Las ilusiones de Sofía, una “sirvienta” confinada a la pequeña pieza de una mansión, se convierten poco a poco en su única posibilidad de tener otra vida. Pero también en el espejo de un destino trágico. En sus sueños, firma un contrato implícito con los fantasmas que “trabajan” para ella y busca su ayuda. Mientras los personajes que crea esperan fatigados a que deje de convocarlos, la herencia que le entregan será su camino hacia la salvación, aunque quizás también sea demasiado tarde para eso. La historia que talló Roberto Arlt en su obra Trescientos millones –estrenada en 1932 en el Teatro del Pueblo–, luego de cubrir como periodista el suicidio de una mucama española en 1927, se reaviva casi un siglo después en la adaptación titulada Porque va lejos, del grupo de teatro comunitario Los Pompapetriyasos, y parece hablar de una realidad agazapada en la que aún seguimos habitando.

“Es increíble la vigencia que tiene el material. Hoy quizá cambia la procedencia del inmigrante que viene a la tierra prometida, pero estamos de nuevo en esa fiesta de los ricos en la que sueña Sofía”, adelanta Agustina Ruiz Barrea, directora de Porque va lejos, en un encuentro con PáginaI12, junto a las actrices Mariana Berger, Paola Tazzioli y el actor Pablo Corradi, todos miembros del proyecto comunitario que encarnan Los Pompapetriyasos. Luego de investigar y trabajar sobre todas las obras de Arlt durante más de dos años, Los Pompas, que convocan a vecinos de Parque Patricios y Pompeya, se decidieron a probar qué pasaba si salían por un rato de los parques y se metían en su teatro, en el que hoy funcionan distintos talleres artísticos que reciben a más de 300 chicos por semana. El grupo de teatro comunitario viene de actuar durante más de diez años en el Parque Patricios –de donde tuvieron que irse luego de que fuese enrejado durante el último gobierno de Mauricio Macri en la ciudad– y el Parque Ameghino con tres obras: Visita guiada, ¡Extra, extra! y Lo que la peste nos dejó, declarada de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y presentada ante más de 800 espectadores en el mini estadio del Club Atlético Huracán. Pero ahora el desafío era el de desarmar por un momento esa inmensa maquinaria de casi 100 actores y actrices para adentrarse en un espacio teatral cerrado y buscar una nueva intimidad que cobije su obra. 

–¿Qué los llevó a elegir Trescientos millones para esta nueva propuesta?

Agustina Ruiz Barrera: –Sentimos que era muy contundente el autor, muy claro en la construcción de sus mundos. Y había algo muy intenso en el imaginario de esta obra: el tren, los fantasmas, la conciencia de clase, los sueños. Y la actualidad que tiene todo eso. Fue un proceso complejo, porque hacer algo de Arlt es como tocar un Bach, y todos podemos rasguear canciones, pero decir semejante texto y que esté vivo no fue una tarea fácil.

–¿Cómo fue el trabajo que los llevó a darle una nueva mirada a la obra?

Mariana Berger: –Primero trabajamos con frases de todas las obras de Arlt e íbamos cambiando los roles en las escenas, entre actores y directores. Y después fue meterse de lleno en Trescientos millones. Ensayamos los últimos tres meses de lunes a lunes, literal. Buscamos más que nada que tuviera ritmo, ya que estando en la “era del entretenimiento” es complicado llegar a que la obra no te suelte durante una hora y cinco, que no pienses en si te llegó un WhatsApp. Pero la historia también tiene la fuerza para que eso no suceda. 

–¿Cuáles de los elementos de la obra creen que le dan tanta vigencia?

Paola Tazzioli.: –La capacidad de soñar de la protagonista, que es algo que siempre te están tratando de sacar. “No imaginen, ustedes no pueden hacer nada, no pueden mejorar”. Eso es lo que remarca la obra, eso que todavía no nos quitaron, que no se puede mercantilizar. El mensaje implícito de que los pobres no tendrían que soñar. Pero no saben cómo hacer para que no sueñen más. 

Pablo Corradi: –Hay momentos en los que el futuro es la tragedia, que no se puede ver para adelante. Pero la capacidad de imaginarnos de otra manera nos impulsa, nos motoriza. La cuestión es cuando la realidad te dice siempre lo contrario, ahí el destino se vuelve trágico.

–En un punto, los sueños de Sofía también se convierten en su propia tragedia

A.R.B: –Su hija soñada, que es la proyección de la vida, tiene un destino terrible. Se sueña madre de alguien que va a padecer. Entonces, ¿para qué seguir en pie? Es increíble que se escribiera hace 90 años y que hoy nos pase que nos cueste proyectarnos. Hoy nos decimos de nuevo “hay que aguantarla”. Estamos en un momento coyuntural muy complicado, donde no hay lugar para estos proyectos. Entonces creemos que está bueno poner esta historia sobre la mesa para diseccionarnos un poco.

* Porque va lejos se presenta los viernes a las 22.30 y los sábados a las 22 en el Teatro de los Pompapetriyasos (Av. Brasil 2802, esquina Esteban de Luca)