Estamos viendo y escuchando con suma preocupación discursos y acciones de pensamientos retrógrados, como excusas a la falta de capacidad para solucionar problemas que nos vienen cruzando como sociedad, como la quema de pastizales en las islas para negocios de una minoría.

El hastío social se manifiesta de manera pacífica con contenidos fuertes, en frases pintadas en lugares públicos -donde se destacan por su originalidad- coincidiendo con el pensamiento colectivo. Como respuesta, un gobierno que habla de autonomía municipal le responde con amenazas de abultadas multas basadas en una ordenanza de control social votada por todo el arco político de la ciudad de Rosario.

La provincia parece interpretar la situación en un idioma totalmente desconocido porque en realidad no se entiende qué papel cumple ante esta situación desesperante que se profundiza y avanza cada día sobre el aire puro llevando a muchos a la desesperación por aspirar el humo con olor a quema de pastizales y animales.

Los ciudadanos son víctimas de la falta de políticas de Estado. Somos reiterativos al preguntarnos ¿para qué quisieron ser nuestros representantes si confunden (o se hacen los confundidos) intereses públicos con privados? Su balanza rota se inclina siempre por lo segundo.

De igual modo pasa a nivel nacional:  se corren de las soluciones, negando el tema y esquivando la Ley de Humedales .

Siguen el camino ideológico del neoliberalismo con excusas y discursos populares, como si la política fuera un sainete. Hay una frase que los pinta tal cual en su dualidad y servilismo al poder real. Decía Martin Luther King: “Nadie se nos montará encima si no doblamos la espalda”.

Otras de las situaciones que creíamos erradicadas pasa con la educación: invierten más en fuerzas de inseguridad con presupuestos abultados sin fin y a los docentes les responden, con total soberbia que “acá no se discute sueldos”, denostándolos con maltratos.

La política no está donde debería estar, su ausencia brilla en las necesidades de las mayorías.

Rubén Eduardo Kelo Moreno