Investigadores argentinos y brasileños se unieron para avanzar en el desarrollo de una vacuna contra la Leishmaniasis, una enfermedad endémica que afecta sobre todo a las provincias del noroeste y nordeste argentino, y se extiende a lo largo de todo el continente. Según el estudio difundido por la revista Frontiers in Immunology, lograron identificar cuatro antígenos inmunodominantes que pueden ayudar en la prevención de esta afección parasitaria.

El equipo integrado por docentes investigadores de la Facultad de Ciencias Médicas (FCM), del Instituto de Medicina y Biología Experimental de Cuyo (Imbecu, Uncuyo-Conicet) y de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) de Brasil intenta darle batalla, desde el laboratorio, a una enfermedad que está clasificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) dentro del grupo de enfermedades desatendidas u olvidadas, ya que afecta a las poblaciones más pobres del planeta y suele asociarse con malnutrición, malas condiciones de vivienda y un acceso limitado a los servicios de salud.

“La leishmaniasis es una zoonosis parasitaria transmitida por la picadura de un insecto del género flebótomo, que funciona como vector. El parásito vendría a ser como un primo hermano del Trypanosoma cruzi, responsable de la enfermedad de Chagas. Hace más de 120 años que se ha descrito esta enfermedad a nivel mundial y aún no se encontró una vacuna”, contó el doctor en ciencias biológicas Diego Cargnelutti, investigador del CONICET en el IMBECU y director del proyecto.

La enfermedad se manifiesta de tres formas principales. 

  • La cutánea es la más frecuente y produce lesiones ulcerosas en la piel que dejan cicatrices y causan discapacidad grave. 
  • La mucocutánea produce una destrucción parcial o completa de las membranas mucosas de la nariz, boca y garganta. 
  • La visceral es la forma más grave, afecta órganos como el bazo, el hígado y la médula ósea y, si no se la trata, es mortal en el 95 por ciento de los casos.

“Actualmente, existen muchas vacunas contra virus y bacterias. Sin embargo, no tenemos vacunas que prevengan parasitosis en seres humanos. Esto es porque los parásitos, además de tener mayor tamaño, tienen ciclos biológicos complejos que generan cambios antigénicos, lo que hace que el sistema inmune no los pueda reconocer”, explicó Cargnelutti. Y añadió: “Otra razón de que aún no haya vacuna para leishmaniasis es que, al ser una enfermedad desatendida, la industria farmacéutica no suele invertir en ella. Es por eso que decidimos iniciar estos proyectos para desarrollar formulaciones vacunales”.

Consultado respecto a cómo se lograron los avances, el especialista señaló: “Hicimos un análisis inmunoproteómico mediante western blot en 2D. Las proteínas de Leishmania fueron incubadas con sueros procedentes de animales inmunizados con una vacuna de primera generación que generó protección frente a la infección por el parásito. Así logramos identificar y caracterizar cuatro proteínas inmunodominantes, es decir, que tienen una respuesta inmune dominante frente al resto de los antígenos. Ya los hemos caracterizado y ahora los estamos sintetizando en el laboratorio para obtener proteínas recombinantes que usaremos para ensayar nuevas formulaciones”.

Asimismo, el experto contó que en septiembre parte del equipo argentino de trabajo viajará a la universidad brasileña, con el fin de ejecutar protocolos experimentales complementarios al proyecto y dar paso a la siguiente etapa. El equipo brasileño evaluará si los antígenos identificados pueden servir para diagnóstico, mientras que el argentino se enfocará en formulaciones vacunales de tercera generación.

“Básicamente, tenemos dos estrategias. Por un lado, hemos ensayado vacunas de primera generación con un adyuvante y vimos que genera protección en ratones, así que ahora queremos evaluarla en perros para ver si genera la misma respuesta inmune. Los perros son reservorios de estos parásitos y desarrollan la patología, por eso también estamos evaluando el desarrollo de una vacuna para uso veterinario". Por otro lado, con base en los antígenos identificados, vamos a empezar a sintetizar proteínas apuntando a diseñar vacunas de tercera generación”, puntualizó Cargnelutti.

En el grupo de trabajo involucrado en la investigación también figuran los doctores Juan Pablo Mackern-Oberti, María Victoria Sánchez, Flavia Bruna y Esteban Lozano. 

La investigación recibe financiamiento de diversas entidades, tanto públicas como privadas, entre las que se cuentan: la UNCUYO, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), el CONICET, la Fundación Alberto Roemmers y la Fundación Florencio Fiorini. En esta última parte, también obtuvieron apoyo de la Universidad Federal de Minas Gerais.