Hoy en Rosario, Plataforma Lavarden (Mendoza y Sarmiento) es el lugar elegido para el cierre del programa Año Saer. A las 18:30, tras las palabras de la ministra de Innovación María de los Ángeles González, de Martín Prieto (curador del programa) y de Paulo Ricci (secretario de Desarrollos Culturales), los críticos Beatriz Sarlo, Nora Avaro, Alan Pauls y Martín Kohan reflexionarán sobre la obra del gran escritor serodinense y universal. Luego a las 20:30 se estrenará el film Toublanc, creado especialmente para el Año Saer a partir de la vida y la obra de Juan José Saer, quien hoy cumpliría 80 años.

Toublanc es obra del director Iván Fund (San Cristóbal, 1984) y una producción integral del Programa Señal Santa Fe y la Secretaría de Producciones, Industrias y Espacios Culturales del Ministerio de Innovación y Cultura de esta provincia. Fund colabora con Santiago Loza (codirector de su muy premiada película Los labios) en el guión, coescrito además con el productor, Eduardo Crespo. La cámara al mando de Gustavo Schiaffino sigue en sus caminatas por París al crítico de cine Nicolás Azalbert (integrante del Consejo de redacción de la prestigiosa revista Cahiers du Cinéma) mientras carga sobre sus frágiles espaldas el peso del apellido que da título a la película.

Otro escritor de los Cahiers, Serge Daney, le dijo poco antes de morir a su colega Serge Toubiana que el cine era un país. En ese país transcurre Toublanc: una película específicamente cinematográfica, incontaminada de otros medios. Cultor de lo específico literario, profesor de Historia del cine, guionista y cinéfilo confeso capaz de ver cinco películas por día, a Saer le hubiera encantado Toublanc. Fue filmada en parte en París y en parte en Santa Fe pero sus imágenes componen un lugar aparte, ese que Saer llamaba "la ciudad" y es un emergente de su literatura, aunque su mapa sea la capital provincial. La paradoja cinematográfica de una continuidad que es producto de los cortes (los cortes de edición entre los sucesivos planos) lo habilita.

La ciudad en Toublanc es gris, ocre, azul marino, sin época, bilingüe. En ella llevan su rutina la profesora de francés Clara Ríos (Maricel Álvarez), su perra y sus alumnos, uno de los cuales es un joven abogado (Diego Vegezzi) que escribe prosa, va al cine y lee libros en sus ratos libres. Uno de los vectores hacia una gran escena está constituido por un caballo inolvidable que evoca al de Nadie nada nunca. Pero el giro donde la película se enciende (mientras que la literatura se hace personaje) es la extraña confluencia entre Álvarez y Vegezzi, convincentes hasta el hueso. La voz de Vegezzi sostiene dos monólogos que resultan intensamente dramáticos en su parquedad, lograda reescritura de ciertos pasajes de Cicatrices, novela de Saer que a su vez tiene algo de guión ya que se basa en una premisa: un juez repite por azar la secuencia de hechos que llevaron a un crimen que él juzgó. El modelo de esa iteración es el juego. Algo parecido sucede en la película, aunque "sucede" no sea la palabra. Hay un crimen, pero se reduce a frases, tan breves como las del narrador Ernesto López Garay en Cicatrices: "Un hombre mató a la mujer, dice el suboficial. Le dio dos tiros en la cara, en Barrio Roma". Lo que hay no son acontecimientos sino escenas, atmósfera, climas: tiempo y espacio, que según Saer son lo común entre la narrativa y el cine.

Los realizadores acentúan esta conexión a través de un guiño: una edición de bolsillo de Cicatrices acompaña a los personajes.