El Concejo Municipal aprobó ayer una excepción a la normativa urbanística vigente para allanarle el camino a la cadena internacional de hoteles Sheraton y pueda construir un complejo de mega torres frente al río, en Puerto Norte, donde todavía queda en pie el viejo silo de la Unidad III. El OK parlamentario atendió el pedido de un empresario del turismo, dueño del terreno, y habilita a construir más superficie y más altura de lo permitido hasta ahora en el frente costero. El trámite parlamentario se aprobó gracias a los 15 votos que sumaron el bloque Frente Progresista, el PRO, los radicales Daniela León y Martín Rosúa, y los peronistas Diego Giuliano y Carlos Cossia. Se sancionó en la sesión de ayer con la misma rapidez con la que el expediente transitó airoso por las comisiones de Planeamiento y de Gobierno en una semana y sin mayor debate. "Es un traje a medida para el desarrollador inmobiliario", protestó la concejala Fernanda Gigliani (Iniciativa Popular), una de los seis ediles que votaron en contra.

La iniciativa ingresó al Concejo en diciembre del año pasado, por parte del empresario rosarino y radicado en Buenos Aires, Carlos Gianni, titular de Turicentro Viajes SA, la propietaria del valioso inmueble situado sobre Avenida de la Costa, detrás del complejo Maui. Gianni compró ese terreno a Servicios Portuarios SA, catalogado como "Unidad de gestión nº 6". Según ediles opositores, la escritura se firmó el mismo día en que el empresario consiguió que la municipalidad firme el convenio con los nuevos indicadores que le permitirían proyectar el desarrollo hotelero.

La idea empresaria es erigir un complejo de tres torres, más los silos reacondicionados y adaptados para habitar, y el viejo elevador de granos restaurado. Todo eso para instalar el hotel cinco estrellas, un sector de departamentos de alta gama y un centro de convenciones para 2000 personas.

Gianni ingresó su pedido el año pasado, para avanzar con su propósito de traer la cadena hotelera a Rosario, algo que ya había revelado en 2011, y avanzado en las gestiones con el intendente de entonces, Miguel Lifschitz, y su secretaria de Planeamiento, Mirta Levín. Le faltaba aquella vez lo que consiguió ayer: que el Concejo le modifique la ordenanza 8320/08, que regula la renovación urbana del área llamada Scalabrini Ortiz--Puerto Norte. El proyecto repara en que incorpora "un nuevo desarrollo de gran envergadura a la oferta hotelera de la ciudad".

"La ordenanza permitía construir allí hasta 21.000 metros cuadrados, y una torre hasta 48 metros. Con la modificación, ahora podrán construir 41.500 m2 y las tres torres hasta 130 metros de altura, y podrán sacar uno de los silos. Ha sido un traje a medida de las pretensiones del desarrollador privado", se quejó Gigliani, quien votó en contra de la reforma junto a Eduardo Toniolli, Norma López, Celeste Lepratti, Juan Monteverde y Pedro Salinas. Jorge Boasso, Osvaldo Miatello y Carola Nin se abstuvieron.

La reglamentación manda a que el privado otorgue una compensación determinada. En este caso, se estableció que el inversor pague 20,2 millones de pesos que el municipio asentará en Rentas Generales. "La verdad es que se quedaron cortos, porque una urbanización de semejante envergadura ameritaba que al privado se le pidiera una compensación mayor", lamentó Gigliani. Ella propuso que esos 20 millones se asignen a la reconversión del barrio El Mangrullo, en la desembocadura del arroyo Saladillo, algo para lo que el Ejecutivo había pedido permiso para tomar deuda en el mercado de capitales y que el Concejo le negó el mes pasado. Pero esta moción no prosperó, y en cambio se determinó, a propuesta del edil Giuliano, que el dinero se asigne a obras prioritarias surgidas del programa Presupuesto Participativo.

El expediente ingresó al Concejo en la comisión de Planeamiento y estuvo los últimos meses sin tratamiento cierto. "No hubo consultas con asesores ni debate, y se lo aprobó en una semana en Planeamiento y después en Gobierno. Es curioso, porque un proyecto para una urbanización tan importante hubiese merecido más debate, pero salió como por un tubo", despreció Gigliani.