“Tener poder es tener impunidad. Yo no me siento un hombre con poder, no me siento ni siquiera importante. En el crimen de Cabezas, hasta mi casero fue a declarar, no hubo trato preferencial”.
Era el 16 de marzo de 1997 y Alfredo Yabrán respondía con esas palabras a una pregunta periodística, en una de las pocas entrevistas que ofreció. Habían pasado menos de dos meses del crimen de José Luis Cabezas, el fotógrafo de la revista Noticias asesinado de dos disparos el 25 de enero de 1997 y hallado calcinado en el auto que utilizaba para cubrir la temporada de verano en Pinamar.
Un año antes, en febrero de 1996, Cabezas había fotografiado al poderoso y enigmático Yabrán caminando por las coquetas playas de Pinamar, sin remera, a orillas del mar, relajado, en uno de los destinos más elegidos por el poder para veranear.
Poderoso por sus innumerables negocios y el armado de empresas de logística, seguridad, transporte, empresas postales, impresión de dinero y documentos oficiales, entre muchos otros.
Y enigmático, porque nadie le conocía la cara. “Sacarme una foto a mí es como pegarme un balazo en la frente”, le dijo Yabrán a Mariano Grondona dos meses después del crimen, en una entrevista en Hora Clave. “No voy a negar que a mí no me gusta que me saquen fotos”, agregó.
Las acusaciones de Cavallo a Yabrán
Si bien en los despachos del poder el apellido Yabrán era muy conocido, se hizo público cuando a los gritos, en plena Cámara de Diputados, el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, lo acusó de liderar una mafia que controlaba la entrada y salida de bienes del país. Verborrágico y durante horas, el defensor de las privatizaciones sacó a la luz que, a través de testaferros, Yabrán era dueño de Ocasa, Andreani, Oca, Edcadassa, Interbaires, Intercargo, Saprán Techno, Sarán SA y Hy Med, entre otras firmas que para el ministro responsable de la convertibilidad eran “fantasma”.
En aquella larga sesión, además, Cavallo denunció que Yabrán evadía y defraudaba al fisco. En los papeles, el empresario postal sólo declaraba empresas menores. Para el poderoso ministro menemista, sin embargo, Yabrán manejaba a través de testaferros el 30 por ciento del mercado postal y otras empresas importantes, una de ellas, el Correo Oca.
La foto de Cabezas a Yabrán
Para la tarde del 16 de febrero de 1996, el nombre de Yabrán era público. Sin embargo, pocos le conocían el rostro al empresario que se jactaba de que “ni la SIDE” tuviera una foto suya. Esa jornada comenzó temprano para José Luis Cabezas y su compañero Gabriel Michi. Tenían el dato de que Yabrán paraba en el balneario Marbella y que al empresario le gustaba caminar por la playa. Lo esperaron durante varias horas en un balneario vecino, desde donde lo vieron caminar. Cabezas no tenía el ángulo para tomarle la foto, por lo que esperaron a su regreso.
Para evitar sospechas, Cabezas simuló que fotografiaba a Michi y su pareja, y logró las primeras tomas de Yabrán. Al día siguiente, repitieron la secuencia, aunque con la esposa de Cabezas posando.
De frente: Alfredo Yabrán, el poderoso y enigmático empresario.
La imagen fue portada de la revista Noticias, bajo el título “Yabrán ataca de nuevo”.
Los vínculos de Alfredo Yabrán con Menem y la familia Macri
Muy cercano a Carlos Menem, se Alfredo Yabrán se dijo incluso que puso en el cargo al ministro de Justicia menemista Elías Jassan, quien renunció luego de que en 1997 se revelara que había mantenido más de 100 contactos telefónicos con el empresario. “No tengo ni he tenido relación alguna con el señor Yabrán”, intentó justificar Jassan, sin demasiado éxito.
Años atrás, Jorge Asís reveló incluso que Yabrán había concentrado múltiples negocios con la familia Macri, y que incluso el propio Mauricio Macri había actuado de nexo entre Yabrán y su padre, Franco Macri.
La muerte de Yabrán y el manto de dudas
Una crónica del diario Clarín en 1997 relata que en la pausa de Hora Clave, Yabrán miró a los periodistas y fotógrafos que cubrían en vivo la entrevista y les preguntó: “¿Ustedes no me tienen miedo, verdad?”. No tuvo respuesta.
Antes del asesinato de Cabezas hubo otros episodios de ataques a periodistas que intentaban acercarse a Yabrán: Fernando Amato, que trabajaba en Noticias, fue sacado a los tiros por la custodia del empresario. Jorge Peñín, que trabajaba en Canal 11, también fue agredido. Una cronista del diario La Prensa fue atacada por el hermano de Yabrán en Entre Ríos.
El suicidio de Yabrán
Alfredo Yabrán se suicidó de un escopetazo el 20 de mayo de 1998 en el baño de la Estancia Larroque, una de sus propiedades en la provincia de Entre Ríos, donde se escondía de la policía: unos días antes, el juez federal de Dolores José Luis Macchi había ordenado su detención. El magnate era acusado de instigar el asesinato de Cabezas, cometido por los policías Gustavo Prellezo, Miguel Retana, Sergio Camaratta, Horacio Anselmo Braga y Aníbal Luna, entre otros. Hoy no queda ninguno tras las rejas.
El suicidio de Yabrán desató una gran conmoción en la política y el empresariado. Se pegó un tiro en la boca con una escopeta 12/70 y si bien en un comienzo se dijo que el cuerpo estaba irreconocible, quienes pudieron verlo sin vida lo reconocieron.
A lo largo de los años salieron a la luz los mitos sobre el verdadero paradero de Yabrán. En los inicios de los 2000, se decía que vivía en las Bahamas. En 2002, ese mito se avivó a raíz de una transacción hecha con su nombre. Una encuesta de la consultora Navarro y Asociados publicada por el diario Perfil en aquellos años reveló que sólo el 31 % creía que Yabrán se había suicidado, mientras que el 22 % creía que no estaba muerto.
Hernán Brienza y Facundo Pastor, los dos periodistas que, escondidos, lograron ver el cuerpo sin vida de Yabrán en la funeraria de Entre Ríos, no lo dudan: era el cuerpo sin vida era de Yabrán, uno de los empresarios más poderosos de los noventa, que se jactaba de que ni la SIDE tenía una foto suya, y de que fotografiarlo era como pegarle un tiro en la cabeza.
En esa sala también estaba Oscar Miguel Yabrán, hermano de Yabrán, que lanzó una frase que quedó en la memoria de los cronistas escondidos: "¡Si veo a un periodista lo mató!".