipulaciones de su cuerpo y a las consecuencias de esa ausencia”, precisa el artista plástico. “Hay una que es de las primeras que hice sobre el tema de Eva Perón, que es de 1998. E insólitamente hay algunas obras que aparecen muy pregnantes en la serie Santa Evita, con Natalia Oreiro. Una de ellas, la obra 'Eva Perón concibe la República de los Niños' (2002), fue publicada en la tapa de la novela Santa Evita (1995), de Tomás Eloy Martínez. Y se ve que ha influido en la imagen de la serie: ése cuerpo extendido, con la mortaja. En mi caso yo la hice embarazada, con una bola de vidrio, que es la República de Los Niños”, describe Santoro.

En otra de las obras, “El guardapolvo nuevo” (2005), una niña luce frente a su madre costurera un guardapolvo recién confeccionado. Detrás de ellas, un retrato de Eva Perón aflora como símbolo de protección. Y sobre la mesa de la máquina de coser descansa el libro La razón de mi vida, de 1951. “Está Eva como un recuerdo, representada en un retrato, como una especie de garante de la justicia social. En la escena, una chica muestra orgullosa su guardapolvo almidonado. Entonces, me pareció que todo tenía que ver con ese momento trágico, horrible, de manipulaciones y demás. Y finalmente la trascendencia mítica”, explica Santoro. ‘'El saqueo de la ciudad justicialista" (2001), otra de las pinturas, “alude a esa violación (se refiere al robo de su cuerpo en 1955), porque aparece en la escena el féretro de Eva Perón abierto y vacío. Un poco tomado de la virgen, de María Auxiliadora, y tiene que ver con el auxilio que hace Eva Perón a los más necesitados. Y esos rayos que salen de su mano son las virtudes: dar de comer al hambriento, ayudar al que no tiene vivienda. etc. Son los siete mandatos de la misericordia. Entonces, tiene que ver con esa representación católica, el ritual trasladado a la figura de Eva Perón”.

"-¿Y “Rescate de la mamá de Juanito Laguna frente a las costas de Chapadmalal” en qué está inspirada?

-Esa es otra en la que el recuerdo de Eva Perón aparece como una especie de mascarón de proa en ese bote. Y es como el garante también de que salva a la niña escolarizada que se está ahogando frente a las costas de Chapadmalal, que era otro lugar de felicidad y justicia social. Entonces, ese lugar ya no le pertenece a ésa niña, se está ahogando en un mar tormentoso y hay un descamisado que la está poniendo a salvo en ese bote donde está la cabeza de Eva Perón.

-¿Qué es lo que te resultó fascinante de la figura de Evita para que esté tan presente en tu obra?

-Es todo un periodo en el que trabajé intensamente con eso porque me parece que lograr ese estatuto mítico no es tan fácil y es muy raro en el ambiente de la política. Generalmente caen los paradigmas. Lenin era alguien en su momento, pero ya no lo es. Lo mismo Mao, Stalin; todos los grandes líderes caducan, por distintos motivos. En cambio Eva Perón crece, sigue autoproduciéndose. Eso es algo curioso. Tal vez solo el Che Guevara tiene esa energía propia. Entonces, todo lo que se hace en contra o a favor de Eva Perón alimenta su mito incluso. Se torna invulnerable esa capacidad de proliferar. Y de apegarse a distintos mitos históricos. Por eso, la dimensión religiosa, la santidad, el hada buena, la mujer malvada; todas son formas míticas de lo femenino que se le pegan a Eva Perón y prosperan con ella. Eso es la gran iconicidad que tiene.

-¿Y ése carácter icónico resultó un desafío mayor para tu trabajo?

-Yo lo trato como un evento mítico, lo asumo en esa dimensión, un poco como otros pintores en su momento trabajaban los mitos griegos. Produce imaginarios que me parece interesante trabajar. Más allá de la dimensión política exacta. Muchas veces las obras son muy polémicas, como en la que está Evita comiéndole las entrañas al Che Guevara (“La piedad”). Todas esas cuestiones de los mitos mesoamericanos, cuando se comen algo del otro para adquirir los poderes de esa persona. Entonces, Eva Perón también se encuentra en ese lugar. También es la Diosa Kali que destruye las ciudades, no solo las construye. Eva Perón cuando quiere desmontar la ciudad y hacer que cada ladrillo sea peronista está desmontando una ciudad (“Evita como Kali”, 2000). Después hace Ciudad Evita y eso es una capacidad de la Diosa Kali: constructora y destructora.

-En este sentido, lo de la construcción de la Ciudad Infantil –que también aparece en tu pintura- es uno de los hitos de su vida, ¿no?

-Era como un orfanato pero representaba el modelo de la justicia social. A los niños más pobres les daban las cosas de los niños más ricos. Y reponían de esa forma la justicia, una forma radicalizada de justicia social. Entonces, el niño pobre tenía un nuevo destino que era el mismo destino que podía haber tenido cualquier niño de la oligarquía. Si a esos niños les había faltado todo, les iban a dar todo. Una cosa muy extraña y radicalizada, que es un invento de Eva Perón, porque no hay otro modelo mundial. Es performático, es muy creativo en ese sentido. Ella crea esa idea y me parece que tiene un valor enorme.

-¿Evita, además, es una de las autoras cruciales de la invención del relato peronista?

-Cuando ella crea la Ciudad Infantil inventa la idea de que son los únicos privilegiados los que van a estar ahí. Y el privilegio real es que se le asigna un nuevo destino. O sea, el reparto de la riqueza no es suficiente para ella, por eso reparte un nuevo destino. Hay una redistribución de destinos. Por eso le cambia los destinos a los chicos pobres: les enseña a hacer trámites bancarios, a manejar automóviles, algo que en ese momento era muy audaz. Entonces, eran pequeños burgueses los que genera ahí. Y todo eso lo hace con una frase: "Para que nuestros niños pobres no tengan nada que envidarle a los hijos de la oligarquía". Esa es una frase tremenda, porque politiza la envidia. El gran privilegio es no tener que envidiar: eso sana el alma, produce seres positivos, sin tantas oscuridades. Y eso sí que es justicia social.

-¿Y cómo creés que la recuerda hoy la sociedad argentina?

-Cuando se trata de un mito los recuerdos ya se filtran a través del ícono y todo queda muy mediado, muy lejano, como San Martín. El hecho histórico ya fue filtrado por muchas instancias y eso hace que no haya un recuerdo directo. Sino que el recuerdo se da a través de relatos, invenciones. La mentira y la verdad es lo mismo para el mito. No tiene filtro en ese sentido. Todo lo agigante. Nadie sabe cómo era San Martín exactamente, lo sabemos por un montón de cosas que se dicen. Y con Evita pasa más o menos lo mismo. Y esa memoria permanece, se agiganta y no sabemos lo que puede un mito, hasta dónde puede operar políticamente.

-En tu obra aparece Evita como símbolo de lucha, como pieza clave de la felicidad del pueblo, pero también aparecen otras caras no tan luminosas.

-Sí. Porque lo mío no es celebratorio. También me gusta indagar en los lugares oscuros y en la parte que no está homologada políticamente. Yo no hago pintura política a pesar de que parece. La pintura política siempre tiene algo de celebratorio, de hablar de un sujeto histórico, revolucionario y qué sé yo. Y algunas garantías políticas, pero yo no tengo garantías ahí. Y, bueno, muchas veces se arman polémicas y eso me encanta. Conceptualmente no me interesa hacer arte político en el sentido literal del término, de celebrar algún aspecto de la política. Siempre hay oscuridad, siempre hay algún impedimento, melancolía, partes que no son visibles. Eso es lo que me interesa porque ahí hay más poética. Me interesa construir una poética, no un tratado político. Y yo no soy ningún garante de nada. Para ser bien claro, no comulgo en absoluto con (Ricardo) Carpani, por ejemplo.

-¿Y estás pendiente de la recepción de tu obra?

-En general la recepción siempre fue muy buena. Tengo buena recepción en todos lados, entre los compañeros y entre los enemigos. Porque está abierta la lectura, sobre todo por eso. Yo creo que ese continente que deja un agujero me parece que es la zona poética, donde se abre la lectura. Por ese motivo a mí me gusta más Borges que Leopoldo Marechal.

La historia de un cortometraje

Con la participación del ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, el Museo Evita (Lafinur 2988,) proyectará este lunes a las 19.30 un cortometraje inédito protagonizado por Eva Perón, La Luna de miel de Inés, de 1938. Con el apoyo también del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón (INIHEP), el corto publicitario (del aceite Olavina) dura seis minutos y se trata de su primer papel protagónico. Durante el evento, también participarán la presidenta del INIHEP, Cristina Álvarez Rodríguez, y el crítico, divulgador e investigador de cine Fernando Peña, quien identificó el documento fílmico. "Un señor M. Casenal aparece acreditado con el argumento y la dirección. Los únicos protagonistas son Eva Duarte, como la mujer del título, y el actor Claudio Martino, como Ernesto, su flamante marido", precisó Fernando Martín Peña en una nota publicada el año pasado por este diario. "La trama del cortometraje no trata sobre una luna de miel sino sobre lo que ocurre a su término. Ernesto llega a su casa desde la oficina para almorzar y espera que su esposa Inés tenga todo preparado", precisa Peña. La cinta se recuperó en 2019 y estaba en manos de dos hermanos de filiación peronista, Sergio y Tito Livio La Rocca, que la conservaron durante décadas. El padre de ambos, Alberto La Rocca, fue director de la distribuidora INCA. Films de la Argentina entre 1936 y 1938.

 

Muestra fotográfica

 

Como parte de las actividades del 70 aniversario de su fallecimiento, también podrá visitarse la muestra Vocación y destino, una exhibición que reúne fotografías de Annemarie Heinrich, Alberto Hayllí, Pinélides Fusco y Martínez. Se trata de un conjunto de retratos de Eva Perón que dan cuenta de su transformación de una joven actriz a la figura política que marcaría el rumbo de la historia argentina del siglo XX. Estos retratos dan cuenta de su enorme multiplicidad y las variadas significaciones que despierta su figura. “En los 70 sobrevino la montonera de pelo suelto y alegre, basada en la fotografía tomada por Fusco y que devolvía una Eva revolucionaria que habilitaba la disputa con Perón. Luego de la derrota de esos proyectos políticos, en los ‘90, el fin de la historia mediante y una nueva piel para el peronismo, se construyó la Eva santa y el ícono pop; una Eva pochoclera, del entretenimiento”, sostienen en la curaduría de la muestra. “¿Hay una Eva verdadera? Todas las múltiples Evas habilitaron su sobrevida, su enorme potencia para seguir diciendo cosas nuevas en cada hora, incluso setenta años después de su muerte. Sin embargo, realizar el ejercicio de volver a la historia, a la Eva que ella eligió ser, debería ubicarnos nuevamente en el campo de batalla en el que decidió disputar”, completan. La exhibición puede visitarse en la Sala S101 del Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151) a partir del 26 de julio, de miércoles a domingos, de 14 a 20. La entrada es gratuita y no requiere reserva previa.