En su columna de La Mañana, Fernando Borroni destaca el rol de Manuel Belgrano como revolucionario y se pregunta qué es la patria.

Ayer fue el día que recordamos el fallecimiento de Manuel Belgrano y en realidad lo que hacemos es celebrar el Día de la bandera, está bien.

Manuel Belgrano, el hombre que supo conducir a todo un pueblo para que abandone su tierra, su pertenencia, sus hogares para debilitar al enemigo español y así defender su patria. El hombre que condujo el Éxodo Jujeño, histórico revolucionario independentista. Ese hombre que supo darle un enorme concepto al sentido de la Patria como el lugar común para todos y para todas.

Desprenderse de lo propio -porque esto fue el Éxodo jujeño- y de lo más querido para defender la causa común, la patria. Entonces quiero recordar a esa revolucionario no sólo porque pensó y creó la bandera sino porque la defendió bastante más, porque defendía esa bandera reclamando por una educación pública.

En el Congreso de Tucumán propuso un rey inca, era un revolucionario que quería un gobierno originario. Pero bueno, no es ese hombre el que celebramos más allá de que hizo nuestra hermosa bandera. Quiero entonces recordar al político que cuando la patria se lo exigió hizo un paso al costado y le dio la posta San Martín. Se despojo de toda individualidad para pensar en lo colectivo.

Manuel Belgrano, el hombre que le dio el nutriente a lo que llamamos patria, esa casa común tan común, tan casa como la escuela pública, el gran defensor un lugar común para todos y todas y que claramente a diario los vendepatria los antipatria la desprecian.

La patria, esa casa común donde los privilegiados siempre deben ser los niños, esa patria que levantan todos los días los trabajadores y trabajadoras que apenas llegan a fin de mes, esa patria que caminan sandalias cuesta arriba para llegar a una escuela en plena frontera para izar esa bandera tan de Belgrano como de ese maestro, esa maestra que por 7, 8 o 10 niños camina kilómetros y kilómetros.

La patria esa que espera saltar el cerco de la marginalidad, esa parte ya que hoy son los 20 millones de argentinos y argentinas pobres, que esperan que luchan para que entendamos que ellos son también la patria la patria popular, una patria que baila ritmo del malambo, del chamamé, de la zamba, del tango, del carnavalito.

Una patria aborigen, afro, negra, morena. La patria que siempre es el otro pero por sobre todo ese otro que espera o mejor dicho que no espera, que sueña y que va en pos de ese sueño como lo hizo Manuel Belgrano.

Por una Argentina belgraniana, por una Argentina que entienda que la patria somos todos y que la patria, como diría Cafrune, no se hizo sola y que patria hacemos todos los que amamos no solo una bandera sino a quienes habitamos un territorio que enarbola su bandera cuando busca justicia.