Las plataformas de streaming no están solas en la lucha por encontrar su lugar en el ecosistema audiovisual post pandemia. La empresa inglesa CineWorld Group, la segunda cadena de salas más grande del mundo, publicó este lunes un comunicado en el que confirma que está estudiando varias opciones para “reestructurar el negocio” debido a la falta de estrenos taquilleros y la consecuente disminución de entradas vendidas. Entre esas opciones está la que adelantó el viernes el diario The Wall Street Journal, que se tradujo en una caída del 60 por ciento del valor de sus acciones: declararse en quiebra en Estados Unidos, donde opera más de siete mil salas en 500 complejos, aunque adecuándose a los requisitos establecidos en el Capítulo 11 de la normativa. Allí deben encuadrarse aquellas empresas que deseen continuar con sus operaciones mientras renegocian sus deudas con los acreedores. En el caso de CineWorld, esa cifra asciende hasta los 5 mil millones de dólares.

“Las opciones estratégicas a través de las que CineWorld puede lograr sus objetivos de reestructuración incluyen una posible presentación voluntaria del Capítulo 11 en Estados Unidos y procedimientos asociados en otras jurisdicciones como parte de un proceso de implementación ordenado”, dice el comunicado. La empresa espera “mantener el curso normal de las operaciones durante esta instancia y continuar con el negocio a largo plazo sin un impacto significativo para los empleados", y asegura estar “en conversaciones con muchas de las principales partes interesadas, incluidos prestamistas y asesores legales y financieros”.

La trompada pandémica

Fundada en Inglaterra en 1995, la empresa tiene 28 mil empleados y 9500 pantallas en 790 complejos distribuidos en diez países, incluido Estados Unidos, donde regentea la cadena Regal Cinemas desde diciembre 2017, cuando la adquirió a cambio de 3,6 mil millones de dólares. Hasta el primer trimestre de 2020, Regal fue la segunda empresa de exhibición con más entradas cortadas en Estados Unidos. Pero llegó la pandemia y ya nada volvió a ser como antes. Las salas cerradas durante gran parte de 2020, las reducciones posteriores de los aforos y la migración de películas al streaming significaron una trompada de la que no pudo recuperarse aun cuando, desde fines de 2021, hubo estrenos taquilleros. Spider-Man: Sin camino a casa (800 millones de dólares recaudados solo en Estados Unidos), Top Gun: Maverick (683 millones), Doctor Strange en el multiverso de la locura (410 millones), Jurassic World: Dominio (373 millones), The Batman (369 millones), Minions: Nace un villano (350 millones) y Thor: Amor y trueno (332 millones) son muestra de eso.

El problema es que no hay película capaz de traccionar público a las salas en los “huecos” entre el estreno de cada tanque, una situación que se da porque las producciones apuntadas a un público adulto -incluso aquéllas con potencial comercial- optan por el camino del streaming, pero también porque las distribuidoras temen perder dinero con estrenos “medianos”, esos que no tienen un despliegue enorme de marketing detrás. Eso explica por qué, pese a la buena perfomance de los tanques, las ventas de entradas registran una caída del 32 por ciento entre los primeros siete meses de 2019 y los de este año. Nada nuevo bajo el sol: así como la pandemia acentuó aún más la concentración de riqueza en pocas manos en detrimento de los bolsillos de las clases más bajas, también generó que las salas respiren únicamente gracias al oxígeno insuflado por franquicias, superhéroes y producciones animadas.

El regreso de Moviepass

Moviepass era un programa de suscripción que ofrecía entradas ilimitadas a cambio de un abono mensual. Si bien fue creado en 2011, recién en 2017, con la llegada al cargo de CEO de Mitch Lowe –uno de los fundadores de Netflix, y vicepresidente de negocios y alianzas estratégicas hasta que dejó esa compañía en 2003– tomó fuerza, al punto que para 2018 tenía 36 mil salas adheridas y cinco millones de usuarios que pagaban diez dólares al mes (poco más de un dólar que el costo de una entrada) a cambio del servicio. Fue entonces que la cadena de exhibición AMC –líder en el rubro gracias a sus más de diez mil pantallas en casi mil complejos en todo el mundo– emitió un comunicado alertando que sus tickets eran más caros que el abono y que MoviePass “era inestable e insostenible en el largo plazo”. Tenía razón: el negocio entró en crisis en 2019 y recibió el tiro del final con la pandemia.

Pero, así como las plataformas de streaming delinean nuevas estrategias comerciales para ajustar los números, las salas también, y MoviePass volverá al ruedo el 5 de septiembre con una versión “beta” que contempla planes de entre 10 y 30 dólares mensuales. Según confirmó Stacy Spikes, cofundador y CEO de MoviePass desde que se la compró al dueño anterior, la empresa Helios and Matheson Analytics (HMNY), tras su quiebra, la principal novedad es que, al menos por ahora, no habrá entradas ilimitadas sino una cantidad determinada por el dinero que abone cada usuario. Ellos, a su vez, obtendrán descuentos si logran sumar nuevos clientes dispuestos a ir al cine, ese espacio que lucha por mantenerse a flote en un mundo muy distinto al de sus épocas de gloria.