Charlie Gard es un bebé británico, de diez meses, que desató una polémica a nivel mundial. A los dos meses de su nacimiento, que había ocurrido en condiciones absolutamente normales, desarrolló una enfermedad, un tipo raro de encefalopatía mitocondrial, que causa mutaciones en un gen y lo priva de la energía necesaria para vivir. El bebé fue internado en el Great Ormond Street Hospital donde lo conectaron a un respirador que lo mantiene con vida, aunque los médicos consideraron que ya es imposible encontrar formas de sobrevivencia y pidieron a la Justicia británica que los habilite a desconectar el respirador, alegando la muerte digna. La Justicia les dio la razón. Los padres se negaron y apelaron hasta llegar al Tribunal europeo de Estrasburgo, que confirmó el fallo judicial. Ahora, el Papa Francisco pidió que se les permitiera extender la vida del bebé y se abrió una breve prórroga en la que los padres esperan poder apelar a un médico estadounidense que tal vez, como lejana posibilidad, podría tratar el caso sin certezas.

Charlie nació el 4 de agosto de 2016. A los dos meses fue internado y le diagnosticaron el Síndrome de Encefalopatía Mitocondrial. Después de que los médicos les indicaron que no había solución, los padres comenzaron a intentar ganar tiempo hasta que lograron encontrar un médico en Estados Unidos que trató algunos casos similares utilizando una terapia conocida como NBT (Nucleoside Bypass Therapy) que permitiría cierta expectativa de reparar el sistema mitocondrial mediante un sistema oral, no invasivo.

El 11 de abril pasado, entre tanto, la Justicia ordenó que los padres de Charlie debían ceder sus derechos paternos para que Charlie sea retirado del tratamiento. Los padres lograron que unas 200 mil personas de todo el mundo los ayudaran y lograron reunir casi un millón y medio de dólares para iniciar el tratamiento en Estados Unidos. Fueron admitidos por el especialista estadounidense y sólo aguardan el permiso judicial. 

En los días límites (la Justicia había ordenado desconectar el pasado viernes 30 de junio) un llamado del Papa Francisco por permitir una prórroga y el reclamo social en las redes y de parte de organizaciones religiosas, abrieron una ventana en las expectativas, mientras los médicos del Great Ormond Street Hospital se disponían a trasladarlo al sector de medicina paliativa, lo que implicaba la decisión de retirarle el respirador.