La justicia estadounidense devolvió este lunes a Camboya 30 valiosas obras de arte jemeres robadas de los templos de Angkor, el mayor conjunto arqueológico del mundo.

El fiscal federal de Manhattan, Damian Williams, entregó oficialmente ante la prensa al embajador de Camboya en Estados Unidos, Keo Chhea, las 30 antigüedades que llegaron de manera ilícita a Estados Unidos.

"Celebramos hoy la devolución del patrimonio cultural de Camboya al pueblo camboyano y reiteramos nuestro compromiso para reducir el tráfico ilícito de obras de arte y antigüedades", dijo el fiscal.

Entre las piezas hay una escultura de la diosa hindú "Skanda montada en un pavo" del siglo X y otra de la misma época del dios Ganesh. Las dos fueron robadas en Koh Ker, una antigua capital jemer, a 80 km de los célebres templos de Angkor, según la justicia federal.

Estas 30 obras - que datan de entre la edad del Bronce y el siglo XII - fueron sustraídas, como miles de otras piezas, en la década de 1970 durante las guerras en Camboya, antes de la reapertura del país en la década de 1990.

La justicia federal recuerda que miles de estatuas, esculturas y dinteles jemeres fueron objeto durante décadas de un tráfico internacional desde Camboya hacia anticuarios en Bangkok, en Tailandia, antes de ser exportados ilegalmente por coleccionistas, empresarios o hasta museos en Asia, Europa y Estados Unidos.

La justicia del estado de Nueva York se comprometió a devolver obras de arte de origen ilícito: en el verano de 2020 y a fines de 2021, devolvió más de 700 piezas a 14 países, entre ellos Camboya, India, Pakistán, Egipto, Irak, Grecia o Italia.

En 2021, el coleccionista estadounidense Michael Steinhardt devolvió unas 180 antigüedades robadas en los últimos años, por un valor de unos 70 millones de dólares.

Este acuerdo entre la justicia y Steinhardt, de 80 años, le permitió escapar a una inculpación a cambio de no poder comprar ninguna obra más en el mercado lícito del arte.

Angkor, el mayor conjunto arqueológico del mundo (400 km²), fue la capital del imperio jemer (IX-XIV siglos). Clasificado como patrimonio mundial de la Unesco desde 1992, esta joya se ha vuelto a abrir al turismo tras dos años de pandemia.