Hilda Lizarazu presentará formalmente este jueves a las 20 en Niceto Club (Niceto Vega 5510) su más reciente disco de estudio: Antigua. Pese a que apareció en las plataformas digitales en marzo último, esta icono del rock argentino lo viene desmenuzando desde octubre del año pasado, luego de lanzar el single “Te reís”, en el que ofrece su faceta más “mirandesca” (en alusión a la banda de Ale Sergi y Juliana Gattas). Para ser un adelanto, la canción sorprendió porque acercó por primera vez a la ex Man Ray a las mieles del pop electrónico. Sin embargo, no es la única vez que aparece el género a lo largo de la decena de canciones que conforman el flamante reperorio. Podría decirse incluso que es la columna vertebral del álbum, tal como lo demuestra su cover de “Pasajera en trance”, uno de los hitos en la obra de su amigo, ídolo y jefe en un buen tramo de la década del '80: Charly García.

A partir de ese momento, la treyectoria de la artista, al igual que sucedió con músicos como Fernando Samalea o el Fabián "Zorrito" Quintiero, se entrelazó indefectiblemente con la del cantautor. Al punto de que fue convocada para participar en los festejos (tanto los que llevó a cabo el gobierno de la Ciudad en el Teatro San Martín como los que realizó el gobierno de la Nación en el CCK) por los 70 años de García, en calidad de integrante de un seleccionado de músicos afines al cumpleañero. “Viví esa experiencia con mucha alergía y con mucho respeto hacia la música de Charly”, evoca la cantante a la que Willy Crook apodó “Querilda”. “Se dio de forma espontánea y quizá mágica. Fue un mes de mucha exposición para mí. Que haya cumplido 70 años y que yo estuviera disponible para esa situación musical implica que que las cosas se van dando de acuerdo a como uno está parado”.

-¿Y dónde estás parada?

-Vengo haciendo música desde hace muchos años. Y lo hago tranquila, en mi sendero. Con más exposición o menos exposición. La gente piensa que uno existe a partir de que está en un lugar u otro. Cada uno de nosotros, llámese como se llame, estamos siguiendo nuestras vidas de la forma que uno piensa que tiene que continuar. Estoy en muchos lados y me lo hacen saber. Manejo como puedo mi energía, y estoy muy permeable a que las cosas me ocurran y también a que no sucedan. Creo que llevo una vida coherente. Hacer lo de Charly fue coherente porque en ese momento estaba en Buenos Aires. La familia musical que no estuvo fue porque no se encontraba por acá. Sigo en mi complejidad, trazando mi camino como puedo. Humanamente.

-En la última etapa de los shows en vivo de Charly, Rosario Ortega ocupó el lugar que bien supiste engrandecer. Cómo antecesora, ¿qué opinión te merece su rol en la banda?

-Es una persona distinta a mí. Es una artista que tiene otra voz, otra impronta, y veo que está parada donde quiere estar parada. No podría entrar en otro tipo de comparación. Es otra mujer que lo acompañó en el momento en el que estuvo presentándose en vivo. Cuando nos tocó compartir (durante los homenajes a Charly), traté de ser lo más franternal posible. Con respecto al partido que vamos a jugar, creo que siempre soy generosa. Nos repartimos los roles, y dejamos que cada uno tenga su propio peso e impronta.

Luego de dejar asomar que Charly la llamó para colaborar en su inminente disco y que las canciones que pudo escuchar “son hermosas”, la música correntina retoma el foco de su relato y lo conduce hacia la actualidad de su trayectoria artística. “No estoy apostando a hacer grandes competencias con nada ni con nadie, ¿viste?”, advierte la artista que en 2004 lanzó su primer en solitario: Gabinete de curiosidades. “La música me lleva por lugares en los que me mantengo. Al ser yo mi propia productora, no estoy mirando lo que pasa en el mercado. Me muevo hacia donde pueda ir: así estoy viviendo el lanzamiento de este nuevo disco. Estoy muy contenta, con mucho laburo de voluntariado. Casi despojada. Lo que hacemos, así como sucedió con el video de 'Te reís', lo llevamos adelante con mucho afecto y con gran conciencia de eso”.

-¿A qué te referís con lo de “voluntariado”?

-Con lo de voluntariado quiero decir que hubo voluntades que desearon sumarse al video de una cantante argentina que está en formato independiente. No son bailarines profesionales contratados. El staff es gente amiga de amigos, artistas que fueron recomendados por otros artistas. Lo filmamos en el Mercado Central, con toda esta gente que no conocíamos. No sabés el quilombo que se armó: ¡fue hermoso! Ahí pueden ver un poco de la diversidad de nuestra Argentina existente, por lo que aprovecho este espacio para pedir que se suscriban a mi canal de YouTube.

-En los creditos del video aparecen varios músicos, pero tu disco Antigua lo encaraste como dúo. ¿Cuál es el formato con el que estás presentándoste en vivo?

-Con estos fomatos técnicos que hay ahora, vos podés grabar un disco hasta con 150 músicos. Eurythmics es un dúo, pero cuenta con banda y hasta cuerdas. Si bien Amílcar Vázquez y Lito (Vitale) están entre los músicos que participaron en Antigua, la realidad es que en vivo somos dos. Y estamos apoyados por bases electrónicas.

Desde el inicio de la carrera solista de la cantaurora, en 2004, Federico Melioli se convirtió en la media naranja artística de Lizarazu. Antes de desmbarcar en esta parte del mundo, el músico italiano fue parte de la banda Viaggiosegreto, a la que le secundó el proyecto de noise art Stolen Kisses. Lo demás lo puede contar la también ex Los Twist. “Cuando terminé de grabar Gabinete de curiosidades, que también lo hice sin una banda armada sino más bien con sesionistas, pregunté por un bajista. Y me hablaron de este italiano, cuya mujer es argentina, que estaba viniendo para Buenos Aires”, explica. “En ese momento, tocaba en formato trío con Black Amaya y Juan del Barrio (ella estaba en la guitarra). Federico audicionó, cayó bien y nos hicimos muy amigos. Es un hermano musical para mí. Fue parte de todas mis bandas solistas. Hace 18 años que tocamos juntos”.

-Podrían aplicar para un mecenazgo del gobierno italiano. Siempre están buscan generar intercambio con la Argentina, pero parece que nadie se anima.

-Ya tocamos allá. Lo hicimos en 2019 y fue hermoso. Incluso canté un tema en italiano, “Ma che freddo fa”, junto con un napolitano que improvisó la letra en su dialecto.

-Si tocaste en Napolés, seguramente te quemaron la cabeza con Maradona.

-No toqué en Napoles, pero hubiera estado bueno. Es una tarea pendiente. Todo se va hilvanando. Nunca se sabe. En Antigua hay un artista italiano llamado Davide (Toffolo), que entró en el disco a través de Federico. Dibuja, hace cómics y le gusta la cumbia. Con su proyecto Instituto Italiano di Cumbia hicimos un cover de “El pescador de Barú”. Otro tema en bombo en negra.

-Es el otro tema que pide pista en el disco junto con “Te reís”.

-Este nuevo disco es un eclecticismo total. Por eso el oxímoron de que está más cerca de Miranda!, porque también tiene que ver con la realidad de que estoy tocando como dúo. Ya salí de la estructura de banda pop con batería, teclados y demás. Estamos en una liviandad que me llevó junto a Federico Melioli a girar nosotros dos. Y este formato nos motivó a buscar un sonido que tiene que ver más con lo electrónico. Si bien no todo el disco es así, buena parte sí lo es.

-¿Cómo decantaron en la electrónica?

-A Federico y a mí nos gusta bailar. Con el correr de los años, uno deja de mover el cuerpo como una expresión de alegría. Y creo que es sano bailar. Pero no todas las cosas que me salen son bailables. El tema del baile, por lo menos en esta ocasión, tiene que ver más con Federico. Está conectado con el mundo de la electrónica, con las fiestas rave.

-¿Fuiste a alguna vez a una rave?

-Sí fui. Pero hace rato que no voy de vuelta.

-¿Y en qué inspiradas las canciones de Antigua?

-Arrancó con la electrónica, y luego tiene canciones que están inspiradas en la amistad, la naturaleza, lo aéreo, el paisaje y el amor, por supuesto. Nada diferente a lo que puede inspirar a otro ser sensible, que escribe o hace canciones. Hay quienes escriben minuciosamente, como por ejemplo (Jorge) Drexler, que te hace una descripción maravillosa. Y están también las más livianas. Creo que entro en ese rubro. “Te reís”, por ejemplo, tiene un estribillo de amor, donde digo que “no hay nada que me haga más feliz que vos”. A la vez, en las estrofas, ese amor puede ser entre un señor y un gato, entre una mujer y un hombre o entre un hombre y otro hombre. El video instala el amor entre las diversidades y está simbolizado.

-Se te ve muy motivada por el cambio de paradigma de esta época. El disco iba a salir inicialmente el Día Internacional de la Mujer, pero terminó apareciendo diez días después.

-Por más simbólica que fuese la fecha, me gustaba esa idea. Era como esas botellas que se tiraban al mar. Tenía claro que ese era el objetivo porque soy mi propia jefa y mi propio sello discográfico.

-En vez de hacer una colección de singles, ¿por qué decidiste sacar un disco entero?

-No se cómo se maneja la cosa mercantilista del producto, porque al final son canciones. Están todas tocadas. Las nuevas generaciones ya no editan álbumes, pero a mí me gusta que haya todo un compendio de canciones que pertenezcan a un disco. Es más como una especie de clasificación, que luego entra en una lista de proyección. Algunos chicos no saben de dónde es qué, aunque otros eligen saberlo. Los discos arman una historia emocional de cada oyente, un momento, una época.

-Si el público ya te quiere, con este disco también lo harán las audiencias más jóvenes.

-No me vienen a ver en vivo los jóvenes, pero no hago música para atraerlos. Me gustan cosas de todas las generaciones. Me encanta el nuevo disco de Ca7riel. Cuando salió, le iba a escribir en su YouTube porque ese fin de semana no paré de escucharlo. Me gusta que pase que sea un discazo. A pesar de eso, viene a escucharme gente de mi edad.

-A vos se te suele ver en recitales de artistas jóvenes. ¿Qué te atrae?

-El otro día una persona amiga de mi edad me decía que ya no quería ir a ver nada. Bandalos Chinos me encanta. Con Ca7riel y Paco Amoroso nos cruzamos en Neuquén, y les dije que los iba a ir a ver. Estuvo buenísimo. Me gusta escuchar música en vivo, por eso voy. Cuando me gusta algo, quiero curiosear. Soy muy curiosa.

-A partir de esto, ¿no creés que tu carrera pueda ser impactada por el intercambio generacional?

-Ese intercambio generacional se da si un tema mío es un hitazo y me empiezan a llamar para festivales como el Buena Vibra. Cuando te hablo de estas diferencias generacionales, no lo digo porque sea una señora de 50 años.

-Pero dijiste que mucha gente te conoce…

-Pasó un montón de tiempo. Es inexorable.

-¿Qué sigue sosteniendo tu carrera musical? O más bien tus ganas de seguir llevándola adelante.

-Soy un poco de todo: el eclecticismo argentino. Soy artista, y también fui coconductora de televisión y radio. No sé bien dónde ubicarme, aunque soy ubicada. Pero creo que a mi carrera solista la voy abordando día a día. No soy de las personas que va mirando el marketing y las estrategias, pero algunas cosas se me van dando por estar abierta a los canales. Mi carrera la mantengo estando activa. Esa sería la respuesta. Y la llevo bien. En este momento de mi vida y en todo momento. No es que no me guste la calma. Es necesaria. Estoy bastante activa. Y hasta que no quiera mermarla con la actividad, seguiré adelante, así como vengo haciendo en las últimas décadas.

Man Ray

Fotos de otras épocas

Al igual que sucedió con Nevermind (Nirvana), Screamadelica (Primal Scream) y Blue Lines (Massive Attack), Perro de playa, de Man Ray, fue uno de los discos trascendentales de los '90 que el año pasado celebró tres décadas. Además, al menos en la Argentina, se trató de un trabajo insular al encarar la música pop desde un punto de vista tan rebelde como redentor de la tradición. Ante la pregunta de si es alérgica al pasado, Hilda Lizarazu dice: “Me siento muy contenta al respecto. Pero ese disco no fue sólo responsabilidad mía, ahí está también Tito Losavio. Me siento orgullosa, me gusta. Lo escucho y está buenísimo. Son como fotos de otra época”.

“Sola en los bares” y “Caribe sur” (ambas incluidas en el segundo álbum de su antigua banda) las sigue tocando en sus shows en vivo, de la misma forma que “Todo cambia”, que fue del siguiente disco: Hombre rayo (1993). “Esas canciones, que son clásicos y a la gente les gustan, siguen vivas en mí y en el momento en que las toco. No tengo prurito con las cosas que me hicieron bien”, reconoce. “Me gusta que la gente disfrute lo que conoce. No tengo ese prejuicio. Es una tontera. Perro de playa lo amo, es hermoso. Ese disco tiene que ver con una sonoridad, donde están (Fernando) Lupano y el Zorro. Todos esos amigos queridos están inmortalizados ahí”.

El disco

Oxímoron y antigüedades

En esta etapa de su carrera, “oxímoron” es una palabra que Hilda Lizarazu suele usar con frecuencia. Y eso representa bien este nuevo álbum suyo, al menos en términos discográficos. En tanto que su tapa (sus autores son los artistas Alejandro Pascuale y Alfredo Baldo) alude a lo vintage, tras recrear esas estampitas o afiches con imágenes en movimiento de los '70 y '80 (la imagen sobrepone una foto de ella a los 17 años en una más actual), este es el primer álbum de su obra que apela a una situación actual al descartar la posibilidad de publicarlo de forma física: sólo circulará en las plataformas de música digitales y en las redes sociales. Sobre el título de este trabajo, su autora explicó que “antigua” lo eligió por sus diferentes significados: se refiere a la isla caribeña, así como a la reivindicación de lo anacrónico. Y también representa esa sensación de quedar en el pasado, pero con la mirada en el presente a partir de lo vivido. Un dato más: es su quinto disco solista lanzado mediante su propio sello, Discola Discos.