Las escuelas secundarias porteñas respiran cada vez más feminismo. El reclamo por la educación sexual integral es consigna del movimiento  estudiantil en la Ciudad de Buenos Aires. “Sin ESI no hay Ni Una Menos”,  repiten chicas y chicos en la Escuela de Educación Media Nº 1 Julio Cortázar, del barrio de Flores. En el último año florecieron comisiones o secretarías de Género en Centros de Estudiantes y desde ahí vienen impulsando distintos proyectos, que reflejan el impacto del movimiento Ni Una Menos entre adolescentes. La marea de estudiantes no solo participa de las marchas contra los femicidios y las violencias hacia las mujeres. En el Colegio N° 17 Primera Junta, de Caballito, por ejemplo, este año pidieron trabajar el tema de “luchas feministas” y “micromachismos en la escuela”, en el marco del programa Jóvenes y Memoria. En la Claudia Falcone, de Palermo, llevan adelante el proyecto “Yo digo Les” que apunta a promover un lenguaje inclusivo, para dejar de lado el plural masculino a la hora de nombrar sujetos. Talleres de autodefensa, el reclamo por un cambio en el código de vestimenta y charlas sobre el problema del aborto, los abusos sexuales, el acoso callejero y la violencia machista son algunas de las iniciativas que están llevando adelante, a pesar de la negativa de la gestión macrista –desde hace casi una década– de impulsar esos contenidos como política pública dentro de la ESI, como marca la ley aprobada en 2006.

En la cartelera de corcho que cuelga de una de las paredes del hall de entrada de la EMEM N° 7 María Claudia Falcone, se destaca un papel afiche celeste escrito con fibrón negro: “Les estudiantes decimos no a la violencia institucional”. La palabra “no” está subrayada. El artículo “les”, al comienzo de la frase, no es un error. Desde el Centro de Estudiantes, a partir de la propuesta de uno de los profesores del colegio, Adrián Figueroa, lanzaron el proyecto “Yo digo Les” para usar un lenguaje inclusivo, como parte de la mirada de género que buscan meter en las aulas. “El lenguaje es una de las primeras herramientas que tenemos para empezar a cambiar nuestra forma de pensar”, dice a PáginaI12 Tere Fernández, de 17 años, alumna de 4° año, y presidenta del Centro de Estudiantes. Como se trata de un cambio en el uso del lenguaje, pidieron reunirse con autoridades del colegio y docentes, para explicárselo. También invitaron a padres y madres para que lo conocieran. Pero fueron pocos.

–Mis compañeras se ríen y empiezan a usar el “les” en joda. No es poco –cuenta Lola Tabarovsky, de 14 años. Está en segundo año y forma parte de la Comisión de Género, que crearon el año pasado en el Centro de Estudiantes. 

–Capaz te dicen que es una boludez. A otros les interesa. Ese choque genera otros debates, por ejemplo, sobre la diversidad sexual –acota Nahuel García, de 17 años y alumno de 3°.

–Tengo un amigo que vive en España y me contó que ellos también allá lo están usando –aporta Lola.

–Les compañeres. Algune de ustedes. Es hacer lo mismo que hicimos con la @ o con la x para incluir a todes. La idea es usarlo cuando se habla de sujetos y en plural –explica el profe que los impulsó a llevar adelante el proyecto.

La charla transcurre en una pequeña aula asignada al Centro de Estudiantes. Las paredes están cubiertas por fotocopias en blanco y negro de rostros de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo con sus pañuelos cubriendo sus cabezas y con fotos de sus seres queridos desaparecidos. 

La iniciativa “Yo digo les”, cuentan, encuentra resistencia en algunos profesores. Otros, acompañan. Pero lo más enriquecedor es que abre nuevas discusiones en las aulas.

–Un chico me dijo que no estaba en contra del debate sobre los femicidios pero le parecía que este proyecto no iba a cambiar el problema estructural de la violencia machista. Yo le dije que estaba de acuerdo con su mirada, pero que creemos que es un disparador para hablar del tema –cuenta Laura Cepeda, bibliotecaria de la escuela, integrante de la Comisión de Género de UTE, sindicato docente. Laura está muy involucrada con la propuesta. A veces, algún alumno la va a buscar a la Biblioteca para que ella intervenga en alguna clase, para reforzar argumentos.

–Algunos chicos se sorprenden cuando les contás que hay más de dos géneros –revela Nahuel.

Por estos días, un alumno de segundo año de esa escuela hizo cambio de nombre de acuerdo a su identidad de género autopercibida: ahora se llama Andrés. No es el único ni el primer alumno trans en la Claudia Falcone. Hay una compañera que tiene genitales femeninos pero no quiere hacer educación física con las chicas, porque no se identifica con ese género. “Estamos pidiendo educación física mixta”, apunta Tere. Pero todavía ese reclamo no tuvo eco. La presidenta del Centro de Estudiantes recuerda que en 2013, otro alumno, Maxi, que había sido inscripto como mujer, pedía ir al baño de varones. Se planteó ese reclamo en el Consejo de Convivencia con la idea de que los baños fueran mixtos, pero el reclamo no prosperó. Maxi terminó usando un baño de profesores. En los últimos días fue noticia la Escuela Técnica N° 1, de El Talar, por habilitar un baño mixto, que fue muy bien recibido por el alumnado, pero que tuvo que ser cerrado por orden del inspector escolar de la zona, según denunció la directora Silvia Galarza, impulsora del cambio, que apuntó a evitar situaciones de bullying hacia chicos o chicas con identidades de género disidentes.

Derecho vulnerado

El reclamo por la Educación Sexual Integral es bandera en el movimiento estudiantil secundario de la Ciudad de Buenos Aires. Lo exigen alumnas y alumnos como un derecho, como lo estableció la ley 26.150, votada por el Congreso en 2006. Y lo vienen planteando los Centros de Estudiantes de distintas escuelas porteñas en las reuniones que mantienen periódicamente en el gobierno de la Ciudad con autoridades del Ministerio de Educación, que conduce Soledad Acuña. “Cuando les dijimos que no tenemos ESI se sorprendieron y le adjudicaron la culpa a la gestión anterior.  Pero les recordamos que ellos son la gestión anterior, si hace nueve años que gobierna el macrismo”, advierte Nahuel. Ese intercambio tuvo lugar en una reunión a principios de junio.

En las distintas escuelas secundarias rechazan la decisión de Acuña de quitarles las dos jornadas que estaban asignadas a ESI este año para recuperar días de paro.

En el Congreso Estudiantil Secundario, que se llevó a cabo el sábado 10 de junio, se debatió sobre el problema de la violencia institucional y la falta de implementación de la ESI, puntualiza Tere. “Se hizo una puesta en común de los proyectos que se están haciendo: en algunas escuelas las iniciativas dependen de los docentes o se ofrecen a contraturno”, señaló la presidenta del Centro de Estudiantes de la Claudia Falcone. 

–Nos han ofrecido desde el Ministerio de Educación participar en una campaña contra los noviazgos violentos pero dijimos que no porque se reducía a parejas heterosexuales y no se hablaba integralmente del problema, de sus causas estructurales –cuenta Nahuel.

–Queremos ESI. No queremos educación sexual genital. Queremos que se incorpore transversalmente, como dice la ley –sostiene Lola.

A la charla se incorpora Martina Shanampa, de 15 años, que cursa 3° año. Ella es la secretaria de Género del Centro de Estudiantes. Estaba en la clase de educación física, por eso llega más tarde.

–Estamos pensando en organizar una maratón de género con distintas actividades, para abordar el tema del acoso sexual, entre otros, porque tenemos un caso de dos alumnos que manosean a chicas y no se ha podido resolver. Y también vamos a tratar el tema de Higui (N.de R.: la mujer lesbiana que está procesada por causar la muerte de un hombre que la atacó junto con otros con intención de violarla para “corregir” su orientación sexual y estuvo presa siete meses), que por suerte fue liberada –cuenta sobre los proyectos del área. Vienen haciendo charlas en las aulas y jornadas para hablar sobre qué es el feminismo y qué es el machismo. En el Claudia Falcone, como en otros secundarios, el activismo feminista llegó para quedarse y seguir expandiéndose boca a boca.