El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) define al movimiento migratorio venezolano de la última década como el "éxodo más grande de la historia reciente de América Latina". Según la ​Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ya en 2021 cerca de 5.6 millones de personas venezolanas vivían fuera de su país de las cuales 4.6 millones se habían radicado en países de América Latina y el Caribe.

Argentina es uno de los diez países que más inmigrantes venezolanos recibe en el mundo. Según datos de la Dirección Nacional de Migraciones durante 2018 se otorgaron más de 70.000 radicaciones de personas venezolanas. Ese año, este colectivo se transformó en el mayor colectivo migrante radicado en el país, superando a los de nacionalidad paraguaya y boliviana que constituían hasta ese momento el mayor flujo migratorio. En enero de 2019 las radicaciones de personas venezolanas fueron cerca de 115 mil.

Jóvenes profesionales

Según datos de la OIM en la actualidad viven más de 173.000 venezolanos en Argentina. El 70% radicado en la Ciudad de Buenos Aires, un 20% en el conurbano y un 10% fuera del AMBA. Son, en su mayoría, jóvenes profesionales en busca de nuevas oportunidades. El Ministerio del Interior indica que entre ellos hay más de 16.000 ingenieros, cerca de 11.000 empresarios, administradores de empresas y contadores y 4.500 médicos o enfermeros (según las cifras relevadas hasta 2019). Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), un año antes de la pandemia, mostró que el 80,4% se encontraba ocupado pero más del 70% en la economía informal.

Acceso a derechos e inserción laboral

Investigadoras de la Red Institucional Orientada a la Solución de Problemas en Derechos Humanos, del Conicet, publicaron un informe sobre la situación actual de la población venezolana respecto al acceso a derechos. El informe titulado “Diagnóstico sobre la situación de los Derechos Humanos de las personas migrantes y refugiadas venezolanas en la República Argentina” destaca que el alto nivel de formación de los migrantes (más del 90% tiene un nivel medio o alto) impacta en el tipo de acceso al mercado laboral: “Entre quienes acreditaron un alto nivel la tasa de formalidad se vio más que duplicada (49%) en comparación con quienes contaban con un nivel medio o bajo de calificación (23% y 20%)”, dicen. Aún así, a los migrantes se les presentan grandes obstáculos burocráticos para validar sus títulos y acreditar sus estudios. Por este motivo, entre otros, un 61% considera que se encuentra sobrecalificado para el trabajo que realiza en Argentina.

El tiempo de residencia en el país y el género también condicionan su inserción social. El informe muestra que hay una relación directa entre el menor tiempo de residencia y las dificultades para obtener la documentación necesaria para regularizar su situación (como el DNI) y acceder a seguridad social, salud, educación, derechos políticos y trabajos formales. Más del 90% de la muestra alcanzada por el estudio se enfrentó a estas dificultades y lleva menos de cinco años en el país. Ese problema se agravó en la pandemia, cuando se toparon con mayores demoras y trabas burocráticas. “Esto, combinado con un contexto muy regresivo en Argentina, altas tasas de informalidad y altos niveles de pobreza, tuvo un efecto más nocivo sobre esta población”, dicen las investigadoras.

Migración y género

Respecto al género el estudio muestra que aunque las mujeres cuentan con un nivel de formación más alto que los varones (74% frente a 58%), son ellas quienes tienen más dificultades para acceder al mercado laboral. Esta situación era así desde antes de la pandemia cuando un 39% de ellas accedía a trabajos en relación de dependencia con salarios fijos frente a un 46% de los varones y un 18% de las mujeres estaba desempleado frente a un 12% de los varones. También son ellas las más insatisfechas con sus trabajos en relación a su calificación (65%) respecto a los varones (53%)