Los organismos vivos tienen sus lógicas, sus comportamientos sistémicos y sus reacciones aprendidas, a lo bueno y a lo malo. Se sabe, por ejemplo, que si un organismo recibe "una visita" que lo beneficia, habrá algo así como una respuesta "feliz" ante lo nuevo recibido. Sería como una luz verde frente al nuevo estímulo. En ese caso es una visita bien recibida.

También, se sabe que si a ese mismo organismo vivo intenta ingresar un cuerpo extraño que se detecta como peligroso, dañino o nocivo, el mismo organismo se encargará de denunciarlo. Habrá reacciones en superficie y dentro mismo de los tejidos. Erupción, fiebre, dolor, síntomas. El cuerpo se encarga de acorralar y expulsar a ese organismo extraño, le impide que siga llevando su mensaje a las demás células vivas, lo rodean con el fin de proteger el resto del cuerpo. Hasta que, finalmente, logran expulsarlo como una espina, aunque en este caso es tanto más delicado.

El organismo vivo somos nosotres, esta sociedad, cargada de su propia historia, sus saberes y experiencias, sus decisiones de vida, y su empoderamiento siempre en expansión.

¿Quién es el intruso? La intrusa, en este caso. Creo que ya te estás imaginando por dónde viene la cosa: una tal Sabrina Ajmechet, la negacionista, la enamorada del Commonwealth británico, la pirata infiltrada en una lista de un partido político argentino que, evidentemente, ha perdido el olfato para la carne podrida y el timing para este temita de la soberanía y los derechos humanos. Aunque hablando de Cambiemos, lo más probable es que nunca lo hayan tenido.

¿Y quiénes son nuestros anticuerpos? Empecemos por los testigos y protagonistas de la historia. Por caso, Emilce Moler, testigo de la fatídica Noche de los Lápices, lo dijo clarito: "Es una forma de negacionismo". Otro tanto dijo Marta Úngaro, hermana de Horacio Úngaro, desaparecido junto a otros adolescentes aquel 16 de septiembre de 1976. “Esa negacionista no puede ser candidata”, dijo.

Recordemos que Ajmechet había justificado, sin más vueltas, aquel operativo, la desaparición de aquellos jóvenes, y finalmente su tremendo final.

Con la cuestión Malvinas, la reacción fue tanto más orgánica y contundente. Hasta La Nación tituló "Viejos twits generan incomodidad puertas adentro de Juntos por el Cambio". Incomodidad, viejos twits. Lo cierto es que, desde que se dieron a conocer aquellos posteos de la candidata amarilla- séptima en la lista de Vidal-, las reacciones se multiplicaron.

Funcionarios, polítiques en general, historiadores, periodistas, pensadores de nuestra época, gente de a pie, vecinas y vecinos. Y en CABA en las últimas horas, hubo más reacciones de un cuerpo colectivo que da signos de buena salud: docentes, alumnos e investigadores piden la renuncia de Sabrina Ajmechet a Unicaba.

Parece que la precandidata a diputada nacional de Juntos por el Cambio va a poner a Larreta entre la espada y la pared, Horacio deberá decidir si la sostiene como secretaria de Investigación y Desarrollo de la universidad de formación docente porteña, o no. Sí, esta mujer está al frente de algo relacionado con la educación en nuestro país, en la Capital de todos los argentinos, en la cada vez más autónoma Ciudad de Buenos Aires.

“No puede estar en una universidad enseñando valores de ese tipo porque una docente no puede enseñar el odio", sentenció el titular de UTE-Ctera, Eduardo López. Imposible de sostener. Veremos si la reacción colectiva genera el fin buscado, que una persona evidentemente anti patria, ocupe un cargo público.

Lo que es seguro es que este organismo colectivo, este cuerpo social que somos, reacciona a tiempo y del mejor modo. Veremos ahora si hay reacción también en las filas opositoras, una oposición que no puede darse muchos lujos en tiempos de campaña, mucho menos andar enarbolando candidatas entreguistas y negacionistas.

Será cuestión de horas.