El click se escucha en el video. Es un ruido metálico. Se ve el arma. La bala no sale. Otro click y Cristina Fernández de Kirchner baja su cabeza, sube su mano izquierda como buscando de manera intuitiva protegerse. La bala nunca salió. La vida continúa. Se trata de la vida de CFK pero también de la Argentina. Un magnicidio que hubiese generado una crisis de consencuencias imposibles de calcular. El que intentó el asesinato está detenido. Los que promueven día a día el odio, ahora tuitean repudios. Los que impulsan y aplican el lawfare ahora deben investigar y castigar al ¿único? responsable. Los que conducen la justicia están en silencio. 

¿Cuándo comenzó todo? Tal vez fue cuando la oposición política decidió abandonar las herramientas tradicionales de las disputas políticas por las denuncias judiciales, la descalificación del adversario y hasta la deshumanización del otro. A eso se sumaron los diagnósticos denigrantes de CFK por parte de periodistas-médicos, tapas de revistas con imágenes provocativas de la entonces presidenta. Luego, más cerca en el tiempo, vendrán las persecuciones, las cárceles y la justificación de la privación de la libertad por el solo hecho de haber sido funcionario de los gobiernos del kirchnerismo. 

"Ellos o nosotros. Es orden o es caos", tuiteó Ricardo López Murphy. El 22 de agosto, aniversario de la masacre de Trelew, el diputado neuquino de la Coalición Cívica, Francisco Sánchez considera que son pocos los 12 años de condena que había pedido el fiscal Diego Luciani y agrega: "El año pasado presenté un proyecto de ley para que este tipo de delitos sean considerados traición a la Patria. Merecen la pena de muerte, no una liviana prisión domiciliaria", afirmó Sánchez y luego lo ratificó.

"Todo armado, qué pantomima", dijo Amalia Granata. Patricia Bullrich, firme en su furiosa oposición, escribe y derrapa no sólo desde lo político sino también desde lo humano cuando no expresa solidaridad contra la agredida sino que afirma de manera descarnada que el atentado es "un acto de violencia individual". 

Ahora bien, Cristina Kirchner está con vida y es la mejor noticia. Sin embargo, ya nada será igual. No puede continuar como si nada si antes no hay justicia por el bien de la Argentina, los derechos humanos y de la democracia.