Desde Resistencia, Chaco

La capital chaqueña luce transformada por estos días: una nueva edición del Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura, que la Fundación Mempo Giardinelli organiza desde hace ya 27 ediciones, trajo hasta aquí a escritores, escritoras, especialistas, formadores de distintos puntos del país y del mundo. Y a un público ávido que llena el salón de convenciones Gala de a miles, también llegados desde distintas localidades. La que vino desde más lejos es Samanta Schweblin, que viajó desde Berlín especialmente para estar aquí, y que ayer miércoles tuvo a su cargo la conferencia inaugural de este gran evento, con la que invita a "Un paseo por la imaginación del lector".  

La autora de Distancia de rescate ya había participado en este evento literario y cultural, "en 2011, recién llegada al mundo literario", cuenta. El impacto que causó en ella ver todo lo que aquí sucedía, la hizo años después, cuando decidió radicarse en Berlín, donar su biblioteca a la fundación organizadora del foro. "Fueron días que recuerdo con mucho cariño. Asistió muchísimo público, hubo actividades en las escuelas, lecturas, charlas, ponencias. Y tiempo y espacio también para compartir con otros escritores, periodistas, y gente del ámbito de la educación. Me hace mucha ilusión volver después de tantos años y luego de haber estado también tanto tiempo fuera de Argentina", le dice a Página/12, con el entusiasmo renovado en Resistencia. 

El otro punto de interés por estos días de la escritora está mucho más al sur del país: en Lago Puelo, donde vive su familia. Está escribiendo una novela que sucede en el sur argentino, cerca de ese pueblo. "Pero aun falta mucho trabajo por delante", aclara. Si se le pregunta qué más está haciendo, responde rápido: "Escribiendo cuentos, ¡por supuesto!". En ese que es su territorio más propio, con el que alcanzó reconocimiento internacional -con títulos como Pájaros en la boca o Siete casas vacías- avanza en un nuevo próximo libro. "Espero pronto animarme a soltar el manuscrito", sonríe. 

-¿Por qué es importante hacer hoy foco en la imaginación, como hiciste en tu ponencia en este foro?

-Imaginate que hoy alguien te dice "sé exactamente qué es lo que va a pasarte esta noche"y te cuenta una historia paso a paso de todo lo que va a ocurrir. ¿Podrías olvidártelo? Así de peligrosa y así de poderosa es la imaginación. En la conferencia hablé sobre todo de la imaginación del lector y de cómo la lectura es un hecho que sucede de a dos. Hay alguien que escribe y hay alguien que lee; si alguno falta, la historia no sucede. Y es en el baile de esas dos partes donde sucede la magia. Me interesó también hablar del problema del lugar común, de la atención y la falta de atención, de por qué las historias nos curan, nos salvan, y nos ayudan a entender y a entendernos.

-Cuando te fuiste a Berlín, donaste tu biblioteca a la Fundación Mempo Giardinelli. ¿Por qué te pareció que era un buen lugar para dejar aquí tus libros? 

-Fue muy movilizante dejar mi biblioteca de Buenos Aires. De hecho, la mantuve en cajas unos cuantos años antes de decidirme a donarla, pero en algún punto sentí que tenía que liberarme de ese peso. Soltarla fue como levantar el ancla de un barco. Además, me daba mucha pena tener toda esa cantidad de libros cerrados y embalados. Los libros tienen que circular, tienen que gastarse, prestarse y disfrutarse. Cuando me decidí, recordé ese viaje anterior a Resistencia, al Foro. Creo que hasta entonces nunca había visto tantos lectores juntos y cargados con tantas ganas. Me acordé de una visita que hice a la fundación Mempo Giardinelli. Fundaciones con libros hay muchas, pero nunca había visto una con tantos lectores. Quizá fue una donación egoísta, porque no estaba pensando en los lectores sino en mis libros, que se merecían pasar por la mayor cantidad de manos posibles.

-Tu nombre y tu obra aparece desde hace algunos años reconocidos en una suerte de podio entre las voces potentes de la literatura. ¿Qué te enorgullece de ese reconocimiento? ¿Qué es lo que vos misma destacás de tu obra?

-Espero que esto no se lea como un chiste, porque no lo es, y es que a mí lo que me enorgullece son las cosas que me cuestan o me costaron, como por fin empezar a hablar un buen inglés, o arreglármelas -apenas- con el alemán, o dar clases de escritura creativa en masters y en la universidad. Disfruto muchísimo cuando escribo, aunque reniegue a veces de los resultados, y considero un privilegio poder vivir haciendo lo que me gusta. Los premios, el reconocimiento, los lectores, son una gran alegría, pero no dependen de mí y, en todo caso, es algo que les pasa más a mis libros que a mí.

-Entre las voces argentinas se suman otras que hoy son reconocidas, traducidas, premiadas en el mundo, y que dialogan de alguna manera con la tuya: Mariana Enriquez, Gabriela Cabezón Cámara, Selva Almada, Dolores Reyes, que también estará en el foro, y siguen las firmas. ¿Hay alguna que sientas más próximas?

-Bueno, ¿ves?, de eso sí me siento orgullosa. Paso por festivales y ferias del libro de todo el mundo y escucho esos nombres continuamente. Cuando viajé a mis 14 años por primera vez a Europa, decía que era argentina y me decían “¡Maradona!”. Hoy digo que soy argentina y me dicen “¡Enriquez!", “¡Cabezón Cámara!”, “¡Harwicz!”. Por supuesto que a los 15  andaba de turista y ahora esto me pasa en contextos literarios, pero qué tentación pensar que quizá sí algo haya cambiado. Sí sigue siendo una pena ver a los y las cuentistas quedarse atrás. Europa y Estados Unidos siguen sin traducir grandes autores de mi generación por el solo hecho de que no tienen novelas, o no tienen novelas lo suficientemente largas. Creo que una de las cosas que caracteriza a una gran mayoría de los autores argentinos es lo talentosos que son escribiendo cuento. De verdad creo que hay ahí un talento y una tradición que hay que seguir defendiendo.

-En tu novela Kentukis te metés con la tecnología como peligro potencial o puerta de entrada a ese mundo tuyo donde siempre hay un espanto inminente. Desde que se editó, muchas cosas se potenciaron y aceleraron. ¿Te sorprende alguna derivación de esa novela, tras estos pocos años?

-A pesar de que vivo en Alemania y de que estoy traducida al alemán, mis libros no circulaban mucho allí, y con Kentukis pasó ahí algo raro. Esta novela, que en español se publicó en 2018, en Alemania se publicó en el 2020, justo al inicio de la pandemia. Gran parte de la crítica leyó el libro como un espejo extraño de lo que estaba pasando. Todas esos personajes viviendo en veintipico de ciudades alrededor de todo el mundo, conectados entre sí desde los livings y cuartos de sus casas, sin poder salir nunca al exterior, o saliendo pero pagando un precio por eso. Todos perdidos en la soledad, la hiperconexión y la desconexión, el bullying digital, la violencia de los ciudadanos anónimos. Nunca hubiera pensado en una lectura así, pero el libro se publicó en el momento justo y fue un éxito realmente inesperado.