"Primero la patria". La consigna de la marcha de la CGT se repite en las banderas de cada sindicato, así como en el arco inflable ubicado sobre la avenida Rivadavia que sí o sí hay que atravesar para llegar a la plaza del Congreso. La leyenda es lo suficientemente amplia para aglutinar a las cientos de miles personas que marcharon por el centro porteño y sintetiza lo que, en la práctica, fueron dos movilizaciones diferentes: una, organizada y copada por las centrales obreras que reclamaron contra los "especuladores y formadores de precios", y otra, protagonizada por las organizaciones sociales que decidieron sumarse al enorme despliegue cegetista pero que, en paralelo, plantaron su propia agenda y le exigieron al gobierno que "no se olvide de los sectores populares". De un lado y del otro, sin embargo, el casi medio millón de trabajadores --de Smata, Camioneros, ATE, Suteba, Bancarios, UPCN, Uocra, Obras Sanitarias, de la economía popular, entre otros-- coincidieron en un mismo mensaje al gobierno: "Hay que ponerse las pilas". 

Los primeros micros empezaron a arribar desde las 9 de la mañana, pero es al mediodía que la larga columna de sindicatos, organizaciones y centrales gremiales empiezan a tomar forma. En la esquina de Corrientes y 9 de julio, unos parlantes intercalan canciones de rock nacional con la marcha peronista mientras que, a unos metros, una batucada de 20 músicos con la pechera de UPCN hace bailar a las decenas de trabajadores arremolinados bajo las banderas del sindicato que conduce Andrés Rodríguez. El día está nublado y frío, pero la mayoría está de buen humor, tomando mate, cerveza o empezando a picar algunos de los choripanes que se empiezan vender a lo largo y ancho de la 9 de julio. "Vinimos para que todos los actores, los políticos, los empresarios, reaccionen. Al trabajador le está costando bastante", razona Amilcar, delegado de Transporte que lleva una gorra de UPCN. En la columna de al lado, Héctor, trabajador del Indec, sostiene que el principal problema es la inflación: "Nosotros venimos de una pérdida del poder adquisitivo muy grande de la época de Macri y ahora, si bien es una crisis muy atípica, tenemos una inflación que pulveriza el salario. Solo queremos no seguir perdiendo", explica, y apunta contra la "inacción" del gobierno nacional: "¿Por qué el gobierno mantiene una actitud tan pasiva?".

A las dos de la tarde, la 9 de julio se va colmando de gente, con pequeñas delegaciones de ATE o Dragado y Balizamiento que se apuran por llegar hasta el Ministerio de Desarrollo Social, donde están las columnas principales. Una vez que se llega a avenida de Mayo, sin embargo, el escenario cambia. Allí, a lo largo de más de cinco cuadras, se acomodan les militantes del Movimiento Evita, Barrios de Pie, la CCC, el MTE, El Frente Popular Darío Santillán y el resto de los movimientos sociales. El clima es más tranquilo, familiar y, fundamentalmente, con mayor presencia femenina. Hay muchos chicos corriendo de un lado al otro mientras familias reparten bebidas y viandas. "La inflación nos está matando día a día, un día sale una cosa y el otro otra. Y ahora con el aumento de la energía van a volver a aumentar, como hicieron con el dólar. Porque los empresarios nunca pierden, es el pueblo el que paga", se lamenta Nidia, una mujer grande con mitad del rostro tapado por el barbijo que, en los últimos años, ha sobrevivido a base de changas. "El gobierno se tiene que poner los pantalones. El pueblo necesita un respiro, nos están apretando demasiado", afirma. 

"Venimos muy desilusionados con el gobierno nacional", suma, a unos pocos metros, Dina Sánchez, secretaria de la UTEP y vocera del Frente Popular Darío Santillán. "Nosotros trabajamos mucho para que se vaya el macrismo porque entendíamos, y seguimos entendiendo, que lo más importante es que no vuelva la derecha. Después trabajamos mucho durante la pandemia, pero cuando volvió la normalidad no hicieron ninguna política para la economía popular. Ni una sola. Eso sí, recibimos estigmatizaciones y auditorías a los planes sociales", reclama. A media cuadra, una señora de 68 años con una pechera de Trabajadores de la Vía Pública intenta hacerse un lugarcito en la columna de la UTEP: "Está peor que otros años. Por suerte todavía un plato de comida siempre hay en la mesa, pero los precios están peor que otros años", explica Luz, despacio, paciente, sonriente incluso a través del barbijo. 

"Esta es una movilización variopinta que muestra las realidades de dos sectores bien delimitados de nuestra vida económica y social. Por un lado los trabajadores integrados con derechos que tienen problemas, pero fundamentalmente vinculados a la pérdida del poder adquisitivo por la inflación. Y por otro el de la economía popular, que tiene un océano de problemas que ni siquiera pueden aspirar a empardarle a la inflación", reflexiona el dirigente del Movimiento Evita, Eduardo Toniolli. A su lado, encabezando la columna principal, dos militantes sostienen una estatua de la Virgen de Luján. Una cuadra hacia Belgrano, sin embargo, el escenario vuelve a cambiar: hay música, más batucadas, botellas cortadas con fernet y decenas de trabajadores hombres (no hay casi mujeres) que llevan las camperas verdes de Smata y Camioneros. 

"No es contra el gobierno la marcha, pero sí es un llamado de atención para que se pongan las pilas", comenta Jorge, camionero hace más de 25 años de Lanús que intenta hablar mientras algunos de sus compañeros bailan alrededor. "Nosotros no tenemos mucho problema porque podemos reabrir la paritaria, pero es cierto que hoy la plata no alcanza", sostiene. Más atrás, donde la columna toca con la de la CCC, dos trabajadores de Volkswagen con la pechera de Smata, comentan algo similar: "Yo vengo de una automotriz que ahora está creciendo y que siempre me dio para comer, pero veo alrededor y no todos tienen para comer", considera Leonardo, mientras revolea la mirada a las columnas de los movimientos sociales que están al lado. Ya son las tres de la tarde y la mayoría de las columnas empezaron a desconcentrar o dirigirse hacia la plaza del Congreso. Ya arrancando a caminar, Arturo, compañero de Volkswagen, agrega: "Nosotros no perdemos tanto, pero somos peronistas y sindicalistas: tenemos que salir por todos".