El primer día de Crack Bang Boom las redes se llenaron de fotos de Geoff Johns firmando libros y saludando admiradores. Incluso hubo algún registro suyo recorriendo “en bondi” la ciudad de Rosario, que alberga la convención internacional de historietas donde fue invitado. Aunque su participación dura tres de los cuatro días del evento, que termina el domingo, su figura de remera ajustada y pantalones achupinados (casi como un superhéroe vestido de civil) alcanzó y sobró para entusiasmar a los amantes de la historieta que peregrinaron a las orillas del río Paraná para el imprescindible ritual comiquero.

Johns cosecha amores especialmente entre los fanáticos de los enmascarados. Su pluma se encargó de reinventar los Linterna Verde y de coordinar todo el relanzamiento del universo DC en los cómics, en lo que se conoció como “los Nuevos 52”, una especie de reseteo de todas las líneas argumentales de la editorial. Pero también es responsable, como guionista o como productor, de muchos éxitos televisivos (ahí donde en general DC le tuerce el brazo a Marvel) y cinematográficos, como Batman vs. Superman (de la que pide a Página/12 evitar preguntas), Suicide Squad, Titans, Stargirl o la seminal The Flash. También está detrás de la inminente Shazam 2, aunque se disculpa por no poder adelantar nada por su contratos de confidencialidad.

Más allá de los nombres rimbombantes e icónicos, cuando se repasa su currículum, sea en papel o en la pantalla, se advierte una constante: su nombre aparece cuando hay que relanzar un título o un personaje. “Supongo que lo que pasa es que me gusta trabajar con personajes olvidados y eso me lleva a esos proyectos”, reflexiona ante la consulta de este medio. The Flash terminó engendrando todo un universo televisivo para DC, incluso más fuerte que el cinematográfico. Los Nuevos 52 le dieron aire a la editorial, aún con sus desaciertos en algunos títulos. Rarezas como Doom Patrol vieron la pantalla con él, lo mismo que personajes menores como Stargirl, que de pronto tuvieron vida en pantalla. Incluso algunos personajes que se consideraba que no tenía sentido apostar para ese medio resultaron un éxito rotundo, como Aquaman. Pero más allá de éxitos y tropiezos, su pluma está siempre detrás. “Me gusta traerlos a la luz, encontrar el potencial olvidado en ellos, desentrañarlos y ver por qué funcionan”, asegura.

-Un caso claro es Aquaman, nadie creía que tuviera sentido filmarlo. ¿Por qué te interesaba? ¿Qué potencial le veías?

-A Aquaman llegé por los Nuevos 52. Ahí me puse a buscar el potencial del personaje. A mí me encantaba Aquaman y para hacer un proyecto tenía la ventaja inicial de que era muy conocido. El problema era que para la mayoría de la gente era cosa de risa o un personaje medio flojo. Mi trabajo fue buscar centro emocional del personaje y en ese proceso me di cuenta que era un hombre de dos culturas pero que no pertenecía a ninguna. Era humano por su padre, que era guardián de un faro. Era atlante por su madre, que era reina del océano. Pero en tierra se burlaban de él. En el mar lo perseguían. En ese no pertenecer me di cuenta que también podía ser un puente entre las dos culturas. Esa era una historia que estaba buena para contar tanto en el cómic como en la película, así que aposté a eso.

-Superhéroes en la pantalla hubo siempre, ya desde los ’60, pero muchos críticos sostienen que hoy son prácticamente omnipresentes. ¿Es así?

-Puede ser. Hay muchos motivos. Por un lado, la tecnología avanzó mucho y eso permite hacerlos bien para la televisión, el cine, incluso para la animación. Hoy podés mostrar en pantalla lo que hace casi cualquier superhéroe y eso permite contar muchas historias y que se vean bien, que es algo muy importante para esta clase de personajes. Pero además, pasa que tenés varias generaciones que conocen a los personajes y eso te permite llegar a muchísimo público. Que tu película, tu personaje o tu historia puedan apelar a mucha gente.

-¿Y qué pueden decirnos los superhéroes sobre el presente?

-Me parece que todos vemos el mundo a nuestro alrededor y quisiéramos que fuera diferente. Y la mayor parte del tiempo sentimos que no se puede. Pero los superhéroes sí pueden, ellos tienen el poder de hacer un mundo mejor. Por ejemplo, un personaje como la Mujer Maravilla (ndr: él trabajó en Wonder Woman 1984) encarna eso, y justamente eso es lo que los vuelve tan atractivos y por eso resuenan en todos nosotros. Nos permiten imaginar un mundo mejor.