Con un desempleo récord, las barricadas y paros sectoriales marcaron ayer la jornada de movilización sindical contra las medidas de austeridad del presidente brasileño Michel Temer.

Las centrales gremiales convocaron una huelga general, que es la segunda del año después de la del pasado 28 de abril, y coincidió con la divulgación del índice de desempleo, que aumentó hasta el 13,3 por ciento y mostró la pérdida de 2,3 millones de puestos de trabajo en un año. Decenas de manifestantes bloquearon por la mañana el acceso al aeropuerto paulista de Congonhas y al aeropuerto internacional de Río, generando varios kilómetros de colas de automóviles.

En el centro de San Pablo, la capital económica del país, la policía dispersó con bombas de estruendo a manifestantes que habían cerrado varias calles, mientras en Brasilia la paralización de los transportes públicos era total e incluso el gobierno cerró la Explanada de los Ministerios, el lugar que el mes pasado fue escenario de incendios de edificios públicos, tras lo cual Temer decretó la ocupación del Ejército durante 24 horas en la capital federal. Gremios bancarios, de petroleros y de la salud anunciaron su adhesión al paro y las centrales convocaron marchas por la tarde. “Los paros y manifestaciones son los instrumentos que estamos usando para presionar y tener una negociación más seria con Brasilia, que no perjudique a los trabajadores”, afirmó Carlos Gonçalves, secretario general de Força Sindical.

La movilización apuntó contra la flexibilización de la legislación laboral y contra la reforma del régimen de jubilaciones. Esas medidas, según el presidente de la Central Unica de Trabajadores (CUT) Vagner Freitas, amenazan el empleo formal, que garantiza derechos adquiridos como vacaciones y aguinaldo. Los organizadores de la huelga, la Central Unica de Trabajadores (CUT), pidieron enfrentar la votación de la reforma laboral el próximo jueves 6 en el Senado, que la puede convertir en ley y darle a Temer su segunda gran conquista, detrás de la aprobación del congelamiento del techo del gasto por 20 años realizada en diciembre. “El 6 de julio debemos ocupar Brasilia porque esta reforma va a consagrar el fin del empleo formal”, dijo Freitas, principal organizador de la huelga.

En este contexto, se divulgó un estudio realizado por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), que registró que la tasa de desocupados del trimestre que terminó en mayo aumentó en comparación a la registrada en el mismo período en el 2016. Hace un año el desempleo afectaba a un poco más de 11 millones de brasileños, un 11,2 por ciento de la población activa. En comparación con el mismo trimestre del año anterior, se sumaron un 20,4 por ciento más de personas sin empleo. “A pesar de la desaceleración de la población ocupada, aún hay una fuerte caída del trabajo formal, con la pérdida de 500 mil puestos de trabajo en comparación al trimestre terminado en febrero”, puntualizó en su informe Cimar Azeredo, el coordinador del estudio hecho por el IBGE.

Los datos del IBGE se suman a los del Registro General de Empleados y Desempleados divulgados el jueves por el Ministerio de Trabajo, los que mostraron que Río Grande do Sul con 12 mil puestos de trabajo formales menos es el estado que más sumó desempleados en mayo, seguido por el de Río de Janeiro, que perdió más de 5.500 puestos en el mismo período y totalizó 60 mil despedidos este año.