Según informó el Ministerio de Salud de Tucumán, ya son seis las personas que fallecieron a causa de Legionella. En total, se contabilizan 22 infectados, seis se hallan internados (tres con asistencia respiratoria), mientras que los restantes son monitoreados y evaluados desde sus domicilios. La enfermedad que ocasiona esta bacteria, según anunciaron los especialistas, produce una mortalidad que ronda el 10 o el 20 por ciento, aunque el porcentaje se incrementa si los individuos afectados presentan comorbilidades o enfermedades previas.

En el presente, Luz Médica –la clínica privada en la que se detectó el brote– permanece cerrada para su desinfección y las autoridades realizan un riguroso seguimiento de casos y contactos. Luis Medina Ruiz, el jefe de la cartera sanitaria provincial, afirmó que se incluyen en esta categoría al personal de salud, paciente o familiar cuidador que haya estado en agosto o haya recibido una intervención quirúrgica en la clínica privada y que, en efecto, tenga síntomas compatibles. "Estamos hablando de fiebre, de algún catarro respiratorio o demás, de distinta gravedad, no necesariamente neumonía bilateral", detalló Medina Ruiz. Y agregó que es una “bacteria que no se transmite de persona a persona”: una buena noticia que implicaría a futuro una posibilidad de controlar el brote con mayor eficacia y limitar su expansión hacia otras provincias.

Una vieja conocida

A diferencia del Sars CoV-2 –virus del que había un menor registro– la Legionella es una vieja conocida. Esta bacteria fue clasificada en 1977 y desde aquel momento, se registran brotes tanto en Argentina como en el resto del mundo. Puede hallarse tanto en suelos como en escenarios acuáticos, en la medida en que desarrolla la capacidad de adaptarse a diversas condiciones físicas y químicas. De este modo, gracias a su versatilidad, puede colonizar canales de agua, sistemas de distribución y almacenamiento. Si el agua tiene la chance de ser expulsada hacia afuera (por ejemplo, a través de duchas, jacuzzis o bien, a partir de sistemas de refrigeración y aires acondicionados) la bacteria puede liberarse al ambiente y, al ser inhalada, provoca la infección.

“Legionella puede sobrevivir alojada en biopeliculas (membranas en las que la bacteria puede sobrevivir en una fase estacionaria de crecimiento) o parasitando otros microorganismos presentes en las cañerías”, explica la médica infectóloga Leda Guzzi. Y continúa: “Cualquier cambio de flujo en el agua puede favorecer la disgregación de esa biopelícula desde dónde pueden dispersarse dentro de aerosoles, por ejemplo en las duchas, en las canillas comunes o en los sistemas de hidromasajes”.

La infección se produce por la inhalación de esos aerosoles y en menor medida por micro aspiración de agua contaminada con Legionella. Esto es: se vaporiza, la gente aspira el vapor del agua contaminada y se infecta. De esta manera, el contagio por aerosoles suele ser el canal más habitual para este microorganismo que se expande aún más en aguas a temperaturas cálidas, que se encuentren a unos 20-45 grados.

Incubación, complicaciones y  buena noticia

El período de incubación se extiende de dos a diez días en cualquier individuo, sin discriminación de rango etario. Como suele suceder con otras afecciones, aquellas personas que tengan un sistema inmune más comprometido corren mayores riesgos de atravesar una fase grave de la patología, requerir respiración mecánica y afrontar una neumonía bilateral. Esta se caracteriza por exhibir el elenco estable de síntomas para varias afecciones respiratorias: dolor muscular, fiebre y falta de aire. En concreto, es una infección aguda pulmonar (los sacos de aire de los pulmones de llenan de fluido o pus) que puede ser detectada mediante una tomografía o radiografía de tórax, y también puede venir acompañada de dolor de espalda, diarrea y vómitos.

Aquellos pacientes que no experimentan estas complicaciones, por lo general, presentan fiebre y un cuadro muy similar al de la gripe, con una incubación que va entre uno y dos días, y la recuperación se da, como máximo, a los cinco días. Afortunadamente, la infección se trata con levofloxacina y macrolidos, antibióticos que ayudan a revertir el cuadro. 

La buena noticia, como apuntó el ministro, es que el contagio entre personas no es corriente. Es por este motivo que desde el Ministerio de Salud nacional manifiestan cierto alivio ante la imposibilidad de que el brote radicado en Tucumán se expanda hacia el resto del territorio doméstico.

Velocidad de respuesta

Si bien esta estación del año se caracteriza por la emergencia de una mayor cantidad de cuadros de infecciones respiratorias, lo que hasta la semana pasada llamaba la atención de los médicos y las médicas que se abocaban al brote era que no lograban dar con el origen de la enfermedad. La pista era que todas las personas infectadas habían estado en la clínica privada Luz Médica entre el 18 y el 23 de agosto. Aunque presentaban un cuadro similar al de la covid (fiebre, dolor muscular, insuficiencia respiratoria), sus tests daban negativos tanto para esta afección como para influenza y hantavirus. En este marco, las muestras de algunos pacientes viajaron al Instituto Malbrán de Buenos Aires y, de esta manera, se pudo confirmar que correspondían a Legionella.

En un primer momento, en la clínica se activó el protocolo que dominaba la escena durante el peor momento de la pandemia: se reprogramaron cirugías, se suspendió la entrega de turnos para las próximas intervenciones, se volvió al régimen de teleconsultas y se realizó una identificación de los contactos estrechos. Las lecciones que dejó la covid volvieron a desempolvarse y sirvieron como manual de acción. En segunda instancia, la institución se cerró con el objetivo de ser desinfectada y controlar las fuentes de agua. Los próximos días serán claves para evaluar el verdadero despliegue de la bacteria.

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