El 6 de septiembre de 2022 es el día del cumpleaños de María Nieves, y 2022 es el año en el que se celebra por primera vez el Día de la Bailarina de Tango en su honor. A su vez es el inicio del Festival y Mundial de Tango con su Noche de Leyendas (para ver la programación completa https://www.buenosaires.gob.ar/tangoba) 

Malena celebra este acontecimiento rememorando las palabras de María allá por enero  de 2003 en Página 12 .

«Creo que me enamoré del tango mucho antes que supiera que se podía bailar. En la radio, cuando era chica, casi la única música que se escuchaba era el tango. Éramos muy pobres. Mi papá, gallego, trabajaba de lechero y murió muy joven, a los 45, de tuberculosis. Al lado de mi casa, en Saavedra, vivían mis padrinos, él era jugador de Platense, del cual soy hincha, y tenían una hija de mi edad. Estaban mejor económicamente y la nena tenía muchos juguetes que compartía conmigo. Yo en mi casa le ponía un trapito a los sifones, en la parte de arriba, debajo del pico, y eran mis muñecas. Si cuando jugábamos sonaba un tango, me apartaba, agarraba una escobita y llevaba el ritmo caminando. Me llamaban la atención los tangos orquestales, pura música: Juan D'Arienzo con su ritmo ligerito, nada que ver con Osvaldo Pugliese ni con Carlos Di Sarli, más melodiosos. Ya más grande me tiré para Aníbal Troilo.

–¿Recordás el momento en que el tango empezó a ser para vos una auténtica pasión?

–Antes de eso pasaron otras cosas: cuando dejé el colegio, a los 9, trabajé de sirvienta por primera vez, con cama, allá por San Isidro. Me pegaban, me exigían mucho. Era una casa de dos plantas, con parque. Yo tenía que limpiarlo todo y nadie me había enseñado, apenas había visto a mi mamá fregar una pieza y una cocina, que así era nuestra casa. Una vez mi patrona me dio vuelta la cara de un bife porque sin querer manché con la mano engrasada la pared. Me dejó los cinco dedos marcados y me tuve que tragar solita el dolor físico, la humillación, la impotencia. ¿Sabés el único descanso que me daban? El domingo, dos horas después de comer y de lavar los platos. Cuando se cumplió el mes, me pagaron tres pesos de la época –eran los años ‘40– o algo así, y mi mamá me sacó. Para seguir trabajando de lo mismo, pero en sitios donde me trataron mejor y me iba a dormir a mi casa.

–¿Te generaba algún resentimiento esto de servir a gente que tenía tanto mientras que a vos te faltaba lo elemental?

–No, de verdad que no, pero apreciaba mucho cualquier gesto de cariño, de buena voluntad. Si quedé resentida, fue por el golpe injusto de esa señora. Era una nena, fue muy doloroso. Me asustó, creí que me iba a matar. Después pasó lo del patrón que a veces me convidaba con alguna barrita de chocolate Dolca. Un día me ofreció una, me agarró la mano y me zampó su boca en la mía. Me zafé, lo insulté. Me amenazó: “Si decís algo,esta noche te mato”. Quedé aterrada, me encerré en el garaje donde dormía, aunque en ese caserón sobraban las habitaciones. Yo ni siquiera tenía luz.

–Sos una auténtica sobreviviente...

–Lo soy, sí. Pero creo que supe sacar alguna enseñanza de las cosas que me fueron pasando. Por suerte tuve fuerza vital, capacidad para disfrutar de las cosas chiquitas, entusiasmo.–¿A qué edad descubrís la milonga, comenzás a bailar de verdad?–Mi hermana mayor empezó a ir a Platense, que quedaba a cinco cuadras de mi casa. Yo iba a los bailes con las chatitas cuyos agujeros rellenaba con papel... A los 10, ya acompañaba a la Ñata, pero no bailaba, claro: me quedaba dormida en el hombro de alguna señora después de potrear, ir a las hamacas. Todavía no me interesaba el baile. Hacia los doce, empecé a tomarle el gustito, a mirar a los muchachos.–¿Las hormonas empezaron a moverse?–Efectivamente: “Qué lindo muchacho, cómo me gusta, si bailase tango, lo haría con él...”, pensaba para mí. Esto cuando aparecía alguno joven entre tanto veterano. Lo bueno fue que empecé a mirar con más atención cómo se bailaba el tango. Lo malo es que iba al baño, donde casi todas las muchachas fumaban. Y como yo quería ser grande, empecé a fumar a los once, y no paré nunca más. Menos mal que es mi único vicio, si no, ya estaría muerta. De joven tomaba bastante whisky, pero nunca me pudo el alcohol

Las coreografías eran de a dos, porque yo aportaba, inventé muchos pasos, aunque no me considero coreógrafa. El espejo de Copes fue Gene Kelly —también Fred Astaire— y el mío Cyd Charisse. Yo no tenía a quien mirar aquí, no sabía lo que era el ballet y no tenía para ir al Colón, sólo al cine. Él era muy ambicioso y repetía: «Si los americanos crean esos bailes con el jazz ¿por qué no podemos hacer lo equivalente con el tango?»

The Band Wagon '53 - Fred Astaire & Cyd Charisse


María Nieves en el Ed Sullivan show. 1962

Con Juan Carlos Copes fueron amantes, compañeros, pioneros, esposos, divorciados...Luego de múltiples infidelidades, la pareja vio la separación. Antes en la década del 80 fueron responsables del resurgimiento del tango con shows memorables en todo el mundo. María Nieves siguió deslumbrando por su cuenta, llevando la bandera del tango a todas partes.

Baila María Nieves que el tango falta si no estás vos, 
baila con tu prestancia con elegancia y esa pasión. 
Baila María Nieves que el tango duele sin tu esplendor, 
gira con tu romance en ese trance del corazón

Romance de María Nieves, de Ariel Prat