Los líderes de la Unión Europea dieron ayer una fría recepción a la oferta de la primera ministra británica Theresa May acerca de la situación de los ciudadanos europeos residiendo en Reino Unido una vez consumado el Brexit. Este plan es considerado como “ridículo” para los principales afectados, mientras que May lo calificó como justo.

“Mi impresión es que la oferta británica está por debajo de nuestras expectativas y podría agravar la situación de nuestros ciudadanos en Reino Unido”, dijo en rueda de prensa el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, al término de una cumbre de dos días en Bruselas. Theresa May había prometido a sus 27 socios que los europeos residiendo de manera legal en su país podrían permanecer tras el Brexit e, incluso, optar a un “estatuto definitivo” con derechos como a la educación para quienes lleven más de cinco años. “Ese es un primer paso pero no es suficiente”, dijo el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker a periodistas.

“La oferta me podría haber sonado mejor”, confesó el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, quien subrayó que la fecha de corte todavía no se determinó y su deseo de una regulación mejor para aquellos que no llevarían más de cinco años en el país. Por su parte, el primer ministro belga, Charles Michel, dijo que la propuesta presentada ayer por May en una cena con los líderes de la UE era “particularmente vaga” y que esperaba escuchar más detalles técnicos, algo que May se comprometió a hacer la próxima semana.

La suerte que correrán los cerca de tres millones de ciudadanos europeos que viven en el Reino Unido después del Brexit es uno de los asuntos más espinosos en las negociaciones de retirada del país insular del bloque de 28 miembros, un proceso que comenzó el lunes pasado y debe completarse en dos años. Casi exactamente un año después del referéndum del Brexit del 23 de junio, May prometió el jueves que nadie será forzado a abandonar el Reino Unido tras el Brexit, ofreciendo derechos permanentes al acceso a la salud, educación, asistencia social y jubilación a los europeos que lleguen antes de una cierta fecha. Pero no dijo cuándo vencería ese plazo exactamente, y sólo habló de un periodo entre el 29 de marzo pasado, cuando Londres dio inicio formal al proceso de desconexión del bloque, y su prevista salida, dentro de dos años.

Fuentes comunitarias citadas por diarios europeos calificaron la propuesta de “mínima” y dijeron que el plazo debe extenderse hasta el día en que el Reino Unido salga de la UE. May ya había desatado el enojo de Bruselas al negarse a permitir que la Corte Europea de Justicia arbitrara en la disputa sobre los derechos de los ciudadanos comunitarios residentes en el Reino Unido. La canciller alemana, Angela Merkel, dijo que el plan de May era un buen comienzo. “Pero por supuesto que hay muchas, muchas preguntas”, afirmó. 

“Quiero dar a esos ciudadanos europeos que viven en el Reino Unido certeza sobre su futuro, pero también quiero ver esa certeza para los británicos que viven en la Unión Europea”, afirmó ayer May a su llegada a la cumbre de líderes europeos. “Quiero tranquilizar a todos esos ciudadanos que viven, han hecho sus vidas y sus familias en el Reino Unido. Nadie va a tener que irse. No vamos a ver a las familias dividirse, y esta es una oferta justa y seria”, agregó. May se había negado a garantizar los derechos de los ciudadanos europeos hasta que no tuviera claro el futuro del millón de británicos que viven en Europa continental, y había dicho que su propuesta dependía de un acuerdo recíproco.

La política conservadora llegó a la cumbre europea políticamente muy debilitada luego de que su partido perdiera la mayoría absoluta parlamentaria en las elecciones del 8 de junio pasado, complicando su capacidad de formar gobierno y poniendo en entredicho toda su estrategia para el Brexit. La primera ministra convocó las elecciones para obtener un fuerte mandato para sacar al Reino Unido del mercado común europeo y poder restringir la inmigración, uno de los temas centrales del referéndum del Brexit. Sin embargo, la oferta presentada por May encontró oposición en todo el arco político británico.

El alcalde de Londres, Sadiq Khan, del Partido Laborista, dijo que la propuesta ni se acerca a garantizar los derechos de los ciudadanos de la UE que viven en el Reino Unido. “Es inaceptable que la primera ministra trate a los ciudadanos de la UE que viven aquí y que contribuyen a nuestra economía y sociedad como fichas de negociación”, agregó. En la misma línea, el líder del partido, Jeremy Corbyn, lamentó que May utilice a las personas como moneda de cambio. Por su parte, la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, consideró que la propuesta es vaga y que faltan muchas respuestas.

Por otro lado, la organización The 3 Million, que hace campaña por los ciudadanos comunitarios en el Reino Unido, calificaron de patética la oferta de May, dado que no hace referencia a la oferta detallada planteada por la UE. Justamente esa es una de las principales críticas a la propuesta. Expertos británicos en inmigración remarcaron que la clave es la definición que quieran dar a “residir de forma legal”, ya que las condiciones de residencia se endurecieron en los últimos años y eso podría perjudicar a los ciudadanos europeos que tienen trabajos precarios.

Los principales interesados, los europeos que residen en Reino Unido, expresaron ya su descontento con esta oferta que tildaron de “ridícula”, dijo el enfermero español Joan Pons, dirigente de The 3 Million. Estos reclaman conservar los derechos de los que gozaban hasta ahora, que en virtud de las libertades de movimiento europeas les equiparaban a un ciudadano británico, vistos los complejos y largos trámites para migrantes de terceros países. “¡Doce meses esperando para esto! Es patético que el gobierno británico juegue con nuestras vidas con la propuesta más regresiva para los ciudadanos de la UE que podíamos imaginar”, apuntó Nicolas Hatton, fundador del movimiento, mientras que para May es justa y seria.