El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, canceló la cena por el fin del Ramadán, un evento que es tradicional en la Casa Blanca. El jefe de Estado norteamericano decidió no organizar este año la comida que da el cierra al ayuno musulmán, el mes sagrado del islam que terminó anteanoche, festividad con la que venían cumpliendo sus antecesores desde los años 90. La White House iftar dinner, como se conoce a la cena, fue celebraba cada año en los últimos tres gobiernos, desde Bill Clinton a Barack Obama, pasando por George W.Bush. Sin embargo, el magnate inmobiliario torció esa larga tradición y lo informó en un comunicado en el que ratificó el compromiso de Estados Unidos “a honrar los valores de la piedad, la compasión y la buena voluntad junto a los musulmanes del mundo”. 

Por su parte, su secretario de Estado, Rex Tillerson, se limitó a afirmar en otro comunicado que el final del Ramadán “es una oportunidad para reflexionar sobre el compromiso necesario para construir comunidades pacíficas y prósperas”. La decisión del presidente suma malestar al clima de tensión que rodea a la relación que mantiene su gobierno con la comunidad musulmana tanto dentro como fuera del país. Trump hizo este año de su veto contra ciudadanos de varios países musulmanes un pilar de su lucha antiinmigratoria. Sin ir más lejos el mes pasado, pocos días antes de realizar su primera visita oficial a Medio Oriente y de reafirmar la alianza con la monarquía petrolera de Arabia Saudita, uno de los países islámicos más conservadores del mundo, el mandatario estadounidense abrió una nueva polémica con otra de sus afirmaciones fuera de lugar: “Creo que el islam nos odia”.  La cena por el fin de Ramadán es una tradición que instaló Hillary Clinton como primera dama en 1996. Ese año invitó a más de 150 referentes de la comunidad islámica en el país. Desde entonces, todos los presidentes que pasaron por la Casa Blanca respetaron la cita.