"Este es 'el' lugar para estar en un día como hoy", comenta la camarógrafa mientras ajusta los dos trípodes para tomar todos los detalles de una escena singular. "Hoy" es anteayer, domingo, en uno de los alfombrados túneles del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río, Rosario). El frío, el viento, el humo y las nubes suman un exterior adverso mientras en esta suerte de catacumba atemporal apenas iluminada, teatralmente encendida, la artista y consultante Ayelén Coccoz se sienta con su doble, una muñeca construida por ella misma, ante la tarotista Pilar Sequeira y su propia "muñeca viva", obra también de Ayelén. Entre unas y otras, se tiende una mesa con símbolos astrales y un mazo de naipes del Tarot de Marsella. La camarógrafa hace malabarismos con sus equipos y acrobacias físicas para tomarlas a las cuatro, que para acentuar la perfecta semejanza están vestidas de tal manera que hasta las ropas entre retratada y retrato se parecen por completo. Alrededor, entre el público, se sienta la acuarelista y poeta María Zulema Amadei, con su muñeca que la representa. Varios retratados más acuden con sus pequeños dobles, creados por Coccoz. El círculo de concurrentes presta una atención intensa. La consultante hace una pregunta, a través de su muñeca. La muñeca de Pilar escucha. Las cartas son accionadas por las muñecas, con sus bracitos articulados y sus diminutos dedos. Las retratadas las mueven como con hilos invisibles y les transfieren su energía. "¿Cómo estás, chiquita?", había saludado tiernamente la tarotista a su doble. Parece un juego de niñas, pero la pregunta es grave y profunda: "¿Qué va a pasar con estos retratos cuando las retratadas hayan muerto?"

La performance forma parte del proyecto Po_otoreto y de la muestra En sus manos, que puede visitarse hasta el 20 de agosto, de martes a sábados de 15 a 19, en las Galerías del CCPE. El curador de la muestra, Mauro Guzmán, codirige la galería Desmayo (solicitar turno a [email protected]) que, no lejos de allí, en una esquina tradicional del antiguo Rosario, ofrece en exhibición otras obras y videos del mismo proyecto de Coccoz. Un doble o "retrato viviente" de uno de los yoes alternativos ficticios de Guzmán, llamada La Guzmania (en honor a una planta selvática de ese nombre), se expone en el CCPE en medio de un jardín salvaje en miniatura, hecho de fragmentos de obras de Mauro: pelos plateados, montes de pesadilla. El día del cierre, tendrá lugar la tercera y última perfo de la muestra, más bien un happening, que consistirá en devorar en forma colectiva una de las muñecas, una Paula Manaker hecha de chocolate. 

Mientras se desarrolla la muestra, Manaker dirige en la sala Príncipe de Asturias de la misma institución una obra: Hombre enterrado, en la que actúa su compañero, Federico Tomé. Federico está retratado al pie del pedestal en que se yergue la Paula de chocolate. Se encuentra sumergido hasta la cintura en una materia espesa que él mismo revuelve con un cucharón de madera. El pequeño hijo de ambos, Marino, es el autor de su propio muñeco y de los dibujos en grafito que orlan el pasillo transversal. Es como si el muñeco hubiera ido dibujando sus propios autorretratos en lápiz. Un amigo de Paula, Vicente Seoane, fue retratado sobre uno de los remos que él mismo talla en madera para navegar el Paraná. Cada "escena" recibe una luz teatral, que acentúa lo que Coccoz llama "la potencia de movimiento" de sus muñecos articulados. Las escenas pueden interpretarse como ficciones o alegorías, más allá del retrato: un hombre se cuece a sí mismo; otro naufraga en aguas invisibles, y una figura femenina demasiado parecida a las esculturas figurativas modernistas de Lucio Fontana (u otros) se yergue desnuda y efímera en su pedestal de papel dorado.

"Parecen obras de artistas diferentes", comenta Amadei sobre la pequeña galería de sus acuarelas que, seleccionadas por el curador, acompañan su efigie móvil. Ella estudió la técnica Suibokuga de la pintura sumi-e con el sensei Tomás Yamada, y algunas de sus obras más japonesas y paisajistas en blanco y negro se exponen junto a otras, coloridas y gestuales, donde Amadei busca su propia síntesis personal. La artista Eugenia Calvo se para sola en su propia casita de muñecas, a través de su doble. "La que está haciendo zoom consigo misma es mi hija Chiara Morelli, que vive en Berlín", explica Ayelén para dar cuenta de la primera de las seis escenas, donde por una ventanita se ve a Chiara hablar sin audio, solo moviendo los labios, ante otra Chiara que la escucha sentada. Cada retrato de cada persona retratada está presente en la muestra con su propia producción (de pensamiento, de obra plástica o teatral); incluso Calvo, cuya obra consiste en intervenir espacios con el propio cuerpo y de ahí el vacío a su alrededor.

Coccoz no recuerda una epifanía en particular de donde haya surgido Po_otoreto, una palabra japonesa que proviene del inglés (y, a su vez, del francés) "portrait", retrato. A la mente de la cronista acude tardíamente un antecedente local: las muñecas articuladas y autorretratos de Pauline Fondevila. Pero la charla de domingo con Ayelén versa sobre el vudú (que no se trata de pinchar alfileres, sino que constituye una visión animista y afro del alma como algo que puede fragmentarse y depositarse en otros objetos además del cuerpo... "¡como en Harry Potter!", exclama la artista), y ella nos habla de lo normalizada que se encuentra en Japón la relación humano-muñeco, desde la tradicional función de protección hasta los usos sexuales contemporáneos. Japón fue su primera escala en un viaje de aprendizaje de técnicas artesanales y una prolija investigación por el universo de los muñecos: en la literatura, el ballet (Coppelia a la cabeza), el cine y la práctica del ventriloquismo, donde está prohibido que un muñeco huérfano sea adoptado por otro ventrílocuo. ¡Hasta encontró un video documental sobre Chassman y Chirolita! El gran profesionalismo de Coccoz, quien expone y vende obra en Alemania, le permite una dedicación a tiempo completo, sin la cual no habría alcanzado semejante excelencia. 

Hay una línea que recorre todo ese mapa y es el concepto de "magia homeopática" que elabora James Frazer en La rama dorada. A diferencia de la magia simpática, que obra por contigüidad, la homeopática obra por semejanza. La semejanza es clave en la idea de que algo del retratado pueda animar su retrato. Algo de magia simpática se añade en secreto a Po_otoreto: al menos un mechón de cabello del humano en el muñeco, dice Coccoz. Reflexiona la cronista: el arte puede ser un lugar desde donde crear comunidad a partir de nociones sobre la vida que trasciendan la cosmovisión materialista capitalista que nos oprime. Más info en: www.ayelencoccoz.com y en: https://pootoreto.com/