Pinta tu aldea y pintarás el mundo. La frase del escritor ruso León Tolstoi sintetiza como ninguna otra esta pequeña historia singular que, por supuesto, tiene también algo de universal. Su protagonista es Candela Acosta, una palista de 17 años del Club de Remo y Náutica de Belén de Escobar (CRNBE), que este año consiguió clasificarse a través del selectivo nacional fiscalizado por la Federación Argentina de Canoas (FAC) al Mundial de Canotaje 2017 que se llevará a cabo en septiembre en la ciudad de Pietermaritzburg, Sudáfrica. 

El sueño de Candela, forjado sobre la base del trabajo duro y constante, del perfeccionamiento, de la disciplina del entrenamiento, es el de los miles y miles de deportistas que buscan superarse a sí mismos, sin importar las condiciones ni los contextos, exigiendo poco y nada, porque el motor que los empuja es sencillamente el del amor al deporte.  

“Candela es una palista que viene creciendo mucho, que ha ido de menos a más a fuerza de trabajo, de entrenamiento y de constancia”, comenta a Líbero su entrenador del CRNBE, Fabián Orero. “En su caso particular, se suma su esfuerzo en viajes, porque tiene la particularidad de vivir en Derqui, lejos de un espejo de agua. Entonces para venir a entrenar tiene que tomarse tres colectivos y un viaje de más de dos horas, y la vuelta claro”, agrega el entrenador. 

La clasificación al Mundial de Sudáfrica no fue casualidad. Candela fue construyendo sus éxitos uno sobre otro. En 2016 ganó el campeonato argentino de velocidad en la modalidad K1 1000 metros y fue subcampeona en K1 500 y k1 200. La performance en el K1 500 le valió la convocatoria al seleccionado nacional para disputar el campeonato sudamericano que se llevó a cabo en la pista de Nordelta y ahí Candela, como integrante del K4 se colgó las medallas de oro en los 1000 y 200 metros, y también el oro en el K2 1000.

Los buenos resultados continuaron este año en las maratones de la Federación Bonaerense de Canoas y Kayaks (FeBoCak) en las citas de Olavarría, Escobar y Jáuregui. Esos logros permitían proyectar una buena actuación en el selectivo nacional clasificatorio para el Mundial de Sudáfrica. “Venía corriendo muy bien, pero al selectivo de maratón (18 kilómetros) no fue con idea de clasificarse. Tenía ganas de correrlo y ver. Lo que pasó es que entró en el segundo lugar, y que estaba muy bien, y así se ganó su lugar para viajar al Mundial”, cuenta Orero, y agrega: “Esa posibilidad, la de ir a un Mundial, para cualquier deportista amateur, como somos nosotros, es algo soñado y algo que a la mayoría quizás no le pase en toda su carrera deportiva”.

En el selectivo de Concepción del Uruguay, Candela se quedó con el segundo puesto, detrás de la palista Julia Marchetti, del club Paraná, de Entre Ríos. “Ahí surgió la necesidad de juntar el dinero para que viaje, y comenzó la sinergia. En el CRNBE todos nos sentimos Candela. Si ella viaja, viajamos todos. Ese es el gran objetivo de todos. Y también, por supuesto, de su familia”, remarca su entrenador. “Y lo que se creó es algo maravilloso. Muchas personas que por ahí ni siquiera se conocen tienen el mismo objetivo que es Candela se suba a un avión y se baje en Sudáfrica”, insiste.

Laura Espuña

Tanto el CRNBE como la familia de Candela iniciaron todas las gestiones posibles para recibir ayuda económica. Los tiempos de la Provincia, de las municipalidades de Escobar y de Pilar, los tiempos de la Secretaría de Deportes de la Nación, del Ministerio de Desarrollo Social, es decir los tiempos de la política y los caminos de la burocracia, son bastante más lentos que la urgencia que tiene Candela, alumna del último año de la escuela secundaria con orientación en ciencias biológicas, para superar las trabas económicas y poder concentrarse plenamente en el Mundial.

La modalidad maratón no es una modalidad olímpica, y por eso esta palista debe juntar la plata para costear el pasaje, el hospedaje y el alquiler de la embarcación en Sudáfrica. Candela, sus padres, hermanos, toda su gran familia y sus compañeros del club, tomaron la iniciativa y desde hace unos meses, cada uno desde su lugar, trabajan para alcanzar el objetivo: que Candela pueda concretar en Sudáfrica el sueño que fue forjando desde la categoría menor y luego junior sobre el agua de los ríos argentinos. 

Debajo de un gazebo, sobre una mesa improvisada, y con un banner que muestra una fotografía de Candela en acción, a pura velocidad sobre el Paraná de las Palmas, y en el que se puede leer algo sobre sus logros, pero mucho más todavía sobre su determinación, funciona desde hace varias semanas un bufet. Allí la familia vende las tortas que les alcanzan familiares y socios del club. También se han organizado rifas, y hasta una lotería familiar en las instalaciones del club que ofrecía como premios plantas, caramelos, productos de perfumería, una mesita de madera y hasta una manta. “Es increíble, pero con todo el apoyo recibido ya juntamos el 50 por ciento de la plata –estimada en unos 50 mil pesos– que necesitamos para que Candela pueda viajar”, cuenta Roxana Franco, la mamá. A su lado, Ramón, el padre, descansa tras la faena de otro de los emprendimientos familiares: venta de hamburguesas y choripanes para los participantes de una regata en reconocimiento a la Prefectura Naval Argentina, y nos cuenta que también se abrió una caja de ahorro para recibir donaciones. 

La energía de Candela es realmente contagiosa. Y por eso su esfuerzo dentro del agua se multiplica afuera. El próximo fin de semana, a propósito del décimo aniversario de la Travesía Solidaria del CRNBE, que es todo un ícono del club y de las islas del Delta que lo rodean, y que cuenta con la participación de kayakistas de las más diversas ciudades del país, Candela y su familia volverán a la carga. La historia de Candela es como la de muchos deportistas nacionales. Pero en Belén de Escobar y en Derqui es una historia común. Todos son Candela. Todos quieren viajar con ella al Mundial.

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